Desconocidos

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Los minutos parecían horas, la mano le temblaba, sentía que pronto se desmayaría o simplemente volvería caminando hasta su linda, tranquila y pequeña morada.

Y es que por fin estaban a 20 minutos de llegar, Yamaguchi estaba simplemente aterrado por la cantidad de razas que estaban esperando en la entrada, desde que se despertó no había dejado de pensar en eso pues Hinata le había platicado que cuando los extranjeros llegaban a Karasuno todos los habitantes se agrupaban en la entrada y les daban una "cálida" bienvenida.

Al pecoso no le gustaba para nada ser el centro de atención, ese papel le quedaba mejor a Hinata, suspiro una vez más y se preparo mentalmente para escuchar muchas voces, música y cosas en el aire.

— ¡ CHICOS YA ESTAMOS LLEGANDO! — grito con euforia alguien, pero cuando vieron a los lados solo estaban los caballos, sin jinete, pero sabían a donde ir.

Yamaguchi se levantó y asomo la cabeza, para su mala suerte Hinata tenia razón, habían muchísimas especies en la entrada con instrumentos y muchas flores.

Rápidamente volvió a meterse y comenzó a jugar con el collar que le dio su madre, por alguna extraña razón, tocarlo le daba mucha paz.

Cuando estaban a nada de llegar sintieron un fuerte estruendo, miraron al cielo y había un gran dragón, era hermoso, sus escamas eran resplandecientes y sus ojos verdes atraían a todos, sin embargo era peligroso, éste protegía la entrada para que ningún ser salga o entre sin estar autorizado o sin avisar días antes. Se acerco a ellos y con una de sus filosas garras marco una puerta de la carrosa, luego volvió a su puesto en lo alto de una montaña frente a Karasuno.

Entraron por esa gran entrada en forma de puente, tenia escudos y varias banderas puestas a la vista. Todos comenzaron a hacer mucho ruido, habían minotauros tocando el bombo, otros la guitarra y una música de fondo muy animada, se lanzaron las serpentinas y flores al aire. Hinata salió por la ventana y comenzó a gritar cosas inentendibles, un par de hadas diminutas se acercaron y le dieron una pequeña flor, muchos regalos más y terminó el espectáculo.

A Yamaguchi le gusto de cierta forma, no fue tan desesperante como lo imaginaba, la carrosa siguió su rumbo hasta lo que parecía ser el centro del reino, ahí ya estaban varias especies de otros pueblos , todos hablando entre si y haciendo algunas bromas.

En cuanto bajaron pudieron contemplar la magia de Karasuno, el gran castillo real, las fuentes de agua, los comerciantes de todo tipo, además de que todas las razas que podían imaginar estaban unidas. Todo era sorprendente grande y novedoso.

La reacción de Hinata era la descripción gráfica de la mayoría de los  presentes, sus ojos brillaban como el mismísimo sol, tenía una sonrisa inmensa y las mejillas rojizas de la emoción.

Yamaguchi también estaba emocionado pero sentía que algo no estaba bien, su cabeza daba vueltas y sus manos comenzaron a temblar.

Su cuerpo ya no tenía el equilibrio para mantenerse en pie, Hinata estaba gritándole algo pero no lograba entender nada, un sonido agudo no lo dejaba escuchar; ya no sabía que hacer poco a poco todo se ponía oscuro y sintió su cuerpo desfallecer.

Pero antes de que pueda tocar el suelo, alguien logro atraparlo, lo cargó y llevó hasta uno de los muchos asientos para que pueda descansar.

— ¿Estás bien? — preguntó con mucho desinterés y algo de sarcasmo mientras le entregaba un vaso con agua.

— Yo.... Estoy bien muchas gracias por preocuparse señor — respondió Yamaguchi con una sonrisa genuina, al parecer ese agua que se tomó le ayudo a recuperarse o ¿algo más?.

— Por esto no me gusta ayudar a desconocidos, ¿ En verdad acabas de llamar señor a alguien que probablemente es de tu edad?

Y era verdad, el muchacho que acaba de salvar al ingenuo Yamaguchi era un joven alto, rubio, la piel muy pálida, los ojos casi dorados, con lentes y muy bien vestido.

Lazos Prohibidos [ TSUKIYAMA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora