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20 años.

-No seas idiota, Isaías- reía la rubia golpeando al castaño. -estás entendiendo todo mal.

-Rodrigo se el mediador, Milagros dice que...- Rodrigo apagó su aparato disimuladamente buscando paz ignorando la absurda discusión entre sus mejores amigos.

Ambos amigos hablaban exasperadamente defendiendo su opinión sobre quién sabe qué, movían los brazos exageradamente y se empujaban. Se encontraban en una cafetería dentro del campus.

Todos los miraban debido a los probables gritos de sus amigos, el castaño queriendo meterse bajo la mesa sumido en su vergüenza.

Rodrigo se puso de pie señalando que iba hacia el baño mientras encendía su aparato. Ellos asintieron y siguieron con su acalorada discusión.

Rodrigo caminó hacia el pasillo que conducía al baño. Estaba por tomar la perilla de la puerta cuando esta se abrió de golpe impactándole en la frente.

-Perdoname- se disculpó un chico que salía. Rodrigo negó quitándole importancia. -Hey, sos Carrera, ¿No? El sordomudo- Rodrigo lo miró molesto y extrañado. -Ey, ¿Te puedo preguntar algo? No creo que contestes, pero, ¿Esperas encontrar alma gemela? Es decir, ¿Si no hablas crees que puedas? Perdón si soy muy directo pero...- Rodrigo se dio la vuelta molesto encaminándose de vuelta hacia la mesa. -Eu...¿Te molestaste? Vamos, solo era una pregunta- el chico lo seguía, Rodrigo se detuvo a mirarlo y el tipo rió. -Hermano, ya, era una joda. ¿Si me escuchas? Joda- gesticuló.

-Eu, ¿Qué pasa?- preguntó Isaías acercándose poniendo una mano frente al pelinegro, Marcos, miembro de la fraternidad de deportistas. Milagros también llegó abrazando a un tembloroso Rodrigo por los hombros.

-No es nada, amigo, estaba preguntándole algo al enano- rió el menor.

-Ey, Marcos, ¿Qué pasa?- se acercó al grupo un pelinegro más alto, sus tupidas cejas elevadas hacia el deportista.

-Le estaba preguntando a Carrera si es tan boludo para creer que puede conseguir a alguien- rió palmeando al moreno en el hombro.

-Sos un imbécil, volvé a la mesa, hablamos en la casa- le reclamó empujándolo.

-Sí, mamá- se burló el chico volviendo a la mesa.

-Que vergüenza, lo siento- habló el pelinegro hacia los tres chicos, Rodrigo quedó estático, podría se... -Soy Nahuel- y una vez más sus ilusiones por el caño. -Estoy muy apenado, de verdad. No sé si tu amigo me escuche pero para compensar...- se ruborizó rascando su nuca y volteó hacia Isaías. -Los invito a un café.

Bien, al menos uno de los tres había encontrado a su alma gemela aquel día, porque sí, Isaías tenía un "Los invito a un café" en su muñeca que complementa con un "No tomo café pero gracias".

𝐆𝐑𝐄𝐄𝐍 » rodrivan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora