IV: Traición

707 102 20
                                    

“Yo perdonara la tradición artera,
si alguna vez en tu amoroso trato
me hubieses dicho una verdad siquiera.”

~~~

Al día siguiente, ambos fueron a sus respectivos trabajos. La noche había sido fantástica, Adam por fin pudo contarle a alguien las historias de las estrellas que iluminaban su habitación por las noches. Felices, se despidieron con un fuerte abrazo y una gran sonrisa. Nigel se vistió con su ropa, que ya estaba seca, y agarró su revolver antes de salir, mientras Adam agarró un lápiz, un libro y una fiambrera para comer en el descanso.

Mientras trabajaba haciendo una exposición a un grupo de visitantes del lugar, escuchó unos disparos provenientes de la calle. No dudó en salir corriendo por si era él el que había disparado, y resultó que sí era él, pero era el herido.
    Nigel se empezó a desangrar en plena carretera desierta y Adam no tardó en ir a socorrerle, como hizo él aquel día.

— Amigo, tranquilo, vas a salir de esta, los villanos siempre pierden —decía un alterado Adam intentando animar a su colega.

— Adam...

El joven se arrancó una manga de su camisa para taparle la herida.

— No te rindas, todo va a salir bien, ¡demuestra que los buenos siempre ganamos!

— Adam...

— Estoy seguro de que tú puedes con ese idiota, y con muchos más. Solo no te rindas, eres un gran agente secre —El rubio le cortó.

— ¡Adam!... —Hubo silencio durante unos segundos, hasta que prosiguió— No soy un agente secreto, Adam, doy un gángster... Soy tan malo como el que me acaba de disparar, no quería... no quería decírtelo porque temía que me delataras a la policía y... quería ser tu amigo...

Mientras Nigel le acariciaba la cara con su brazo herido sin poder mirarle a los ojos del asco que le daba en ese momento ser lo que era, tras unos segundos de silencio Adam lo empujó y empezó a gritar, histérico y agarrándose el pelo mientras lloraba.

— ¡Me has mentido, me has mentido!

— Adam, entiéndelo, ¡sino me hubieses delatado!

— ¡Me has mentido! Me dijiste que eras agente secreto, ¡y eres un gángster! ¡Eres un gángster!

— Bueno... sí, soy un gángster, pero nuestra amistad —Esta vez, el que le cortó fue el castaño a él.

— ¡No te quiero volver a ver en la vida! ¡Tonto! ¡Estúpido! ¡Idiota! ¡¡¡Asesino!!!

Eso último le dolió. Lo era, era un asesino, como todo gángster, mas que saliese de su boca le dolió muchísimo.

— Eres un crío, Adam. —Enfadado y frustrado, agarró fuerzas para levantarse y salir corriendo de allí a buscar al tipo que le había disparado.

Adam no podía creérselo, seguía sin asumirlo, le dolió que le mintiese. Pero aún más le dolió verlo marchar.
    Instantáneamente, los compañeros de Adam se acercaron a ayudarlo y tranquilizarlo.

— Tranquilo Adam, venga, entremos, no te preocupes. Respira hondo, así, eso es, tranquilízate. —Repetía su compañero más cercano mientras lo llevaban de nuevo al trabajo.

Por otro lado, Nigel no podía dejar de pensar en él. Adam Raki. Un joven con el que, tras dispararle en la pierna, forjó una preciosa amistad. Un joven que, cuando lo vio en el suelo durmiendo, lo invitó a su hogar. Un joven que era capaz de soltarle el mismo rollo de los riesgos de fumar cada vez que se metía un cigarrillo a la boca. Él. Su mejor amigo.

— Adam...

Por un disparo ‹ SpaceDogs ›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora