Trono

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No veían nada, si no fuera por la inmensa aura de Tsukishima, Yamaguchi no habría podido encontrarlo, estaban atados de las manos y sus ojos vendados, era algo extremista, pero el rey no sabia que más hacer.

Pasaron unos minutos y el rey ordeno que les quitaran las vendas, el rubio estaba realmente enojado por la manera en la que trataron a su Yamaguchi, pero no quería pelear con su padre, necesitaba su aprobación 

— ¿En qué pensabas Tsukishima? La verdad no me importaba si tenias alguna aventura con quien se te de la gana, pero presentarlo como el que gobernara Karasuno es sobrepasar toda autoridad.

El rey estaba realmente enojado. Se suponía que él nunca se enteraría de esa profecía 

— Yo solo dije la verdad padre, de cualquier forma, Yamaguchi gobernara Karasuno, yo solo soy un puente que conecta los caminos de la profecía, además realmente amo a este elfo, él tendrá a mis hijos y solo con él me acostare cada noche, no permitiré que lo arrebates de mi lado.

Pera el rey ahora definitivamente era una completa estupidez, los hombres no podían tener hijos, además, él solo era un elfo que probablemente se estaba aprovechando de el cariño que su hijo le había otorgado, simplemente no lo permitiría.

— ¿Ese elfo no dirá nada? Se nota que solo se esta aprovechando de ti, despierta, no puedes creerle, además esa profecía era un simple mito, voy a deshacerme de este farsante.

El monarca desenvaino su espada y se dirigió hasta Yamaguchi, fueron cuestión de segundos, la espada dio un movimiento en el aire y un charco de sangre recorrió el suelo.

Yamaguchi lloraba, antes de que la espada cayera sobre él, Tsukishima se había lanzado para salvarlo, la espada estaba bajo su pecho, afortunadamente no había tocado órganos vitales, pero estaba perdiendo mucha sangre.

— NO SE QUEDE AHI PARADO, DESATEME, ESTOY EN LA ESPECIALIDAD DE SALUD DE LOS CABALLEROS, SE LO RUEGO, DEJEME SALVARLO.

El rey dudaba, pero los ojos de Yamaguchi eran sinceros, lo desató.

Inmediatamente el pecoso abrió su grimorio, buscó uno de sus hechizos más poderosos y tocó el lugar afectado por la espada, realmente puso toda su alma en ese hechizo, no podía dejar que el amor de su vida se vaya solo porque sí, luego de unos minutos de agonía, el príncipe abrió los ojos, tomó la mano de Yamaguchi y le dejo un tierno beso, le encantaría despertar todas las mañanas así, claro que quitando a los guardias y a su padre.

— Me salvaste Yams, otra vez lograste salvarme.

— Tsuki... realmente... ERES UN IDIOTA, YO TENGO PODERES PODIA CURARME... pero de todas formas estoy agradecido, siempre eres tú el que me salva primero.

Los guardias presentes salieron de la habitación por ordenes del rey y  solo quedaron ellos tres en esa gran habitación.

— ¿Realmente eres parte de esa profecía? — indagó el rey mientras se sentaba al lado de los chicos

Él no quería que llegara ese momento, aquella profecía, la había escuchado múltiples veces, pero por alguna razón no quería aceptarlo, por años trato de que su hijo no se relacionara con nadie por miedo a que cometa alguna locura y se escapara del reino, aunque sabía que no tenia el poder sobre eso, las profecías, a pesar de que trates de detenerlas con todo el alma, siempre serán cumplidas.

Suspiró y antes de que Yamaguchi respondiera se levantó, ya había generado demasiados problemas.

— Anunciaré algo, les pido que me acompañen.

Tsukishima y Yamaguchi se miraron por unos segundos, se tomaron de las manos y siguieron al rey, estaban algo nerviosos, cuando anunciaron lo suyo no había tantos ojos juzgándolos.

Lazos Prohibidos [ TSUKIYAMA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora