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—Disculpe, ¿puede traernos otra botella de vino junto con la cuenta, por favor? Gracias.

Cuando el mozo se fue, Heeseung llevó la copa con un poco de la bebida a sus labios e hizo un mohín, más por aburrimiento que por otra cosa. Aquél tipo de ambiente no iba con él, y a juzgar por las caras largas de los 6 chicos restantes, ellos pensaban igual.

Seguía sin comprender. ¿Por qué el CEO los enviaría a un restaurante tan caro y elegante? Cumplían un año de haber debutado, no de bodas. Lo había intentado, pero ni siquiera conocía la mitad de los platillos que allí ofrecían, ni hablar de las bebidas. Su billetera quiso huir cuando observó los precios, y para ser honestos, él también.

¡Hasta estaban vestidos de gala! No es que no le gustara, pero era demasiado. Hastiado, empezó un tintineo al chocar las puntas de sus dedos con su copa ya vacía, mientras esperaba su pedido. Jake le miró, desviando la vista del movimiento de su mano a su expresión, y le quitó el frágil objeto, logrando detener el inquietante sonido.

—Si continúa haciendo eso, es muy probable que añadan el precio de la copa a la cuenta. Es sólo por precaución —Bromeó, aunque no mentía del todo—. Por cierto, ¿otra botella? ¿Qué pretende, hyung?

En este punto, todos en la mesa les prestaban atención. Igual, no tenían nada mejor que hacer.

—Sacarnos de aquí. Este lugar me incómoda, no pienso desperdiciar nuestra noche de esta forma —Aclaró, los rostros de los demás animándose al escucharlo—. Celebraremos a nuestro modo, aún tenemos tiempo. Ah, y la botella es para llevar.

—Me parece perfecto, ¿pero, quién va a pagar? —Preguntó, Jungwon.

Todos se vieron unos a otros, reacios al tema. Lee rodó los ojos ante su actitud, manteniéndose al margen cuando la cuenta y la botella fueron colocadas enfrente suyo. Sin pensarlo mucho, pagó, firmó el recibo y por último agradeció al mozo por su servicio.

Pasando por alto las miradas incrédulas que le rodeaban.

—Considerenlo un regalo, porque no volverá a pasar.

——

Jake fue el primero en abrir la puerta, quitándose el saco para luego colgarlo en el perchero. Metió una mano en el bolsillo de su pantalón y con la otra, despeinó su cabello, volviéndolo todo un desastre digno de ver.

Observando de reojo como los demás chicos entraban, y se ponían cómodos inmediatamente. Se giró hacia ellos, quedando en el centro de la sala.

—¿Y ahora qué? —Cuestionó, la anticipación filtrándose por su voz.

Lo siguiente que vio, le dejó sin habla: Heeseung caminando hasta quedar a su par, con el saco puesto por sobre sus hombros recalcando lo bien que lucía aquella camisa blanca. A eso, sumándole los brillantes mechones pelinegros cayendo por su frente con suma delicadeza y la sonrisa esquimal.

Además de que no le apartaba los ojos de encima.

Tragó grueso, notando como elevaba la dichosa botella verde y sin más, la agitaba mínimamente.

—Vamos a divertirnos, muchachos.

Sonrió, el resto imitándole. Shim dejó de seguir la conservación inmerso en su burbuja, o eso creía hasta que alguien palmeó su espalda con más fuerza de la necesaria, devolviéndolo al presente.

—En lo que sea que estés pensando, déjalo y lleva tu gran trasero al comedor. El vino no se servirá solo.

Niki lo arrastró, decidiendo llevárselo consigo. Habían decidido preparar una barbacoa al final, una que a decir verdad, quedó muy bien. Cada quien aparte de su plato principal, tenía a un lado su respectivo vaso con vino.

El rubio llevó el último trozo de carne a su boca, medio insatisfecho. Heeseung que estaba a su lado, lo notó, por lo que se acercó dispuesto a animarlo un poco.

—¿Qué ocurre?

—Nada importante —Negó, jugando con sus palillos—. Sólo siento que me falta algo.

Bajó la cabeza, queriendo hacerse el difícil.

—¿Algo cómo qué? —Le incitó a que continuara.

—Algo como un buen plato de tteokbokki. Sería como cerrar la noche con broche de oro.

El pelinegro parpadeó un par de veces, creyendo haber escuchado mal. Exhaló, enderezándose en su asiento y tanteando su pantalón con cuidado en busca de su teléfono. Todo esto, bajo la mirada acusatoria de el menor.

—¿No va a decir nada? —Murmuró aquello.

—Claro, espera —Sacó el aparato e ingresó a la aplicación de servicio a domicilio que tenía instalada, ordenando un pedido por tercera vez consecutiva en la noche—. Lo entregarán en 15 minutos, ¿puedes esperar?

Sintiéndose animado, asintió. Aplanando los labios en un vano intento de ocultar sus ganas de sonreír, creía que iba a ser más difícil de persuadir. Para su suerte, los minutos pasaron volando y en cuestión de nada, se encontraba comiendo lo que su hyung le había comprado.

—¿Mejor? —El mayor le miraba atento, volvió a asentir en respuesta.

Ahora sí, podía decir que se sentía totalmente satisfecho.




















































Hola volví no me maten muak

Shameless ✦ HeejakeWhere stories live. Discover now