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Una rama se quebró, él se apartó y Zawi vio a su derecha a Bríope corriendo dentro de un árbol para esconderse. Regresó su mirada a Niq el cual ya se estaba yendo.

—¡Espera! —pidió, él giró para mirarla a los ojos —No sé a que estés jugando conmigo, pero confío en Er plenamente y con todo mi corazón.
Niq subió la capucha de su capa café, cubriendo su cabello corto.

—Oh, querida Zawi, creo que sabes cuáles son mis sentimientos hacia ti, no me atrevería a jugar contigo de una manera cruel —Se acercó de nuevo a ella y llevó su mano a su cabello —A veces tienes que pensar con la cabeza y no con el corazón.
Diciendo esto el cazador solitario se marchó, uniéndose al ruido de la fiesta al cual ella no se atrevía acercarse.

Se tiró sobre su encino, esperando a por Er. Preguntándose dónde estaba, pues se hacía tarde y más tarde y no aparecía. Vio marcharse a Bríope dentro de la fiesta con unas hadas y algunos cuernos en las manos. Los rumores la atormentaban, la tardanza era igual, el tiempo que no se veían era muchísimo y podría haber pasado muchas cosas en la vida de Er. Sacudió la cabeza, alejando todos esos pensamientos, no dejaría que simples noticias falsas la hicieran preocuparse.

Las mismas dríadas que se habían burlado de Zawi volvieron a pasar, señalando de nuevo.

—¡Oye Zawi! —gritó la más baja de ellas —¿Er no te dice Árbol de su vida? Resultó que tiene todo un bosque.

Sus amigas rieron a carcajadas y se fueron.

Zawi pensó que sería más fácil entrar a su árbol y desaparecer. Se sentía tan sola a la espera de Er, que tardaba tanto. Y así fue, se adentró a su encino y todo se volvió oscuro.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero su mente y todos sus sentidos se habían apagado, hasta que una mano la sacó de su sueño. Bríope la tomó del brazo y la jaló fuera de su árbol aún era de noche y la fiesta continuaba.

—¡E-S-C-Á-N-D-A-L-O! —deletreó
—¿Qué pasa Bríope? No me siento de ánimos.

Bríope dudó.

—Bueno, ahora ya no estoy segura si decirte o no.
—¿Decirme qué? —dijo Zawi tristemente.

La otra dríada comenzó a rascar su cabeza en forma nerviosa.

—Ehm... Er si está en la fiesta —dijo —No estoy segura sobre si los rumores son ciertos...

Antes de que dijera algo más Zawi la tomó por los hombros pidiéndole que la llevara a dónde había visto a Er.

—Está un poco lejos de tu encino —le dijo —. Te llevaré, con una condición.
—¿Cuál? —preguntó Zawi
—No cometas ninguna locura.

Y sin más preámbulo se adentraron a la fiesta las dos dríadas.

Zawi sintió como un lazo invisible la unía a su árbol, y cada que daba un paso más lejos el lazo se hacía más tenso.

La publicidad de la fiesta no era mentira, era grande. Muchos invitados con instrumentos de viento tocaban melodías bellísimas y otros bailaban en parejas y solos.

Bríope caminaba deprisa, solo se detuvo cuando en su campo de visión se atravesó Niq, miró a Zawi y está lo vio también, pero no era el elfo que buscaba. Alentó a su amiga a seguir el camino, dejando de atrás al cazador de cabello negro.

El lazo que conectaba a Zawi y su encino le advertía a gritos que ya no podía ir más allá, su límite había llegado, Bríope lo sentía también pero su árbol estaba unos metros más cerca de la fiesta, aún así Zawi sentía como su energía vital bajaba.

—Bríope ¿Cuánto falta? —preguntó agotada Zawi.

La dríada miró a su alrededor, dio unas vueltas sobre si misma y sentó a Zawi cerca de un grupo de hombrecillos regordetes que hablaban un idioma que no identificaban.

—Probablemente se movió de lugar, aquí estaba. Pero mira, no sabes toda la historia, no me dejaste explicar siquiera...
—Te puedes marchar Bríope —dijo Zawi —Puedo seguir desde aquí sola.

Bríope negó con la cabeza

—¿Estás bromeando, cierto? Tu árbol está muy lejos y morirás si vas más de lo que deberías, y con lo olvidadiza que eres seguro ni lo encontrarás por tu cuenta —dijo Bríope —quédate aquí, amiga mía, yo buscaré y preguntaré por él.

En cuanto dijo eso, la dríada se fue preguntando a todas las criaturas y seres vivos si habían visto a Er, Zawi intentó ponerse de pie y acortar la distancia entre su árbol y ella. Cuando ve un grupo de elfos del reino Rixvel con grandes armaduras de hierro, altos y fornidos algo muy raro entre esa raza, pues suelen ser esbeltos. El escudo del reino con el perfil del rey se encontraba entre los hombros de aquellos elfos. A Zawi le pareció que estaban haciendo guardia, aún agotada se acerca a ellos y logra ver una corona plateada, pequeña y delicada con algunos cristales lunares dentro del territorio protegido por los guardias reales.

No le sorprendió ver a la princesa Aix con algunas dríadas como compañeras y pareja, Zawi contó por lo menos a cuatro de ellas, la princesa reparó en su llegada y con una señal les ordenó a los elfos que la dejaran pasar. Zawi confusa y débil da unos pasos. La bella princesa Aix se le acerca seductora, llevando su boca al oído de ella con la intención de murmurar algo, su cabello rubio casi blanco acarició el brazo de la recién llegada.

—Dime dríada, ¿deseas compañía? —le preguntó.

Zawi les lanzó una mirada a las otras dríadas, viendo cómo la animaban a unirse al grupo privado de la princesa. Zawi se alejó de la princesa y escuchó a lo lejos que Bríope que la llamaba.

—Lo siento princesa Aix —comenzó tímidamente Zawi —es un honor, creo, pero busco a alguien.

La princesa no insistió, así que regresó con las otras dríadas, se recostó sobre un sillón alargado escarlata y la miró.

—Entonces ¿A quién buscas?

El Rumor del ElfoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora