Orden Caos

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Permanecía en el mar rojo ahogándome más y más a la oscuridad con mis ojos cerrados. Mi mente deambulaba en mis recuerdos de cuando era niño. Sentía como un año de vida se desvanecía como el humo de la nicotina. Una gran fuerza viajaba por todo mi cuerpo sintiéndome inmortal. Capté el sonido del viento, abrí mis ojos viendo un cielo naranja intenso, aparecí acostado en un prado infinito. Al levantarme; el crepúsculo me direcciono hasta una estatua; la de una gran serpiente con rasgos de cobra, mostrando sus colmillos afilados y largos al igual que su lengua. La estatua era tan atrayente, que me le hacía difícil dejar de verle.

—Las aguas te vieron llegar hasta el abismo, he aquí tu llegada—. Comento una conciencia atreves de aquella estatua.

—¿Dónde estoy? —. Pregunte.

—¡Bienvenido al Santuario! —. Exclamo una adorable niña de cabello suelto color ceniza adornado con flores blancas; vestida con un manto rosa sosteniendo un ramo de flores.

—¿Santuario? ¿Quién eres? —. Pregunte. Fijando la mirada hacia las pupilas amarillas de aquella niña desconocida.

—Soy el orden de tu nueva vida—. Respondió ella, obsequiándome el ramo mientras sus ojos resplandecían como la luz del sol.

—Y yo el caos, el inicio de tu muerte—. Hablo aquella conciencia otra vez, que deambulaba a través de la estatua serpientica.

—¿El inicio de mi muerte? —. Pregunte despavorido, me aparte del lugar. Mis pasos se hacían lentos cada vez que me alejaba más y más, hasta faltarme la respiración obligándome a regresar. Al no poder aguantar más, me devolví.

Aquella niña aún seguía con las manos extendidas sosteniendo el ramo de flores, esperando a que las tomara.

—¡Así que eres el orden de mi nueva vida! —. Exclame esperanzado con ganas de llorar. Al tomar el ramo de flores, la niña le apareció tras su espalda; grandes alas blancas de mariposas a punto de ascender. De pronto una fuerte brisa colisiono fuertemente contra mi, arrebatándome en el suelo. Abrí mis ojos lentamente, pude observar como aquella niña con alas  volaba por los cielos hasta eclipsarse. El silbido de serpiente deambulaba por mi mente hasta sentir la muerte tocar mi corazón.

Volví a nacer con menos vida, pero teniendo en mis manos el poder del.... 


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