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En las afueras del pueblo mágico llamado Naxeline, los preparativos para la mayor fiesta del año estaban casi listos.

Muchos espíritus del bosque se ayudaban entre sí, unos tiernos y pequeños komadas iban de un lado a otro con decoraciones naturales, un grupo de dríadas que vivían en el centro del bosque dirigían a los voluntarios. La extensión de la fiesta era inmensa, se dividiría en algunos sectores para la mejor convivencia y que así no resultase incómodo y respetando el espacio para las actividades. Se pusieron unas ramas trenzadas alrededor de todo el perímetro que se usaría para marcar el territorio y no entrarán personas no deseadas.

Justo donde la rama que marcaba la entrada y salida había un dríada perteneciente a la encina más cercana, la bella y divertida Zawi, conocida por ser de las dríadas más olvidadizas que incluso perdía su propio árbol el cual no se podía alejar mucho. Emocionada por la gran fiesta de esa noche, Zawi hablaba entusiasmada sobre la llegada de su grandioso novio, Er.

Una pequeña ardilla estaba sobre el regazo de Zawi, ella tomando una bellota en perfecto estado se la ofreció.

—Oh ardillita, tengo mucho sin ver a Er, ¡Es uno de los mejores elfos inventores de su generación! —dijo la dríada, cepillando su cabello verdoso. La ardilla hizo unos ruiditos mientras masticaba su comida y Zawi tomó eso como respuestas —Lo sé, lo sé. Esos rumores no son ciertos, te lo aseguro.

Un grupo de dríadas pasaron riéndose y murmurando de los posibles invitados, se decía que vendrían incluso humanos y seres poderosos. Mencionaron varios nombres que Zawi no pudo entender, finalmente la señalaron y se marcharon aún entre risas.

Zawi sentada debajo de su árbol, se imaginó su reencuentro con Er, mientras que los rayos del sol se filtraban entre las hojas de los árboles, todo se volvería en cámara lenta y todo se olvidaría. Solo el bello elfo yendo hacia ella y ella yendo hacia él, el viento acariciaba el claro cabello de Er haciéndola sentirse desesperada por la falta de él, y cuando por fin llegarán uno delante de otro, Zawi se lanzaría sobre él, y claro que la estaría esperando con sus brazos extendidos con aquellas manos delgadas y callosas por sus constantes creaciones, la tomaría por la cintura con una mano y la otra la pondría en su rostro para acercar sus labios con los suyos y compartir un beso después de todo el tiempo sin verse.

La dríada dejó de fantasear, pues su compañera de un árbol que las separaba tan solo unos metros se acercaba exhausta, como era costumbre tal vez traía noticias importantes o por lo menos entretenidas.

Se saludaron rápidamente y Zawi le ofreció un lugar donde su árbol daba sombra.

—¿Qué pasa?
—Vendrá —Su amiga respiraba con dificultad —. Él vendrá.

Al ver que Zawi no respondía, la otra dríada abrió sus enormes ojos verdes y soltó un bufido.

—¿Es que no es obvio? Te he dicho que ese hombre te conviene más que ese tal Er —dijo, toqueteando con la palma de la mano la tierra, asintiendo como si estuviera verificando la calidad de esta.

—Ah, ¿te refieres a Niq? —Zawi dijo tímidamente —Te he dicho que amo demasiado a Er, y sabes que soy fiel.
Se cruzó de brazos aparentando que estaba consternada.
—Me mandó un colibrí ayer, confirmando que vendría esta tarde, supongo que no tardará en llegar —dijo Zawi esperanzada —Y ¿En serio? ¿Niq?
—Dicen que es de los elfos más hermosos y atractivos, y misteriosamente eres la única criatura viva que ha mostrado interés —dijo.

Zawi pensó en todas las cartas que le había mandado Er, le parecía incluso estúpido pensar que dejaría a un lado a él por alguien que era simplemente hermoso y atractivo.

—Bríope, soy feliz como estoy y no me importa esos rumores que dicen por ahí, confío en él.

"Confío en él", se lo repetía una y otra vez. Pues si no había confianza de ambos lados, no quería saber a dónde llevaría su relación. Miró la posición del sol y cerró los ojos, agradecida con estar sola y ansiosa por la llegada de su amado.

Miró de nuevo la carta que le fue llevada por el colibrí mensajero:
"Mi amada Zawi y árbol de mi vida, te veré en tu preciada encina antes de que el sol se oculte y los últimos rayos desaparezcan."

Venía con algunas otras aventuras que había vivido lejos de su tierra y algunas de sus nuevas creaciones, y cómo se convirtió en uno de los inventores con más prestigio gracias a la ayuda de la princesa Aix del reino principal de todos los elfos, Rixvel.

Algo dentro de ella comenzó a sentir envidia, pues él podía ir a dónde quisiera, en cambio ella estaría atada de por vida a su árbol, los que haría que se perdiera muchos momentos importantes de la vida de sus seres queridos.

Abrió los ojos, ya había pasado bastante tiempo, y las últimas luces del sol comenzaban a dormir. Las personas empezaban a llegar a la fiesta, los constantes pasos del grupo de personas que entraban le resultaba molesto.

Zawi recordó cómo pensaba la llegada de Er, pero lamentablemente se hizo tarde y el sol se ocultó y la luna se alzó. Bríope la miraba desde lo lejos con lástima, así que Zawi se levantó animada, tal vez se le atravesó algo pero no dejaría que se quedara ahí tumbada en su tronco y dando lástima. No sabía cuánto tiempo había pasado realmente desde la partida de su amiga, pues las ninfas del bosque percibían el tiempo de diferente manera.

La música se escuchaba lejana, así que Zawi comenzó a bailar siguiendo el ritmo, arreglando su cabello y quitando algunas ramas y agregando algunas flores. Tres mariposas tigres revoloteaban en su cabeza, alzó sus manos de un lado para otro y giraba sobre sí misma. Sus pies iban sincronizados, se dejó llevar con la melodía mientras danzaba a la vista de la luna, hasta que un pequeño erizo se atravesó donde tenía planeado pisar. Reaccionó antes de aplastarlo o hacerle algún daño, dio un paso desequilibrado hacia atrás y chocó con una gran raíz haciéndola caer finalmente.

Por suerte no quedó inconsciente,un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo por la tierra húmeda, miró sus manos, su piel verde pálida y sus venas llenas de clorofila. Cerró sus ojos, alejando sus pensamientos. Sintió una presencia a su lado, esa presencia era de alguien grande, pensó, se recostó a su lado y respiró ruidosamente, tal vez como un aviso. Zawi dio la vuelta aún con los ojos cerrados para quedar frente a la persona. Sabía por naturaleza como se sentía el aura de un elfo, abrió los ojos con la esperanza de encontrarse a Er, pero cuando logró ver claramente se llevó una sorpresa al encontrarse al elfo solitario. El cazador más reconocido. Su rostro oscuro estaba volteado al de Zawi separados por centímetros,ella soltó un grito y antes de hacer otro movimiento, él se apartó y con una agilidad asombrosa se puso en pie.
Ella aún recostada lo miró y comenzó a levantarse, él le ofreció la mano que Zawi rechazó, se tomó su tiempo.

—¿Te puedo ayudar en algo, Niq? —dijo.

Con una sonrisa en los labios Niq negó.

—¿Yo te puedo ayudar en algo, Zawi? —preguntó él.
—Tal vez sí ¿Qué hacías recostado ahí abajo junto a mi?

El elfo sacudió la tierra de su capa y posó sus penetrantes ojos plateados sobre una flor en el cabello de Zawi.

—Creí que sería placentero y cómodo—dijo Niq —Me equivoqué, claramente.

Zawi le explicó rápido lo que ocurrió en realidad.

—En fin ¿Viste a Er?

Niq se llevó la mano a su cinturón, donde la dríada vio que iba cargado de armas. Ella comenzó a caminar y se posó sobre su árbol, Niq aún callado la siguió.

—Si lo vi —dijo finalmente el elfo —No estaba muy lejos de aquí, pero estaba dentro de la fiesta.

Zawi no le creyó.

—¿Cómo sabes que estaba dentro de la fiesta si acabas de llegar?
—¿Cómo sabes que acabo de llegar?
—No juegues conmigo cazador —dijo Zawi molesta y acercándose, era alto así que tenía que levantar su cabeza para verlo a los ojos —Quiero la verdad y solo la verdad.

El dio un paso adelante y muy poco espacio los separaba, pero eso no le molestó a Zawi, se plantó en la tierra para enfrentar al elfo.

—Si quieres la verdad, no me tienes que preguntar a mi —dijo bajando la voz —¿Aún eres pareja de Er? He escuchado ciertos rumores...

El Rumor del ElfoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora