𝓟𝓸𝓵𝓸𝓼 𝓸𝓹𝓾𝓮𝓼𝓽𝓸𝓼

Amargo despertar

I'll still be thinkin' of you
And the times we had, baby

And please remember
That I never lied

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Mikasa se encontraba frente al aeropuerto, adolorida y con un boleto directo a Marley. No quería pisar el asfalto y caminar hacia ese lugar, pero tenía que hacerlo si quería salvar la vida de Eren

La idea de asesinar a Levi y volver a la cabaña era sumamente factible dentro de su cabeza, con fuerza apretó la barra de su maleta para deshacerse de esos estúpidos pensamientos. Por el rabillo del ojo Levi notó sus nudillos enrojecidos por la presión que ejercía, era consiente de que estaba sufriendo, él también lo hacía en silencio...

— Volveré al negocio — musitó Levi, mientras agarraba el volante y mantenía la mirada fija hacia delante

Eso sorprendió a Mikasa, pero supo ocultarlo tras su desinterés y permaneció sin hablar 

— Ahora que Floch no está y tú te irás lejos, Kenny necesitará una mano y ya no hay nada que me detenga —

Mikasa frunció el ceño confundida ¿A que se refiere?

Levi dejó de hablar y ella ya no tenía nada que hacer ahí, como pudo bajó del auto y se paralizó por un momento frente al gentío que la esperaba ahí dentro 

— Mikasa, yo...— antes de que Levi pudiera confesarle lo que le atormentaba, ella azotó bruscamente la puerta y caminó sin despedirse. Le extrañó que la llamara por su nombre, jamás la había llamado así, siempre se refería a ella como ''Mocosa'' o ''Mugrosa''. El Ackerman suspiró con tristeza observando como se perdía entre la gente, sería estúpido tratar de detenerla para que lo escuchase, ella no lo haría..

Mikasa se sentía asfixiada. El dolor aumentaba drásticamente a cada paso que daba, los espasmos recorrían su garganta y terminaron cuando al toser vomitó sangre, la limpió con desagrado usando la palma de su mano y siguió caminando. Su visión era cada vez mas borrosa y le faltaba el aire 

Tontamente impactó contra un hombre alto que yacía de espaldas, el codo de aquel hombre golpeó sin querer su abdomen un tanto fuerte y ante el dolor, Mikasa comenzó a gimotear mientras miraba como la sangre empezaba a tinturar su blusa blanca. Instintivamente se encorvó y tapó su abdomen con la chaqueta que llevaba puesta 

— Dios, lo sien... ¡¿Mikasa?! — 

— ¿Jean?..— dijo con dificultad, y de un momento a otro se derrumbó casi inconsciente sobre él

— ¡Mierda! — exclamó Jean. Como pudo se dirigió con Mikasa hasta el baño mas cercano, donde cerró con seguro para que nadie los interrumpiera. Al ver su ropa ensangrentada, la rompió con urgencia para ver el grado de las heridas, soltó un suspiro pesado de incredulidad y dolor ante el abdomen casi destrozado, amoratado e hinchado de la Ackerman — Mikasa.. ¿Qué mierda te hicieron? — susurró para si mismo