Thais llegó veinte minutos tarde a su departamento con su rostro iluminado.
Eulogio es muy puntual, sobre todo cuando se trata de reunirse en una tarde nublada para escuchar música y platicar sobre su última fiesta.
La barra de la cocina tiene dos cajas de cerveza encima y Pérez Prado está maullando de hambre. Thais corre a la alacena y abre una lata de atún para evitar que suene como si estuviese en celo. Procuró evitar a toda costa explicarle a su amigo sobre la conversación que tuvo con Yuki. Prefirió cambiar de tema hablando sobre la red social que van a usar.
Thais se acelera cada ves que Eulogio lo voltea a ver o le dirige la palabra. Siente cómo si él ya supiera la verdad sobre sus sentimientos. Como si en cualquier momento él le fuera a confesar que ya sabía. Le tiembla la mano al tratar de servir el Whisky. Piensa que se tiene que controlar o si no Eulogio lo va a interrogar toda la noche.
***
Después de unos tragos, ambos comienzan a montar uno de esos trípodes para el celular y una luz circular para tomar videos. Las piezas están regadas por todo el piso y la lámpara de la luz tiene pinta de romperse apenas y Pérez Pardo le ponga sus bigotes encima.
Thais tiene la imagen de Yuki en su cabeza; sigue inseguro sobre su última conversación. Recorre lo que ha vivido durante estos últimos días y sobre los misterios de su sexualidad. Sabe que el amor verdadero está a su lado. Cada vez que observa el cuello y los ojos de Eulogio, no puede dejar de acordarse de ese momento que vivió con él en la secundaria, cuando le dio su primer beso.
Thais piensa que muchos en la comunidad LGBT no tienen tanta suerte de haberle dado el primer beso al amor de su vida. Se moja los labios, suspira y agradece que aún este Eulogio en su vida.
El trípode y la luz ya casi están listos. Eulogio armó todas las partes. Pérez Pardo se está bañando; disfrutando el sabor del atún sobre sus pelitos de color blanco con negro. Se siente una corriente de aire mientras Thais se queda observando el trípode por unos instantes.
—¿De qué voy a hablar? —preguntó Thais buscando el botón de encendido de la lámpara.
—¡Fácil! Sobre moda, cabroncito —le contestó ajustando un último tornillo del trípode—Baja la app y ya estás—.
Thais descarga TikTok mientras Eulogio va por más Whiskey.
—¿Cómo te fue con Yuki? —preguntó al ponerle hielos a sus vasos.
Thais tiene la mirada perdida en su celular, tratando de evitar que la sangre le llegue a la cara y pensando que puede decir para evitar el tema. Sabe que tiene que contestar algo que no obligue a Eulogio a hacer más preguntas.
—Acabamos bien —dijo Thais acelerando sus palabras.
Eulogio lo observa como si estudiara una amiba en un microscopio. Thais hace un esfuerzo por seguir la conversación lo más relajado posible dándole un trago a su bebida y sin despegar la mirada de su celular. La aplicación está llegando al 80% de descarga.
—Tal vez puedo empezar usando uno de los filtros de la app. Todo mundo lo hace —dice Thais llevando la mano a su boca.
Eulogio mira hacia la cocina y levanta las cejas. Hay un breve silencio entre los dos. Thais se queda esperando una respuesta, pero Eulogio voltea a ver su celular —La pizza está por llegar—.
La playlist cambia a la música de animé que Thais y Yuki solían escuchar cuando se iban de viaje a Tequesquitengo o a Acapulco a la casa de Eulogio. También le hace recordar las veces que acompaño a su exnovia a esas convenciones de todos los fans de las caricaturas japonesas, pero a él nunca le interesaron. Yuki siempre se esforzó en explicarle a detalle, pero Thais nunca entendió; prefería fijarse en los vestuarios de los personajes más que en la historia.
—Ya cambiaste el tema —dijo Thais.
Eulogio se ríe un poco y toma de su cerveza —Tú me ganas en eso de cambiar los temas—.
Silencio.
Se escucha el timbre de la puerta y los dos voltean hacia la entrada. Eulogio va hacia la puerta y recibe al repartidor. El olor de la pizza entra al departamento, haciendo que Pérez Pardo se detenga a olfatear.
Thais no supo cómo reaccionar al comentario de Eulogio, se quedó paralizado y sintió como si una enorme ola de calor lo hubiera golpeado. Su mente se llena de los recuerdos del cuerpo de Eulogio, fuerte, firme, lleno de vellos, un aroma único. «Su cuerpo expira un aroma tan natural que me provoca una tensión sexual mamona», pensó.
Thais se distrae al sentir una vibración en su pantalón, pensando que es la aplicación avisándole que la instalación ha sido un éxito. Desbloquea su celular y aparece un correo electrónico con un asunto que dice: 1er Concurso Mercedez Benz Fashion Week México.
—¡No mames, no mames! —gritó Thais saltando al sillón.
Eulogio voltea, despide al repartidor y corre a dejar la pizza en la barra de la cocina sin cerrar la puerta —¿Qué chingados, cabroncito? —preguntó.
Thais abre el mensaje y comienza a leer en voz alta.
«Estimado Sr. Fusoni, presente:
Por medio de la siguiente carta, me orgullece informarle que después de una larga etapa de revisiones, el equipo y yo lo hemos seleccionado como uno de nuestros 15 finalistas del concurso de MBFWMX.
Quiero resaltar que su trabajo nos ha parecido interesante.
Le recordamos que, para la etapa final, cada uno de los competidores deberán confeccionar un atuendo para el evento que se festejará este 17 de mayo del 2025.
Es imprescindible que se presente en nuestras oficinas este viernes 20 de abril para conocer al resto de los concursantes y la dinámica con la que estaremos trabajando durante las eliminatorias.
Lo esperamos en P.º de los Tamarindos 400A-Piso 6, Bosques de las Lomas, Cuajimalpa de Morelos, 05110 Ciudad de México, CDMX, a las 11:00 a.m.
Le agradeceremos su acuse de recibido, puntualidad y le pedimos llegar sin acompañantes. Anexo el reglamento del concurso y un último documento que deberá renviar a este correo.
Quedo de usted,
Dinorah Filipino
Directora de Mercedes-Benz Fashion Week México»
Thais tiembla, llora y salta hasta la mitad del cuerpo de Eulogio. Envuelve sus piernas en su cintura y descansa sus brazos en sus hombros.
Eulogio le corresponde el abrazo cargándolo de sus piernas y girándolo en su propio eje —¡Graba esto Tao y súbelo ya! —.
Eulogio lo baja, le entrega su celular y comienzan a grabar.
Thais tiene lágrimas en sus ojos y puede sentir como su cuerpo le vibra desde las uñas hasta sus cabellos. Siente como si por fin hizo algo bien, como si todo este mal tiempo valió la pena soportar. Ya puede comenzar a borrar las ideas de su padre, los errores de su pasado y la nostalgia. Sus manos le tiemblan al tratar de tomar su celular. Hay una dosis enorme de alegría fluyendo por sus venas.
Thais respira y ve hacia la cámara —¡Este es mi primer pinche TikTok gente! No sé cómo chingados funciona, pero me vale verga porque soy uno de los quince finalistas del Fashion Week México. Y que buen pedo que puedo festejar esto con mi mejor amigo y con ustedes. Soy Thais, un vato que lucha, sin novia, sin clientes, sin tomar el dinero de papi, pero la puta espera, ¡valió la pena! No los conozco, pero ¡los amo! Síganme para enterarse de todo, de principio a fin, ¡gracias!
Eulogio corta la grabación y vuelve a abrazar a Thais. La música de anime se escucha a todo volumen y sus gritos resuenan por todo el departamento. La felicidad los invade de tal manera que no se dan cuenta que Pérez Pardo toma esta oportunidad de asomarse por la puerta y aventurarse a nuevos horizontes. La vida de Thais aparenta estar dirigiéndose por el camino correcto.
Continuará
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Solferino
General FictionEn el corazón de la industria de la moda mexicana, Thais Fusioni, un diseñador con un pasado turbio, busca la redención. A medida que se acerca al éxito, una figura misteriosa amenaza con exponer sus secretos más oscuros, poniendo en peligro su car...