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Las semanas pasan rápidamente, al igual que los meses. Meses que se convierten en años.
Ahora tengo 23 años, y todos dicen, incluso mi madre que ya debo casarme. Oh qué quedaré soltera el resto de mi vida.
Pero yo no pienso en casarme, no quiero. Me niego rotundamente, no es justo que mi madre siga decidiendo en mi vida. Ya soy una adulta.
—A tu edad yo ya estaba casada y con hijos.

Eso me lo ha dicho desde que llegué.
—Hija, sé qué lo más probable es que estés enamorada del rey, pero...
—¿Pero que?
—Sería imposible debido a su enfermedad. Lo más probable es que no le quede mucho tiempo.
—¡¿Y tú qué sabes?!
—¡A mí no me levantes la voz, jovencita! Soy tu madre.

Evito llorar, pero es imposible.
—Esta tarde Reinaldo de Chatillon pidió tu mano en matrimonio — dice mi padre entrando.
—Padre, por favor dime qué no has aceptado.
—Dije que hablaría contigo.
—¡No quiero casarme con él! Me repugna.
—Es un noble, hija — dice mi madre.
—No, no, y no.

Empiezo a llorar.
—Hija...— dice mi padre.
—Antes muerta a qué me case con él.
Al decir eso, no espero respuesta de mis padres y salgo de la casa. Empiezo a correr.
En los últimos años, Chatillon ha hecho de todo para llamar mi atención. Él fué quién me mató en el siglo XXI.
De un momento a otro, llego al castillo.

Los guardias hacen una reverencia al verme.
—He venido a hablar con el rey.
Ellos me llevan a los aposentos de Baldwin, acaba de ser atendido por sus médicos.
—Amarilis, ¿Que ocurre? ¿Estás bien?
Niego, mientras lloro. Él se acerca a mi y me abraza con cuidado.
—Baldwin, interfiere por mi...te lo suplico. No permitas que me case con Chatillon, por favor

Siento cómo acaricia mi cabello con suavidad.
—Yo estaba presente cuando le pidió tu mano a Tiberias.
—No lo dejes, yo no lo amo — digo entre lágrimas.
—Cómo quisiera tomarte cómo mi esposa. Así podría protegerte, pero por mi enfermedad...soy incapaz de darte una familia.
Lo miro a los ojos, suplicando.
—Por favor...

Acaricia mi rostro con suavidad, consiguiendo que cierre mis ojos.
—Lo haré, te convertiré en mi esposa, en mi reina. No soportaría la idea de verte casada con otro hombre que no fuera yo — abro mis ojos para mirarlo, Baldwin juega con uno de mis cabellos —Amarilis, te he amado desde siempre.
Alto, ¿He escuchado bien?
—Baldwin...
—Sé que es difícil que correspondas a este amor.

Presto atención a lo que dice, siento que sus palabras me van hundiendo más y más en un profundo océano.
—Sería muy egoísta pedirte que me ames tanto cómo yo lo hago — continúa. Toma mis manos con suavidad y delicadeza. —Pero te prometo, que el tiempo que esté con vida. Voy a cuidar de ti...no es necesario que me des una respuesta, pero con solamente ver tus ojos. Me siento en paz.

Lo abrazo suavemente, tengo un montón de sentimientos mezclados y confusos en mi interior. Mi siquiera sé lo que realmente pienso. ¿Estaré enamorada de él?
Desde pequeña le he tenido demasiado cariño. Siempre lo consideré cómo parte de mi familia. Nunca imaginé que algún día nos casaríamos, sin embargo, todos decían que seríamos perfectos juntos.
Ahora las cosas son totalmente diferentes.

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La Flor del Desierto • Baldwin IV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora