Cadenas de fuego (BORRADOR)

33.-El trato

El trato

Lilith

—Pero que tenemos aquí—golpean mi rostro somnoliento.

Mi cabeza pulsa y puedo apostar que está sangrando.

—¿Qué es esto? —muevo mis brazos los cuales no están atados.

Trato de dar un paso al frente pero el acero de las cadenas en mi cintura comienza a lastimarme.

—¡Levi! —grito desesperada mientras él está al frente observándome como algun animal en el zoológico divertido.

—Me pregunto cuanto tardara en llegar Aamon Levard—bosteza aburrido.

Volteo desesperadamente sin entender nada hacia todos lados.

—¡¿Qué demonios?! —forcejeo pero es inútil.

La ropa húmeda se pega a mi piel de manera asquerosa y pegajosa, detallo rápido todo mi cuerpo, ahora llevo un vendaje ensangrentado y sucio en mi mano que pulsa violentamente pidiendo a gritos atención medica.

—Lilith, Lilith —ronronea mi nombre enviando escalofríos a la parte trasera de mi nuca—, eres tan patética, tan frágil y estúpida.

Miro a todos lados de nuevo pero ahora buscando algo para poder liberarme necesito ganar tiempo.

—¿Tu y Trys? ¿Todo este tiempo?—me quedo observando las cajas con información.

—Trys solo fue una estúpida novata que quería entrar a la Cosa Nostra y estaba desesperada por hacerlo. Una persona que quiere tomar todo el poder y no se detiene a medir sus pasos termina—abre sus brazos—, muerta.

—Por eso se acerco a Paimon.

Asiente lentamente.

—Pero tu te metiste en su relación, iban demasiado bien. Debo de aceptarlo, Trys estaba manipulando de una manera asombrosa al menor de los Levard, pero cuando eso termino estaba tan molesta contigo que termino drogándote—niega molesto—, un paso muy estúpido de su parte, después comenzó a ser demasiado llamativa, Aamon Levard la ficho rápidamente como su sospechosa principal y decidí abandonarla si yo quería continuar con esto.

—¿Tu que tienes que ver en todo esto?

—Aamon Levard cavo su propia tumba el día que me golpeo, bueno no ese día pero ese primer golpe en mi cara confirmo mis sospechas—camina a mi alrededor con una sonrisa maníaca—. Estuve meses, meses tratando de conseguir algo a través de ti pero ocultabas tus secretos como el maldito acero hasta que descubrí que eras la debilidad del capo.

¿Donde quedo Levi el chico lindo, tierno y comprensivo? ¿Quien es este hombre frente a mi?

—¿Esto es porque te golpeo? —lo miro sin seguir entendiendo.

—¡Esto! —grita tirando mi cabello hacia atrás provocando que muerda mi mejilla interna—. Es por la muerte de mi padre, Aamon Levard lo mato hace años y es hora de que sienta lo mismo que yo sentí a mis doce años.

Debe ser una jodida broma.

—Déjame adivinar—suelto casi como un suspiro al entender la situación.

Mi cuerpo se llena de adrenalina abandonando la tensión y el miedo por largos segundos durmiendo el dolor que abarcan mis huesos y mi piel fría.

Entonces me burlo.

—Encontraron a tu padre en un basurero detrás de una casa abandonada.

—¡Cállate! —tira de nuevo mi cabello hacia taras pero reprimo una sonrisa burlona.