2 de julio

3 1 7
                                    

No pude esconder mi emoción y alegría por ver de nuevo a Ulises. Por el caminó cantaba una y otra canción, también bailaba. Amanda me miraba con sorpresa, reservándose los comentarios. Llegamos a casa de Lucía recibiéndonos con efusividad, le respondí del mismo modo, ella no se limitó a cuestionarme mi buen sentido del humor por lo regular, argumentó, soy de una sonrisa como mero saludo. Le mentí no podía decir en realidad mi alegría. Solté una risilla de complicidad ¿Me pregunté por qué ahora no me preocupaba tanto por Amanda y mis sentimientos hacia ella? Estaba claro, quizá. La presencia de Ulises me emocionaba pero decidía estar con Amanda, entonces no había nada de malo. Eso, después de todo era el amor.

Entramos, abracé con fuerza a Rita pero si lo pienso ahora fue muy evidente cuando me acerqué a Ulises lo tomé en mis brazos quedándome ahí por un largo rato. No pude evitar inhalar su aroma y su perfume.

- Me da gusto volver a verte. – le expresé sentándome a su lado.

- ¿Ariel? – me miró Amanda del otro lado de la mesa.

Reaccioné al instante. Seguía con Amanda y debía estar con ella. Así lo quería ¿verdad?

La noche transcurrió desde el Mario Kart 64 hasta el Uno, al parecer deseábamos romper amistades aquella noche. Al final comenzamos hablar de trivialidades sobre uno y otro tema. El examen extraordinario estuvo en jaque. Presumí ante los presentes sobre mi magnífico siete y mi liberación por fin del bachillerato. Ulises no desaprovechó la oportunidad para humillarme presumiendo su diez exacto en el examen. No creí su resultado recordando nuestras sesiones de estudio. Aproveché para comentarles cómo nos desviábamos de tema y realmente, en los días habíamos estudiado dos horas nada más.

- A propósito de los días de estudio. – expresó de tajo Ulises.

Cambié de uno a mil colores ¿qué diría ahora? ¿no había nada más qué comentar sobre esos días?

- Me intriga saber cómo fue que Ariel te dijo su primer te amo Amanda. Durante días he traído esa curiosidad.

No sé qué era peor si la cuestión del beso o la pregunta hecha. Amanda no dijo nada. Tiró una risilla, luego agachó la cabeza. El silencio se apropió del cuarto. Ulises lo comprendió al igual que Lucía y Rita. Comencé a sentirme bastante incómoda, desee apoyarme de Amanda buscando su mano pero ella me negó.

- Lo siento. – susurré.

Ni siquiera sé hacia quien me disculpaba o el por qué pero no sabía qué más hacer.

- Sucede. – Amanda habló luego de un largo lapso. – He sido yo quien no se lo ha dicho.

Me quedé sorprendida por intentar solucionar un momento tan bochornoso. La miré fijamente, ella no dejaba de mirar hacia abajo.

- Entonces hoy es el momento. – habló Ulises. – Amanda grita a los cuatro vientos quién es el amor de tu vida. Díselo.

Eufórico seguía la gran mentira, Rita y Lucía siguieron el juego. Aplaudían alentando a Amanda. Me miró, su rostro expresó muchísimo más que cualquier palabra. De algún modo sentí que ella conocía bien mis acciones y mis pensamientos. Sus ojos llevaban tristeza y su voz, quebrada, verdad.

- Te amo Ariel.

Comencé a sentir una gran culpa, hasta aquel momento no había pensado en mis actos pudieran afectar a terceros. No me importó dejarme llevar por las emociones con Ulises, volviéndome egoísta sin tomar en cuenta cómo se sentiría Amanda. Ella seguía enamorada de mí y yo, con mis acciones y pensamientos traicioné su confianza. Ahora comprendía la actitud de los infieles, un acto tan ruin donde solo el beneficio de uno importa, sin considerar si el otro sufre, es lastimado o nuestros actos les dañan. Le sonreí, qué más podía hacer. Ni siquiera me importó que fuese el primer Te amo de mi novia hacia mí. Quería pedirle perdón frente a ellos, frente a Ulises. No la merecía y sin embargo la besé.

La noche transcurrió y no pude seguir pensando en lo acontecido. Al finalizar Amanda me llevó a casa sin antes cuestionarme.

- ¿Tú me amas Ariel?

Días antes, antes de besar a Ulises le habría dicho que sí y seríamos feliz para siempre pero me encontraba confundida cómo decirle que la amo. Recordaba mi concepto de amor, estoy segura que ella me serviría todavía ¿y yo a ella? ¿Le era útil? Pensé en el concepto de Ulises decidir estar. Ni siquiera sabía si seguía ahí por voluntad propia. La quería, estaba seguro de ello pero amarla.

- Sí. – contesté sin más.

Corrió hacia mí dándome un cálido abrazo.

- No quiero que nos separemos Ariel, yo te amo. No te vayas por favor.

Me fue inevitableguardar mis lágrimas, quizá no las notó. Fueron apenas unas breves gotas. Nosdespedimos. No la miré al rostro y tampoco respondí a su petición. No sé en quémomento arruiné mi relación.

Entre las vías del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora