Unknown

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–Nee, ¿Te enteraste?

–¿De qué? ¿El estudiante transferido? -pregunta emocionada la chica de coleta.

–¡Sí! Escuché que es guapo, y además... ¡Tiene dinero!

–Oe, ustedes. -interrumpe un yankee molesto. –Son demasiado ruidosas. ¿Y qué si el nuevo tiene dinero? ¿Y qué pasa si es “guapo”? Mientras no sepa luchar, lo destruiré. -afirmó con arrogancia.

Las chicas se sintieron con miedo ante tal confesión.
Guardaron silencio, pretendiendo que nada había pasado, ni siquiera su plática anterior.

–Kenma-san. -llamó el mismo chico, alejándose de ellas para acercarse al mencionado. –¿Iremos a saludar al nuevo? Para enseñarle quien manda a los de segundo.

–Detente, Gen. -respondió el de cabello azul. –Murayama regresó a clases. Sabes que mientras él esté por aquí no deberíamos causar problemas. A menos que quieras luchar contra él.

–... Lo que sea. -expresó frustrado, dándose la media vuelta para salir del salón.

–Hey, Gen. No hagas estupideces. -advirtió una vez más Kenma.

–Si, si, lo sé. -sacudió su mano en el aire con indiferencia.

–Tonto.


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–Seki-chan, ¿Dónde estás? Me aburro mucho... -se quejaba el pelinegro en voz alta. –No hay de otra, iré a darle una vuelta a los de primero, ¿Quizá una pequeña lección? ¡En ese caso debería hablar con todos! Muy buena idea. -elogió su decisión y fue hasta la sala de audio. –¡Oh, hay alguien aquí! -exclamó al ver a un chico sentado sobre el sofá, cubriendo su rostro con un libro. –¿Quién eres?

El de anteojos bajó un poco el libro que sostenía, dejando ver únicamente sus ojos y su semblante fruncido.

–¡Woah! Ese es un moretón increíble... ¿Duele? -preguntó acercándose con curiosidad. –No te habías visto antes, ¿Eres nuevo?

–Aléjate, basura. -respondió enfadado el de lentes.

Murayama detuvo sus pasos.

–¿Huh? ¿“Basura”?

–Solo porque uso anteojos no significa que pueden burlarse de mí... bastardos inservibles.

–Oi... ¿De qué hablas? Yo no me estaba burlando.

–¡Jajaja! -se escuchó una risa sarcástica viniendo de afuera, acercándose cada vez más. –Con que aquí era donde te escondías, eh... Niño rico.

–Espera, Gen, mira bien, Murayama también está aquí. -dijo asustado el del afro que lo acompañaba.

–Murayama-san para ti. Soy tu senpai. -corrigió el mencionado volteando hacia ellos. –¿Qué pasa?

–¡Perfecto! He estado entrenando mucho desde la última vez, seguro hoy puedo ganarle. ¡Siento la suerte de mi lado! -exclamó el joven, acercándose peligrosamente a Murayama.

–¡Espera! -gritó de pronto el chico de lentes, haciendo que todos lo miraran. –Viniste aquí por mí, ¿Cierto?

–¿Qué dices, estúpido? -exclamó levantando más su tono de voz. –No te hagas el valiente, bastardo.

–Oi, oi, oi. ¿Pueden calmarse un momento? No entiendo qué es lo que est- -Murayama se agachó cuando estaba a punto de recibir una patada por parte de Gen. –No había terminado de hablar, idiota. ¡Respeta a tu senpai! -dicho esto, se fue contra el rubio.

Todoroki y el acompañante afro de Gen, solo pudieron quedarse de pie en el mismo lugar, observando la paliza que el de prendas azules le proporcionaba al otro.

–Ya-ya... ¡Ya es suficiente! -gritó el de afro. –Murayama-san, detente, por favor. -pidió con clemencia.

El mencionado paró sus golpes y se levantó, ya que estaba encima del tipo medio inconsciente.

–Algo como esto... -se acercó al de afro. –Que no vuelva a suceder, ¿Entendido? -lo señaló con su dedo índice manchado de sangre, al igual que sus dos manos.

–¡Sí, señor! -respondió rápido y enérgico, yendo hasta su amigo para llevarlo a la enfermería y salir lo más rápido de ahí.

–¿Tú eres Murayama? -le pregunta el de lentes.

–“San” -repite. –¿Cómo te llamas?

–Todoroki.

–Heh... ¿Eres el chico nuevo del que tanto hablan?

–Supongo. -regresa al sofá donde estaba, retomando su lectura.

–¿Te están acosando? -pregunta serio desde su lugar.

–Eso no es de tu incumbencia.

–Sabes, soy tu senpai. Un poco de respeto es lo mínimo que merezco. Además... -giró hacia Todoroki, mostrándole sus manos claramente lastimadas. –Te ayudé un poco hace un momento, ¿No es así?

–No te pedí que lo hicieras, “senpai”. -dice lo último con sarcasmo.

–Pero verás, no se trata de eso. -camina hasta él, intentando ganarse su total atención. –No lo hice con el propósito de escuchar un “gracias” de mi kouhai; no, no. -tomó asiento en el espacio sobrante del sofá.

Todoroki se sobresalta al principio, mas no siente que el más bajo tenga algo malo en mente.

–La razón es que, odio las peleas sin sentido. -confiesa. –Son tan aburridas. -dice alargando las últimas palabras. –Darle un recordatorio a ese tipo era lo que tenía que hacer y de paso mostrarte a ti lo que puede pasar. Ah, pero, Todoroki-chan, tú no eres así, ¿Verdad?

–¿“Chan”? No eres gracioso. -cierra el libro poniéndolo sobre sus piernas. –¿Qué quieres?

–¿Eh? Nada, ¿Por qué? -pregunta confundido, viendo fijamente al pelinegro.

–Sigues aquí. ¿Qué es lo que quieres?

–... Lo olvidé.

–No fastidies. -reclama levantándose.

–Bye, bye, Todoroki-chan. -se despide amigablemente, aunque el otro lo ignore.

El mencionado ya estando a punto de salir, se detiene, parece pensar por un largo segundo para luego hablar aún de espaldas.

–Gracias, Murayama.

Después de agradecer, sale y se va, mientras deja al de bandana sorprendido.

–Es un buen tipo después de todo. -sonríe Yoshiki para sí mismo. –¡Oh! ¿Qué hay del “san”? -gritó sin ser escuchado por nadie.

Chuu Muraroki - [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora