— Señor Min, tiene una cita pendiente con el Señor Kim. — Le recordó su secretaria.
Yoongi asintió antes de dirigirse al elevador.
Después de tantos años, la empresa había progresado muy bien. Su padre estaría orgulloso de él. Su madre aún permanecía en el mundo terrenal con él, pero los años le habían pasado factura, así lo que solo disfrutaba de la vida con las comodidades que su arduo trabajo le había proporcionado.
Posteriormente al incidente de noche buena hace cuatro años, y a la muerte de Baek, la policía finalmente hizo su trabajo con manos limpias. Por supuesto, Yoongi estuvo involucrado en el homicidio de Baek, sin embargo, para su sorpresa, Baek no murió en el tiroteo. Al contrario de lo que la policía pensaba, el hombre murió en la camioneta, la cual lo transportaba y que, por huir de la policía esa misma noche, había perdido el control, chocando y muriendo todos en el acto.
Debido a lo anterior descubierto por los investigadores, estuvo libre de cargos, no obstante, Yoongi si presionó para que investigarán todos los bares a nombre de Baek, y así liberar tanto a las personas que trabajan allí como a los jóvenes.
Con la liberación de los jóvenes, la fundación 'Moon&Smiles', compañía que Yoongi fundo gracias al legado de su padre, los resguardo y posteriormente fueron adoptados y algunos financiado su educación.
Yoongi estaba feliz de que todos ahora pudieran sonreír, tener algo de paz en su vida.
Incluso Hoseok había tenido algo de paz.
Luego del suceso, Yoongi trato de averiguar algo de los hombres muertos de Baek, pero nadie le pudo proporcionar información valida. Sin embargo, luego descubrió por contactos privados, que el cuerpo de Hoseok había sido encontrado cerca de un lugar baldío, a las afueras de la ciudad.
"Quizás... Quizás ese era el destino de Hoseok. Hoseok escogió esa vida. "
Quizás, si Yoongi le hubiera demostrado que de verdad lo quería, Hoseok no hubiera seguido con su plan, y aún estuviera a su lado.
En muchas noches de insomnio, Yoongi recordaba la sonrisa del Hoseok de trece años. Fue el único Hoseok que Yoongi recordó.
Ahora estaba en paz.
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El bullicio de los autos y la multitud en la acera parecía tranquilo en comparación a los días anterior, quizás se debía al clima nublado que la ciudad presentaba últimamente. Con pasos ligeros, Yoongi caminaba por las calles cerca de su oficina, tarareando. Había acordado reunirse con su madre en una cafetería cerca de la oficina, por lo que iba en camino allí.
—¡Yoongi!
Yoongi se detuvo ante la voz, se giró y se encontró con un muchacho de cabello negro. Debía tener entre dieciocho a veinte años.