Treinta y cinco

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Capítulo treinta y cinco.

Punto de quiebre.

Morgan.

Estoy sola.

En medio de un pasillo con paredes totalmente blancas que me resultan abrumantes. No hay nada, ni nadie.

Solo yo.

Sigo caminando en busca de no sé qué, pero quiero salir rápido de aquí y me desespero tanto al encontrar solo la misma secuencia de paredes blancas que inicio a correr. Más y más blanco es lo que hay en mi radar, dejándome sin salida, sin escapatoria, sin una luz de esperanza.

Pisada tras pisada exasperantes que se me hacen eternas hasta que veo una luz al final de este infinito pasillo. Camino hacia ella con ilusión de hallar una salida y al estar cerca, puedo notar a dos personas, dándome la espalda.

Esa melena rizada y ese cabello corto castaño lo reconozco a la perfección, son mis padres. Corro con más premura y ansias de verlos nuevamente, pero sucede lo mismo de siempre.

Escucho una voz lejana detrás de mí, doy la vuelta y oigo el eco provenir del camino que ya había dejado atrás. Siempre que encuentro una luz para salir, esa voz que no sé de dónde proviene me detiene.

¿Debería seguir la guía de esa voz o ir con mis padres?

Pero si regreso, volvería a ese camino interminable que solo me abruma y busca acabar con mi cordura. Puedo ir con mis padres, sé que ellos esperan por mí y yo ansío verlos.

Lo mejor es ir a ellos y recibir ese abrazo que tanto anhelo y necesito. Aunque no puedo dar muchos pasos porque una voz me detiene, diferente al eco lejano que siempre escucho.

—No vayas hacia allá, todavía no.

Miro en todas mis direcciones sin distinguir de quien es la voz femenina.

—¿Quién eres?

—No vayas hacia allá —repite.

Sigo inspeccionando las paredes blancas y la tenue luz que me rodea en busca de un indicio que me lleve a la persona que habla y en un oscuro un poquito lejano de mí, noto la presencia alguien.

—¿Por qué debería escucharte? Mis padres me esperan, iré con ellos.

—¿No quieres volver a ver tu familia?

—Ellos son mi familia.

—Quien ama no miente —inicia a salir de la oscuridad y esas palabras me recuerdan algo—. Ellos te mintieron toda tu vida.

—¿Quién eres? —vuelvo a preguntar.

Sale por completo y me permite observar su rostro, ese que se me hace genuinamente conocido. Es una chica mucho más joven que yo de unos hermosos ojos verdes y es ahí cuando recuerdo que la vi en un cuadro de una fotografía familiar.

—Mi hermano te espera. Él espera que vuelvas.

—¿Volver a dónde?

—A tu casa, donde perteneces. Al lado de los que realmente te aman.

—No entiendo.

—No debes entender nada, solo regresa con ellos. Sufren al considerar la idea de perderte y ya no quiero ver más triste a mi hermano.

Me señala el pasillo por donde ya había caminado, en el que ahora se ve una luz más cercana. Doy pasos hacia allá por inercia y antes de llegar, la chica vuelve a hablar.

After Him - Completa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora