III.

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Felix no sabia si reir o llorar. Minho era un desastre total con las plantas, no entendía como casi mataba tres de ellas ¡solamente se volteo dos segundos!, casi le da un paro al ver a sus pobres amigas en las manos de ese, posible, maldito asesino de plantas. En su desesperación por tratar de que ninguna de sus bellas flores muera, mando a Minho a limpiar las ventanas del local.

— ¿No me dijiste que ayudara con las plantas? ¡esto es aburrido!, no me gusta. —

Felix lo miro con un semblante serio. — Si no fueras un asesino con gusto te dejaria ayudarme, pero tu – Dijo señalando hacia Minho y luego a las plantas y ellas no se llevan. No pondré a mis bellezas en peligro. —

Minho rodó los ojos volviendo a su labor.

La lluvia ya no se sentia tan fuerte como antes, solo pequeñas gotas caían y algunos rayitos de sol se asomaban tímidamente a través de las nubes grises anunciando el fin de la tormenta.

— ¿De dónde eres? — Minho volteo a ver al peli negro.

— De la ciudad. — Una respuesta bastante corta, felix odiaba admitir que esperaba más.

— Ya veo... ¿y qué te trae por aqui? —

— Un cambio de aire ¿quizás? — Felix no estaba muy convencido con esa respuesta pero decidió dejar la conversación ahí.

Se formo un silencio después de eso, no era incomodo pero se sentia raro. Felix termino con las plantas y Minho con los vidrios.

— La lluvia acabo, creo que ya me voy. Gracias por dejar quedarme. —

Felix sonrió. — No es nada, que te vaya bien, espero volver a verte.—

Y dicho esto aquel desconocidos partió de su tienda.



el chico de las flores ; minlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora