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. . .

Me cuesta abrir mis ojos, ya que me pesan demasiado.
—Veo que nuestra invitada finalmente ha despertado. Que alegría.
Abro mis ojos inmensamente al ver quién está frente a mi.
—Sultán Saladino...
Éste asiente con una sonrisa, este se acerca a mi, me alejo un poco con miedo.
—No tema, señorita. No planeo hacerle ningún mal.

Miro a mi alrededor, estoy en una tienda.
—¿Q-quien me trajo hasta aquí?
—Uno de los míos, un hombre misterioso la obsequio a mi.
—¡¿Qué?! — pregunto asustada. Niego varias veces. —Debe de haber un error, yo soy la prometida del rey Baldwin IV.
Saladino parpadea varias veces. Llama a uno de sus hombres y le dice algo en un idioma que no conozco.

El joven me mira asustado, asiente y se retira con rapidez.
—Lamento todo esto, señorita. La carta decía que usted sería un regalo para mi.
Saladino me ayuda a ponerme de pie, pasan unas cuantas horas.
—¿Que pasará ahora?
—Mi sirviente ahora irá a avisarle a...
En eso, llegan otros jóvenes. Que nuevamente hablan en otro idioma. Saladino asiente y me mira.
—El rey vendrá a buscarla en un punto fijo.

Respiro con tranquilidad.
—Siento mucho este mal entendido. Siendole sincero, le tengo mucho respeto al rey — dice Saladino sirviendo en una copa lo que parece ser jugo. Me lo ofrece, la tomo.
—Gracias — pruebo el jugo, es bastante dulce.
—Espero que esté rey pueda perdonar este mal entendido.
—Alguien me obsequio, ese alguien quiere deshacerse de mi.
—¿Alguna idea de quién pudo haber sido?

Solamente puedo pensar en dos personas, Reinaldo de Chatillon y en Guy de Lusignan.
—Si, pero sería hacer una grave acusación.
—Entiendo. Por favor, tome asiento mientras espera.
Así lo hago, los cojines son bastantes cómodos.
Al menos Saladino es amable, y de verdad le tiene respeto a Baldwin.
Baldwin... necesito estar a tu lado otra vez...

La Flor del Desierto • Baldwin IV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora