Tres [³]

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Palabras: 5, 384

— ¿¡Cuál es punto entonces, maldita sea!? — gritó Bakugo-sensei, estampado su mano contra el escritorio

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— ¿¡Cuál es punto entonces, maldita sea!? — gritó Bakugo-sensei, estampado su mano contra el escritorio.

— ¡¡El punto es que la ecuación
está mal hecha!! — respondió con otro grito Monoma-sensei con una cara psicótica.

— ¿Ah? ¡No está mal! ¡Lee bien! — exclamó el de ojos carmesí.

— ¡Ya lo hice y está mal! ¿Cómo puedes ser profesor y enseñar de esa manera a tus alumnos? ¡Deberías retirarte!

— Monoma-sensei, la ecuación de Bakugo-sensei está bien. Ya lo comprobé en-

— ¡¡Ya oíste!! ¡Así que cállate!

— ¡No grites! ¿Por qué demonios gritas? — gritó Monoma.

— ¡Tú estás gritando, idiota! — gritó Bakugo.

Realmente tu nuevo club de algebra era un verdadero show de gritos.
Bakugo-sensei y Monoma-sensei se llevaban como perros y gatos. Aunque Monoma la mayoría de las veces era quien provocaba a tu profesor de matemáticas y terminaban peleando justo como ahora.

Aunque realmente te estaba dando igual lo que sucedía en tu entorno.

Estabas demasiado ocupada pensando en tu hombre de cabello verde y tu querida compañera castaña como para ponerle atención a una estúpida pelea por si las ecuaciones estaban bien o no.

— ¡Cómo sea! — exclamó Bakugo-sensei. — Resuelvan los dos ejercicios. Si no los responden bien, se quedarán hasta que lo logren.

Tus compañeros comenzaron a resolver lo asignado, tú, por otra parte, simplemente no hiciste nada y miraste la hora de tu celular.

Faltaban menos de quince minutos para que terminará la escuela así que no le veías mucho caso hacer los ejercicios. Después de todo, Monoma-sensei siempre dejaba a todos irse  porque él no era muy paciente con los alumnos.

Y tal cual predijiste, la campana sonó después de unos quince minutos. Tanto Bakugo como Monoma estaban revisando los cuadernos de tus compañeros, sin embargo, aún existía esa atmosfera densa.

— ¡Bueno, ya terminó este club, me largo! — anunció Monoma-sensei, levantándose de golpe mientras tomaba sus cosas y desaparecía por la puerta de la segunda biblioteca.

Tu profesor de matemáticas se quejó, pero de cualquier forma siguió calificando los cuadernos. Algunos de tus compañeros comenzaron a irse y tú creíste que era hora de irte también. Te levantaste de tu asiento, te dirigiste a la salida al mismo tiempo que acomodabas tu bolsa en tu hombro.

— ¿A dónde, (Apellido)? — exclamó Bakugo-sensei a tus espaldas —. No me has dado tus ejercicios.

Te detuviste y soltaste una maldición en voz baja.

❝Sensei - Izuku Midoriya/ Katsuki Bakugo❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora