Dos [²]

4.5K 319 199
                                    

Palabras: 5, 315

— ¡Bakugo-sensei! — le gritaste mientras corrías desesperadamente por el pasillo inhóspito

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¡Bakugo-sensei! — le gritaste mientras corrías desesperadamente por el pasillo inhóspito.

Te acomodaste el bolso por tercera vez mientras tus pies hacían un vago intento por alcanzar al rubio.
A juzgar por la forma en la que caminaba y los ruidos que hacía, era bastante notorio que estaba de mal humor.

Bueno cualquiera diría eso, sin saber el contexto.

— ¡Bakugo-sensei! — volviste a gritarle, pero fue en vano ya que ni siquiera lograste detenerlo.

Era increíble que pudiera correr así siendo un profesor de matemáticas. Aunque claro, con el atlético cuerpo que se cargaba no era una sorpresa tan grande.

Tus pies aceleraron la velocidad a su vez que el rubio daba vuelta a la esquina. A la ala sur de la academia.
Ahí estaba la prefectura y todas las oficinas de la escuela.

Justo en ese doblez, lograste rebasarlo. Te colocaste frente a él mientras le cortabas el paso.

Con la respiración agitada, tragaste saliva y te aclaraste la garganta.

— Por favor, espere — le pediste. Sin embargo, el rubio te miró amenazante.

— Quítate (Nombre) — ordenó con una voz llena de autoridad y dureza.

Un escalofrío te recorrió la espalda. Era la segunda vez que veías esa faceta de él. La primera fue cuando te peleaste con Aizawa-sensei y le dijiste que parecía vagabundo.

No obstante, a pesar de tener esos ojos carmesí sobre ti, no moviste ni una vena de la frente.

— Hay una explicación — le dijiste. Bakugo cambió su expresión a un gesto lleno de sorna.

— ¿Qué explicación, (Nombre)? — preguntó con voz tranquila —. ¿Con qué maldita mentira me vas a salir?

Te mordiste el labio. Bajaste la cabeza con el sentimiento de vergüenza apoderándose de tu corazón y expandiéndose por cada fibra de tu ser.

— Yo...— murmuraste —. Me quedé a que me explicara una tarea…

— Oí ruidos en el aula y se me hizo extraño... — habló casi interrumpiéndote. Levantaste la mirada, al son que tu corazón latía lleno de nervios —. Luego te escuche gemir, (Nombre).

El tiempo se detuvo para ti. Lo único que podías escuchar y sentir era el palpitar frenético de tu corazón que amenazaba con salir de tu caja torácica.
Cerraste los ojos con fuerza mientras que la vergüenza y el bochorno te recorría el rostro.

No obstante, no le dijiste nada. No sabías que decir para defenderte porque era obvia la respuesta.

— Le diré a la prefectura la situación, pero cuando mi situación sea viable — habló con dureza —. No creo que me crean con todo lo que les dijo ese maldito Deku sobre nosotros.

❝Sensei - Izuku Midoriya/ Katsuki Bakugo❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora