Prologo

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FEBRERO 2005

(x)

Chispoteaba el fogón de cada viernes que reunía por las noches a los mayores del Wexler. Guitarras pasaban de mano en mano, de campista a campista y canción a canción. Las mantas comenzaban a cubrir espaldas y regazos de quienes previnieron el descenso de temperatura, mientras otros tantos se recostaban sobre hombros ajenos y calor humano.

La segunda ronda de canciones alcanzó con una guitarra las manos de la muda, quien esta vez no la dejó pasar. Su mirada buscó en otra y se oyó el suspiro de una voz desconocida por tantos. El desliz de sus dedos creando arpegios desembocó en suaves versos de una entonación tenue que citaba:

Te suplico qué me avises
Si me vienes a buscar
No es porque te tenga miedo
Solo me quiero arreglar

Te encontrare una mañana
Dentro de mi habitación
Y prepararás la cama para dos

Miradas fueron y vinieron de un extremo a otro de la ronda de campistas tomados por sorpresa. Ya entonados de sentimientos, pensando sus propias historias, algunos dejaron caer lágrimas, sin saber que aún más se derramarían al día siguiente.

Mientras más pasaba la noche, menos personas permanecían en el círculo, quedando en su puñado final junto solo algunos otros, el pequeño grupo cercano de la muda. La última persona ajena comprendió su momento de abandonar, y luego de levantarse miró la escena alrededor del fuego. Realmente ella había logrado abrirse, supiera alguien cómo o por qué.

Una mirada de reojo le convirtió en testigo final de aquella que nadie se atrevió a pensar que sería la última noche.

DelilahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora