Así iniciaba todo...

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Una madrugada, de septiembre del 2001, hacía su primera aparición en el mundo, quien les escribe. Para la familia era una bendición ya que mi madre había tenido problemas para tener hijos luego del tercero de mis hermanos.
Desde que nací estuve rodeada de felicidad (cosas, momentos buenos), o al menos eso sentía yo, hasta que una día las cosas cambiaban lentamente frente a mis ojos.
Poco tiempo después de cumplir mis 6 años, alrededor de dos meses, fue que esa felicidad se esfumó de mi vida. La vida me ponía una prueba muy difícil de llevar, perdía a mi mamá por una enfermedad llamada leucemia, que en ese entonces no se conocía mucho.
En el momento en que mi padre había llegado a casa sin ella, supuse que algo andaba mal, pero con esa edad solo no le llevas tanto el apunte. Entró en la casa y no pudimos dejar de preguntar por ella, mi papá solo podía aguantar las ganas de llorar y decirnos que tenía algo que hablar con nosotros. Nos llevó a la pieza y nos dijo la mala noticia.
Desde ese momento no volví a ser la misma, una parte de mí se fue con ella ese día, estaba experimentando el dolor más grande de mi vida, estaba en shock, no podía creer que se había ido, que no podría verla nunca más, no podría abrazarla nunca más, solo quería que todo fuese un sueño. Pero la verdad era que se había ido y nunca más volvería, eso me generaba mucho más dolor.
Tanto para mí, como para mi papá, hermano menor y hermanos mayores, ese día algo cambiaba dentro nuestro y jamás volveríamos a ser los mismos. A pesar de la tristeza que nos generó la pérdida de mi madre, tuvimos que seguir, ella ya no estaba y no podíamos hacer nada.
Luego de la charla que tuvimos con nuestro padre, tuvimos que ir a despedirla. Llegamos al lugar y había una cantidad impresionante de gente, nosotros con la edad que teníamos estábamos realmente sorprendidos por eso. Yo estaba tan en shock que recuerdo haber entrado al lugar, de la mano de mi padre y mi hermano del otro lado; y no pude evitar ver a todas las personas que estaban ahí. Había gente que conocía y otras que no, nos miraban desconsolados y lloraban. Yo salí del shock en cuanto la vi, ahí entendí todo, en cierta manera fue ahí donde caí de que en verdad estaba pasando todo y que ella ya no estaba, comencé a llorar y a aferrarme lo que más podía a ella, me dijeron que tenían que llevársela y no podían sacarme de ahí; no recuerdo bien cómo fue que me sacaron pero lo hicieron.
Al otro día teníamos que llevarla al cementerio y yo decidí no ir, no podía, fueron solamente mi padre y mi hermano menor. En cuanto se fueron comencé a llorar, abracé cosas que me recordaban a ella y estuve así hasta que volvieron. Obviamente de tanto llorar me quedé dormida y después de eso no recuerdo nada más.
Tuve que pasar de ser una niña que solo pensaba en jugar y divertirse a tener que cuidar de mí y mi hermano menor.
Fue muy difícil, desde que vi a mi padre destrozado por la pérdida de mi madre, algo me decía que debía ser fuerte y no mostrar mi dolor. Sentía que debía ser fuerte por mi padre y mi hermano, pensaba que si me veían "bien" ellos en parte también lo estarían.
Recuerdo que solía llorar sola, de noche, cuando estaba por dormir, porque era el único momento en el que estaba sola para poder desahogarme. Solía sentarme frente la televisión y escuchar como se abría la puerta, yo miraba pensando que era ella, pero eso no iba a pasar, era como la costumbre que tenía. Estuve varios meses, hasta diría años, esperando verla entrar de nuevo por la puerta de la casa y cada vez que eso no ocurría más se me rompía el corazón.
Luego de su partida todo cambió, mis hermanos mayores no podían venir a visitarnos porque les ponía triste entrar en la casa, les hacía mal y lo entiendo. Pero ¿se habrán puesto a pensar lo que sufríamos nosotros que éramos los que estábamos todo el tiempo en la casa, casa donde todo lo que veías te recordaba a ella? No lo sé, es una de las cosas que hasta el día de hoy me quedó pendiente preguntarles.
Con ella se fueron, los festejos de cumpleaños porque ella era el alma de la fiesta, una muy buena compañera de trabajo, una amiga incondicional, una buena mujer, una excelente madre; pero en cada persona que la conoció dejó una huella y eso para mí, que soy su hija, me reconforta.
Luego de eso, cambié, tuve que seguir aunque es extraño porque no recuerdo mucho después de eso. Es como si el tiempo se hubiese detenido después de eso, porque hay cosas que hice que no recuerdo haberlas hecho. Y cómo lo sé? Porque hay fotos de momentos en los que estuve, pero para mí, en mi mente, nunca existió, yo no fui o cosas así. Y viceversa también, me pasa de estar contando algo que pasó cuando era chica y me dicen:
-pero si vos no fuiste, tu papá no pudo llevarte.
Y yo como tipo:
- cómo que no si estábamos con tal, tal y tal?.
Tampoco le encuentro explicación a eso, pero bueno.
Actualmente han pasado casi 14 años de ese suceso, muy doloroso para mí, pero puedo hablarlo con total naturalidad. No voy a mentir, costó un montón, pero a medida que pasa el tiempo las personas con pérdidas así de significativas aprenden a vivir con esa pérdida. Toma su tiempo, obviamente, para cada persona es distinto pero se logra.
Hay una cosa que hasta el día de hoy me persigue y es no haber sido lo suficientemente valiente para ir a despedirla, en ese momento tenía el alma destrozada, no podía con la idea de que no volvería a verla nunca más. Quizás tomé la mejor decisión, pues solo tenía 6 años cuando pasó, pero me pregunto si hubiese cambiado algo si iba.

Espero les guste este primer capítulo, lloré un poco escribiéndolo, porque era como revolver esa parte de mi pasado que me genera mucha tristeza, pero estoy bien. Esperen con ansias los próximos capítulos. Me encantaría que dejen comentarios sobre el capítulo, gracias y próximamente estaré de vuelta con otro capítulo😘.














La historia de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora