𝐒𝐀𝐑𝐀𝐇 - ʳᵃʸ ˡᵃᵐᵒⁿᵗᵃᵍⁿᵉ

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Want to call, but I can't, so I hang up.


Aidan:

Vestido con traje luego de mucho tiempo, miro hacia fuera de la ventana del tren en el cual viajo

Siento al lado de una mujer la cual es similar a aquellas damas victorianas, ninguno de sus cabellos marrones en su cabeza están fuera de su lugar, su postura no podría ser más correcta, aunque si era evidente que lloraba

En mi lugar, es la primera vez en meses que decido rasurar la barba que cubría mis mejillas, luego de mucho tiempo he salido de mi zona

- Señorita - llamé con discreción - ¿Se encuentra bien?

Aquella mujer levantó su mirada hacia mi, pude ver cómo sus escleróticas estaban teñidas de un rojo tenue, las lágrimas caían de sus ojos seguidas por el maquillaje negro

- Sí - aseguró pasando un pañuelo por debajo de su naríz - Sí, sí lo estoy - habló volviendo su mirada al piso

Tal vez o muy probablemente, tomando demasiada confianza, apoyé mi mano en su hombro, haciendo que su atención fuera nuevamente mia

- Está bien no estar bien, a veces - le sonreí con delicadeza - Si necesita hablar, puede hacerlo conmigo

La expresión en su rostro era tal vez de tristeza, tal vez de pena

- No la conozco, no tiene porqué escuchar mis aburridos cuentos - río a lo bajo

- Es casi seguro que no me vuelva a ver después de que baje de este tren - le contesté tratando de dar confianza, aunque si su mirada era dudosa - ¿Si le cuento algo yo, decidirá contarme?

- ¿Porque le interesa tanto que le hable de mis asuntos? - preguntó con desconfianza notable

- Porque no me conoce, porque no la conozco y porque es suficiente hablar con alguien el cual está pasando por algo difícil para sentirse menos solos - volví a sonreír sin demasiado entusiasmo

- Bien - recompuso su postura y prestó atención a lo que diría después

Comencé a pensar en cómo formular la primera frase, podía comenzar con un “Ahora”, “De éstos tiempos", “En estos momentos” , pero simplemente dí el incio con un

- Últimamente siento que estoy dormido y no puedo despertar - murmuré - Nada dura para siempre, supongo que debía de saberlo antes, supongo que usted ya lo sabe

Me aclaré la garganta para evitar que mi voz fuera bajando aún más de volumen

- Cuando conocí a Sarah éramos niños, éramos salvajes, pero con el pasar del tiempo ella se fue, yo me volví rudo, frío, imprudente - miré al suelo cerrando los ojos, tratando de no hacer notar mis ojos brillosos - ¿Sabe algo? Tengo tan cercana a mi una memoria de Sarah

La tentada sonrisa que trató de hacer fue más similar a una mueca, aunque si el tacto de su mano en mi antebrazo fue reconfortante para saber que en realidad, la señorita me estaba escuchando

- Ella tenía la edad de doce, yo la superaba por un año - dije casi en susurro, y si la mujer no hubiera estado a mi lado, seguramente no habría sido capaz de escuchar - Pegué su cuerpo con el mío, dándole una abrazo y Sarah me susurró “Nosotros siempre seremos así ”

La dama a mi lado no hablaba, escuchaba su respiración calmarse luego del llanto, me hacía sentir mejor saber que al menos, uno de los dos se estaba recomponiendo

- En este momento no hay nada que yo pueda hacer para reparar lo que sucedió, pero estoy seguro de que Sarah y sus miles de consejos me habrían ayudado - sonreí ligeramente, con los ojos iluminados por las lágrimas - Me despedí de todos los lugares y caras que conocía, todos eso luego de darme cuenta de cuánto era joven y asustado en el momento que la dejé ir

Supongo que por el tono en el cual hablé, ella comprendió el momento en el cual terminé de hablar, posando inmediatamente una sonrisa real sobre su rostro

- Debería de volver con aquella chica - yo le sonreí con tristeza - Mientras aún puede

- Mi nombre es Aidan Gallagher - me presenté y besé el dorso de su mano cubierta por un guante blanco

- No es el momento de presentarse, aquí bajaré yo - tomó su bolso de cuero con ambas manos - Pero fue un gusto, Aidan - sonrió y la miré irse con largos pasos

[...]

Parado frente a una cabina telefonica con el teléfono en la manos, pienso si componer el número de Sarah, como aquella mujer me sugirió

Dejando de reflexionar sobre eso, me decido a presionar las teclas

- Tres, cinco, uno... - murmuré las últimas cifras

A punto de pegar el aparato a mi rostro, lo miró en mi mano

Quiero llamar, pero no puedo

Miro al piso y vuelvo a poner el teléfono en su lugar, colgando la llamada que estaba por efectuar

𝐖𝐑𝐈𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐀 𝐍𝐎𝐓𝐄 ▎𝖠𝗂𝖽𝖺𝗇 𝖦𝖺𝗅𝗅𝖺𝗀𝗁𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora