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Dos días, solamente han pasado dos días desde que mi madre me vino a visitar.
Intento no pensar en sus palabras, pero me es imposible.
Ahora me encuentro en los jardines del palacio, mirando el cielo.
-Mi bella flor, ¿Todo bien? - sonrío al escuchar esa voz, bajo mi vista y sonrío.
-Majestad.

Me coloco de pie y me acerco un poco a él, no sin antes, hacer una leve reverencia.
-¿Todo bien, mi reina?
-Si, todo bien.
-No es necesario que mientas, Sibylla me contó preocupada lo que sucedió con tu madre... Y que por favor no te dijera que me dijo...
Tomo sus manos con suavidad mientras le sonrío.

Suelta una de mis manos y empieza a acariciar mi rostro con dulzura.
-No te preocupes, mi madre siempre ha sido así. Y sé que es imposible que cambie. Pero estaré bien, mi rey.
Baldwin empieza a jugar con uno de mis cabellos. Consiguiendo que sienta calor en mis mejillas.
-Mi reina. No dejes que eso te desanime. Pronto será nuestra boda, te aseguro que serás la novia más hermosa de todas.

El calor en mis mejillas aumenta, y también el latido de mi corazón.
-Te prometo que seré una buena reina.
-Eso lo sé.
Besa mi frente a través de su máscara, Dios, si sigue haciendo cosas así, mi corazón terminará explotando.
Ambos empezamos a caminar por los alrededores con una sonrisa.

En eso, aparece Guy de Lusignan; esposo de Sibylla.
Este hombre nunca me generó confianza, y por lo que sé, a Sibylla tampoco.
-Majestad, Lady Amarilis - dice haciendo una reverencia.
Bajo mi cabeza levemente, ya que tal vez él no me agrade, pero no por eso puedo dejar mi educación de lado.
-¿Todo bien? - pregunta Baldwin con paciencia.
-Hay unos asuntos que me gustaría hablar con usted en privado.

Yo también quiero escuchar, ya que después de todo, seré la reina. Y si cómo Baldwin supiera lo que pienso, me mira.
-Ve a tu habitación, mi reina. Prometo que te iré a buscar más tarde.
-¿Y jugaremos al ajedrez?
-Lo dice la jovencita que nunca le gustó ese juego.
-Gracias a ti me acostumbré.
-A usted - dice Guy con molestia, evito levantar una ceja -Se dice "a usted".
-Esta bien, Guy. Después de todo, Amarilis será mi esposa. Por lo que puede tutearme.

Evito sacarle la lengua a Lusignan. Pero solamente le sonrío a Baldwin y me retiro.
Camino con calma, realmente quería escuchar la conversación.
Sonrío al recordar cómo me llamó Baldwin, "mi reina".
Ya en mi habitación, avanzo un poco. En eso, siento un fuerte golpe en mi nuca, al cerrar mis ojos todo se vuelve oscuro.

La Flor del Desierto • Baldwin IV Donde viven las historias. Descúbrelo ahora