-Qᴜᴀᴛʀᴇ-

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La noche yacía gélida, el firmamento destellaba con relámpagos mientras Jimin, arrebatado por la furia, avanzaba con paso decidido hacia sus aposentos, mientras sus cabellos rubios ondeaban con el viento. Despreciaba en sobremanera el trato que le había sido dispensado. ¡¿Qué se creía aquella fea criatura?! En definitiva, la ingesta de sus alimentos había dejado en su paladar un amargor desagradable.

Mientras recorría su camino, sus manos descargaban toda su furia en cualquier objeto que cruzara en su camino. Casi al instante de su llegada, cerró de forma brusca la puerta de su habitación, causando, con un único y sonoro portazo, que el solemne silencio de la noche resonara con mayor intensidad. Justo ahora, Jimin se encontraba inmerso en su más grande y colosal rabieta, sin embargo, cualquiera sometido a un trato tan desconsiderado difícilmente podría hallarse en un estado de contento.

- COME, NO ME MIRES, HAZ ESTO Y ESTO NO... ¡¡Tan solo es una egoísta criatura ansiosa de imponer su dominio sobre mí!!- exclamó vehementemente mientras se despojaba de las onerosas vestiduras que cubrían su figura, quedando únicamente envuelto en su impoluta bata de dormir blanca- ¡Juro solemnemente que habré de inculcarle lecciones de urbanidad a ese animal!

De manera veloz, se dejó caer sobre los acolchados almohadones de su lecho, sin anticipar que un bulto bajo él proferiría un gemido de dolor. Una pizca de curiosidad incitó a Jimin a apartar las sábanas de forma lenta y atenta para investigar la fuente de tal lamentación, desvelando ante sus ojos una criatura resplandeciente de singular belleza. Criatura que en su afán por escapar terminó desafortunadamente enredado en las sábanas de piel haciéndolo caer.

Era un ser de una belleza singular, con una cabellera roja que hacía juego con su sencilla vestimenta del mismo tono. Poseía unos ojos centelleantes, de un matiz anaranjado profundo, y una elegante coronita dorada que reposaba en su cabeza.

- Lamento haber irrumpido en sus aposentos sin su permiso, joven Jimin. Mi intención era desaparecer antes de que usted llegara, pero me encontraba tan absorto que no advertí su aproximación hasta que el portazo anunció su entrada- manifestó el desconocido de forma nerviosa y rápida, no obstante, continuó disculpándose mientras adoptaba una postura más apropiada para la conversación - No encontré un mejor refugio que su edredón. Pero, dado que ya me ha descubierto, permítame presentarme. Soy Hobi, su humilde servidor –

"Una autentica hada", reflexionó Jimin con admiración mientras contemplaba al resplandeciente pelirrojo. Y cuando se refería a su luminosidad, lo hacía en el sentido más literal.

- No hay necesidad de preocuparse, supongo. En cualquier caso, es un placer conocerte, Hobi... Permíteme preguntarte: ¿Eres tú el propietario de esta encantadora figurilla de madera? - inquirió con curiosidad, sosteniendo graciosamente en sus manos una pequeña réplica de su propia persona, la cual anteriormente se encontraba entre las sábanas.

Al recordar el motivo por el cual se encontraba en esa habitación, las mejillas de Hobi se tiñeron en un color rojo de la vergüenza - En realidad, era un regalo destinado a usted- Confesó - Era mi intento de plasmar la belleza de su rostro en una obra artística pero puedo decirle que no se le hace justicia. A pesar de ello estoy genuinamente satisfecho con el resultado.

Jimin luego de agradecer furtivamente el detalle se dispuso a cuestionar el origen de aquel guardián, incentivando a Hobi a quedarse un rato a su lado.

Las horas venideras transcurrieron con celeridad, y la compañía mutua hizo que la larga noche pareciera insuficiente en comparación con la incesante conversación que sostenían. Charlas que continuaron de la misma forma durante los días y las noches posteriores, consolidando un nuevo vínculo de confianza en sus vidas, a través de charlas livianas y amenas.

Le petit et la bête -KMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora