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Diego
Gestión emocional.
La primera vez que me acosté con William Blythe no pensé que fuera a repetirse.
Recuerdo que Damiano me advirtió de que no lo hiciera, que pensase las cosas en frío antes de realizar cualquier locura, y tal vez, si le hubiera escuchado en aquel momento, me habría ahorrado muchos problemas en el futuro.
Pero estaba roto, me sentía la peor persona del mundo y el extraño encanto del heredero de Cariad no hizo más que encender un fuego que se deshacía en pedazos. Inestable y devastador.
Estaba en Marlena, solo, a pesar de la compañía de mi hermano y de Damiano; sin embargo, la sombra de William se alzaba sobre mí como un manto de salvación. Habíamos coincidido de niños en algunos eventos diplomáticos, pero nunca habíamos elaborado una relación más allá de lo socialmente aceptado. No se llevaba bien con Louan, ni con nadie en realidad... Siempre una oscura mancha solitaria.
Y a pesar de todo, en aquel momento, apareció ante mí como un ángel salvador. No teníamos nada que perder o estropear, aquel chico sombrío no estaba implicado en lo que había pasado, así que me escuchaba sin juzgar, en silencio y sin oponerse a ser bombardeado por mis constantes llantos y quejas... En algún momento, la forma en la que sus ojos azules me miraban se volvió terriblemente hechizante.
―¿Por qué no probamos algo diferente para animarte? ―Había susurrado en una ocasión. La oscuridad agitándose en su mirada y su serena calma.
―¿Algo... Diferente...?
―Sexo por compensación.
Creo que aquella noche fue la primera vez que le vi sonreír desde que lo conocía.
No sé por qué, quizá fue su personalidad atrayente o su cara perfecta, quizá la necesidad de sentir algo... lo que fuera. Sentir algo que no fuera el reflejo del dolor que le había causado a Louan.
No sé por qué, pero lo hicimos.
Y después de aquella noche vinieron muchas más. Hasta hoy.
―¡Liam!
Sus gemidos inundan la habitación, se entrelazan con mi propia voz murmurando su nombre en la oscuridad. El ambiente está cargado de calor y lujuria; la ansiedad de nuestros cuerpos deseando fundirse en cada milímetro de piel.
Mis manos se aferran a sus caderas sin dejarlo marchar, arañando los ángulos de su figura con cada nuevo golpe. Las rodillas de Liam tiemblan y si no fuera por mi agarre siento que se habría desplomado; el ritmo de su respiración responde a mis instintos.
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Besar, casar y matar. Un juego de espadas
Fantasy⚠️ Contenido adulto (escenas de sexo explícito y violencia) ⚠️ • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • «¿Amar siempre fue tan complicado?» Hace años, cuando Alard y Línghún firmaron la paz, sus destinos quedaron entrelazados...