What If:Code Geass Edition

La última Orden

Shirley se retorció las manos, tratando de calmar su nerviosismo. Debería haber hecho esto hace varios días, pero las cosas habían estado tan inestables últimamente que en realidad se había olvidado de los boletos que su padre le había enviado hasta que su compañera de cuarto se los recordó. El concierto era mañana y aún no le había pedido a Lelouch que fuera con ella.

La joven se sonrojó al pensar en su enamorado. Tenían una reunión en el consejo estudiantil en unos minutos y, con un poco de suerte, podría ver a Lelouch antes de que entrara en la casa club. Ella no quería preguntarle frente a todo el consejo. Milly ya la estaba molestando lo suficiente.

Ella solo esperaba que pudieran ir. El ataque al Virrey hace tres semanas por parte de un grupo de asesinos desconocidos había puesto el Área en modo de bloqueo. El toque de queda acababa de finalizar la noche anterior, lo que permitió a los ciudadanos moverse después de las siete de la noche.

No se habían realizado arrestos en relación con los atacantes del virrey. El rumor decía que se habían ido del continente . A Shirley no le gustaba pensar en eso. Que una de los princesas, miembro de la familia Britannia, había sido atacada, casi asesinada... ni siquiera podía imaginarlo. Los Britannias eran el máximo poder del Imperio; su palabra era ley. Trató de no escuchar los rumores de más ataques. Solo puso nerviosos a todos, especialmente aquí en el Área 11, ya que estaban muy cerca de la Federación China.

No tenías que entender de política para saber que un enemigo podría atacar si parecía débil.

Shirley se iluminó cuando finalmente vio a Lelouch caminando hacia la casa club. "¡Lulú!" Sonrió mientras saludaba a su amigo, contenta de dejar atrás sus oscuros pensamientos. "Me preguntaba. Mi papá a veces me envía cosas porque no siempre puede estar en casa, y tengo estos boletos para un concierto mañana, ¿te gustaría venir conmigo? Es música clásica y-" Shirley se interrumpió, mirando el grupo que acababa de entrar por las puertas del campus de Ashford. "... ¿Por qué hay un Caballero de Rondas en el campus?"

"¿Qué?" Lelouch se giró para poder mirar, su espalda se tensó. Parecía casi... asustado.

¿Por qué Lulu le tendría miedo? Shirley se preguntó. Sí, eran muy poderosos en el Imperio, pero no era como si lo lastimaran. Lelouch no era un enemigo del imperio.

El Caballero, rodeado por un grupo de soldados británicos con un uniforme que Shirley no conocía, se veía diferente al de Suzaku, se acercó a ellos. Shirley se estremeció un poco, mirando a los ojos de la chica de cabello rosado. Parecía muy concentrada en algo. Sintió que sus ojos se abrían con sorpresa cuando el Caballero fue directamente hacia Lelouch y se arrodilló, los soldados hicieron lo mismo a su alrededor. "Su Alteza. La última orden de Su Majestad fue que le entregaramos Pendragon".

"...Su última orden?" preguntó Lelouch, su voz tensa.

La Caballero levantó la cabeza. "Charles zi Britannia, el 98º emperador de Britannia, ha muerto".

...

Milly abrió alegremente la reunión a pesar de las protestas de Rivalz de que faltaban Shirley y Lelouch. Ashford sabía muy bien que Shirley estaba esperando invitar a Lelouch a salir. Honestamente le deseaba lo mejor a la otra chica, aunque no dejaría de molestarla, por supuesto. Shirley se había enamorado de Lelouch durante años. Ya era hora de que hiciera algo al respecto.

La puerta se abrio. Milly dejó de leer la agenda. Quería bromear con sus miembros faltantes cuando entraron.

Lo que entró por la puerta la sorprendió. No solo Shirley y Lelouch, sino una mujer joven, una niña, en realidad, vestida con el distintivo uniforme de un Caballero de Rondas, junto con varios miembros del personal militar. Junto a ella, Suzaku se paró de inmediato, sus ojos se dirigieron a los de Lelouch, su cuerpo tenso y listo para entrar en acción. Lelouch negó con la cabeza ligeramente. Milly se sorprendió al mirarlo; había cambiado casi por completo. Atrás quedó el estudiante relajado y perezoso que se quejaba de completar sus tareas para el consejo. Todo, desde la inclinación de su cabeza hasta el más mínimo gesto de su mano, gritaba poder. Sin siquiera darse cuenta, otros en la sala se enderezaron un poco, su atención cautivada por su vicepresidente.