2 - La ópera y la fiesta de disfraces.

101 10 0
                                    

Whitney se encontraba en uno de los palcos junto a William y Elizabeth. Los tres permanecían todo el tiempo mirando el espectáculo; parecía interesante.

La morena sacó unos pequeños prismáticos, puesto que desde tan lejos era difícil poder fijarse bien de la actuación. Sonreía, disfrutando del canto de una de sus artistas favoritas, Maria Frances Parker.

Era magnífica, completa, podía componer y a la vez tocar el piano, pero no sólo eso, sino que también era soprano, como lo hacía en aquella actuación.

Tenía un canto muy agudo, algo que lo hacía hermoso cuando llegaba a las notas más altas.

A la muchacha se le ponían los pelos de punta cuando llegaba a esas partes de la canción, se emocionaba nada más escuchar esos sonidos; eran espléndidos.

Whitney no podía evitar sonreír y dejar que unas lágrimas de emoción salieran de sus ojos. Quizás muchos de allí no entendieran a la perfección la canción, pero como en cualquier ópera, ésta era cantada en italiano, un idioma que controlaba a la perfección por su amor a la música. Un idioma en el que se manejaba muy buen, como con algunos otros.

Elizabeth miró a su amiga, sorprendida al ver cómo algunas lágrimas descendían desde sus ojos y recorrían sus mejillas. Preocupada, acercó un poco sus labios al oído de ella para no hablar fuerte.

—     ¿Te encuentras bien, Whitney? — preguntó con preocupación.

—     Sí, tan sólo es... — se limpió las lágrimas con el pañuelo de seda—. Es que la canción es demasiado bonita.

—     Ah... Sí... — realmente no entendía nada de la canción, así que no sabía qué decir.

La joven duquesa no pudo evitar soltar una pequeña risa al ver la reacción de su amiga. Sabía con seguridad que mentía, ella no sabía mucho de italiano como para entender a la perfección la letra de la canción.

Mientras tanto, en otro de los palcos del teatro, estaban el marqués Collinwood; Evans, y el conde Windsor; Albert.

Los dos contemplaban el espectáculo con dos hermosas chicas, de alta clase, y bastante atractivas. Una con el pelo rubio y la otra con el pelo castaño claro. Parecían ser acompañantes, no más. Sólo dos jóvenes a las que intentaban cortejar.  Bueno, eso Albert, aunque Evans... Seguro que Evans iría con otras muchas intenciones.

Aún estando acompañado, el conde de Windsor buscaba a alguien con la mirada. Y no era a la soprano que cantaba en el escenario. No, era alguien del público.

Tras buscar sin resultado mirando a las personas de los asientos de abajo, decidió fijarse en los que se sentaban en los palcos como ellos. Y allí la encontró, a Whitney, llorando emocionada.

Realmente no sabía si era por la canción o por algún otro recuerdo doloroso, no lo sabía con seguridad, pero no pudo evitar fruncir el ceño.

La acompañante de Albert se dio cuenta de que algo le pasaba y decidió seguir su mirada para poder averiguar qué era lo que intentaba ver. Entonces se fijó en que observaba a otra joven.

—     No es de muy buena educación eso de que se fije en otra dama cuando está presente con la que sale, lord Windsor. — concluyó la dama con enfado.

Un gran amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora