prólogo: hola, soy jungwon.

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Definitivamente, nunca pensé que mi vida sería así.

Vengo de una familia humilde de cuatro personas: mi madre, que se queda en casa mientras maneja su negocio de repostería por encargo; mi hermana, mi dolor de cabeza personal que muy para mi fortuna, está estudiando en el extranjero y no viene ni siquiera en las fiestas; y mi padre, un hombre correcto que no deja de enseñarme la importancia de pagar mis impuestos y cumplir con mi servicio militar. Papá empezó a trabajar para una gran compañía hace ya un par de años, y eso nos ha ayudado a mejorar nuestra situación económica. Nueva casa, nuevo auto, nueva escuela y más oportunidades para mamá, para mi hermana y para mí.

Sin embargo, esta historia comenzó cuando papá apenas llevaba unos ocho meses trabajando para la Hybe Park Corporation, la compañía líder en tecnología, hospitalidad y entretenimiento en toda Asia.

Déjenme presentarme: hola, soy Jungwon, Yang Jungwon. A estas alturas de mi vida, ya tengo 18 años, pero todo esto comenzó cuando tenía 16 y apenas empezaba mi segundo año de preparatoria, dos años que creía se verían eternos entre las cuatro paredes blancas de mi salón de clases. En ese entonces, en cuanto a madurez, seguía siendo un niño pequeño, que disfrutaba de leer webtoons e ir con sus amigos a cibercafés después de clases. Sigo haciéndolo, pero siento que he madurado desde esos días, sobre todo por las experiencias que me esperaban en ese entonces. 

Había empezado a ir a las escuelas Engene hace unos seis meses, empezando mi transferencia a la mitad de mi último año de secundaria. Me llevaba relativamente bien con toda mi clase, llena de chicos de clase alta y distintos talentos, no me hicieron falta muchos días para darme cuenta de que el único alumno subsidiado en mi clase era yo, pero eso no me avergonzaba. De hecho, me enorgullecía sacar mis cajitas bento con los almuerzos que mi madre me preparaba a diario, y siempre oler ligeramente al perfume de mi padre que quedaba en mi uniforme cuando me abrazaba al despedirse antes de irse a trabajar en la mañana. No me hicieron falta muchos días para darme cuenta de que ese era un privilegio que no muchos de mis compañeros tenían. Y así como yo respetaba su estatus y el hecho de que al menos la mayoría de ellos no lo usaban para humillarme, ellos respetaban mi situación y mi trasfondo, tratándome la mayoría de las veces simplemente como otro alumno.

Tenía dos amigos a quiénes, aún al sol de hoy, considero mis mejores amigos: Sunoo y Niki. 

Kim Sunoo era el nieto del fundador de la escuela e hijo de una actriz muy famosa por sus obras de caridad y sus distintos galardones por papeles en películas nacionales e internacionales, una joven mujer que merecía todos aquellos halagos, pues era un completo amor de persona, tal como su hijo. Sunoo era un poco nerd, le gustaba estudiar casi tanto como aprenderse todas las nuevas coreografías de sus grupos favoritos, y podía sacar datos curiosos en los momentos menos convenientes, como el decir que los camarones casi siempre mantenían sus desechos corporales dentro de ellos al cocinarse cuando el platillo principal de ese día era sopa de mariscos. Sí, Sunoo tenía sus defectos, como su autoestima que tocaba las nubes y algunas veces podía malinterpretarse como narcisismo, así como la repentina caída de esta con el más mínimo comentario negativo de parte de cualquiera, pero tenía un buen corazón y mucho amor que dar.

Para su buena suerte, tenía a Niki.

Nishimura Riki, o Niki para sus amigos, era el nieto del ex-embajador de Japón en Corea del Sur, hijo de la gimnasta olímpica Tomita Suki y el famoso actor de artes marciales Nishimura Aoki. A diferencia de nosotros, Niki no vivía con sus padres, vivía solo en un apartamento que su abuelo le había dejado para que pudiese terminar sus estudios en Corea, siguiendo los deseos de sus nietos. Algo muy cierto es que a Niki le gustaba Corea por muchas razones, entre ellas que el volver a Japón significaría tener que volver a someterse a los altos estándares que sus padres tenían para él. Niki, como podía notarse, era naturalmente apto para la actividad física, pero a diferencia de las carreras escogidas por sus padres, él quería dedicarse al baile y a las artes, no a los deportes. Y bueno, a pesar de que su abuelo le diera su bendición antes de irse como el embajador de los Estados Unidos, no sabía cómo sus padres se tomarían el saber que tenía un adorable novio que tomaba la forma de un durazno convertido en humano.

Sí, Niki y Sunoo son novios, lo han sido desde antes de conocerme.

En comparación a lo estudioso que era Sunoo y la memoria fotográfica de Niki, yo era el eslabón débil en cuanto a los estudios entre nosotros tres, aunque me avergüence admitirlo, ¡y no era porque no me esforzara, porque les prometo que lo hacía! Pero... tenía una enorme distracción.

Un creciente, inevitable y muy intenso enamoramiento hacia el estudiante modelo de mi escuela, Lee Heeseung.

Heeseung era mi sunbae, estaba en último año y era más hermoso que el más perfecto atardecer. Estaba tan enamorado de él que con el más mínimo encuentro de nuestras miradas, me sonrojaba hasta las pantorrillas. Heeseung sabía de mis sentimientos, pues hasta yo era consciente de que no era para nada discreto, pero había un factor que jugaba muy en mi contra: Heeseung no salía con alumnos menores, en general, ni chicos ni chicas. Si no estabas en su clase, o por lo menos en su año, tus oportunidades de estar con él se reducían en cantidades exponenciales. Pero yo mantenía mis esperanzas, como un fanboy con su artista favorito, de que milagrosamente cambiara de parecer y me llevara de la mano a un "felices para siempre".

Tenía 16, no me juzguen.

Pero convenientemente, cuando finalmente parecía tener la atención de Heeseung, fue porque algo pasó. Para ser más precisos, alguien pasó.

Ese alguien era el mejor estudiante de la escuela, Jay Park, que acababa de volver de la escuela de negocios en Seattle para reclamar su puesto como el verdadero estudiante modelo de la Preparatoria Engene. Y como todo buen niño rico, siempre tenía lo que quería.

Para mi mala suerte, me quería a mí.

not my crush! | jaywon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora