Demasiada charla

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Pese a que ninguno quería hablar sobre política, pronto su conversión no era de otra cosa, Aladdin quejándose de lo que iba mal con el gobierno y Jasmin intentando explicar porqué el gobierno no puede estar a la orden de todo lo que el pueblo necesitara internamente, sino cuidar a todos de los peligros de los demás reinos, el calor comenzó a golpear y Jasmin no quería quitarse la tela gruesa color turquesa que estaba usando para cubrir su cabeza y le llegaba hasta abajo de los hombros, si removía esa prenda entonces seguramente sería obvio cierto detalle...

Sus pechos, no es que fueran planos, de hecho eran hasta un poco vuluptuosos....para ser hombre.

Cuando Aladdín lo había confundido con una chica no se animó a corregirlo, con miedo de que el muchacho lo abandonará a su suerte, ya se había dado cuenta que sin alguien que viviese ahí, no podría guiarse por la ciudad, y no cualquiera podría guardar su secreto de pertenecer a la realeza.

Aún había cosas que quería hacer en el pueblo, por lo que eligió buscar otro momento mejor para decirle la verdad, realmente no sabía cómo haría que funcionara, pero para su suerte tenia una figura andrógina que volvía más ambiguo su género, del mismo modo su voz no era realmente tan gruesa como se esperaba de un hombre, y no hablar de su falta de vello facial, cuando era más joven lo veía como una desventaja pero ahora funcionaba perfecto, de cualquier modo Aladdin no tendría manera de saber....¿O sí?

Mientras el creyera que era un noble cualquiera podría procurar tener cuidado para no revelar que vivía en el castillo y quién era su padre.

Siendo le hijo del sultán no pudo evitar intentar salvar el buen nombre de su padre y era por eso que se había puesto intenso cuando escuchó quejas, lo cierto era que entre más oía, más se convencía de que había muchas cosas mal en su ciudad de ensueño, desde que era un niño había pensado en su hogar como el sitio más noble, en su padre como el mejor sultán y en sus subditos cómo gente feliz puesto que el reino era próspero, Pero ahora entendía bien que muchas cosas tenían que cambiar y quizá para eso, él tendría que intervenir.

Quiso hacer ver a su nuevo amigo que las cosas no eran tan fáciles y ser de la realeza si bien, era cómodo en términos de alimento y descanso, las complicaciones políticas son de un diferente talle. Suspiró cuando la conversación bajó de ser una discusión y se desvío hacia una plática sobre lo que es la vida de un noble y las limitaciones de las que se sufre.

-Así que no elijo con quién casarme, mi padre elige candidatos basado en el beneficio del reino, lo mismo es con el hijo del sultán.

-Ese chico tendría suerte si se casará contigo, tu eres muy diferente, los altos nobles no vendrían aquí ni por accidente.

-¿Al pueblo?

-A las ruinas, quizá al pueblo sí, pero este sitio es otra historia. Ni siquiera los de clase media se asoman.

-Creo que tiene mucho que ver la historia, esta parte fue la que sufrió el ataque cuando nos invadieron hace 30 años, el muro ya está reconstruido, sin embargo está zona quedó así ... Al inicio si había personas pero en lugar de reconstruir solo hicieron más casas en el distrito de la entrada al reino, así que dejaron este sitio como una especie de colonia fantasma.

-Supongo que sí, mi memoria no recuerda que haya sido diferente.

-Pero, ¿Has estado solo todo este tiempo?

-Bueno, hasta que llegó Abu un tiempo atrás, el es mi mejor amigo-jasmin sonrió y el se sintió un poco avergonzado analizando su frase -Creo que es raro, ¿No?

-Para nada. Yo también tengo un solo amigo. Es un gatito.

-¿Que? ¡Suena genial!

-Es un encanto, pero es demasiado travieso como para traerlo acá, seguro haría un alboroto.

-Si, tiene sentido, ¿Es un gato persa?

-mmh, es traído del este, tiene pelo, un lindo y largo pelaje espeso, pero muy suave.

-Vaya

-Fue un regalo de mi madre.

-Vaya, ¿Tiene mucho tiempo contigo?

-Sí, han pasado cerca de 16 años, fue el último cumpleaños que pasé junto a ella.

Aladdin pensaba decirle "lo lamento" pero ciertamente lo que ella acababa de compartir con él era mucho más profundo y personal de lo que una condolencia fría se merecía como respuesta, así que puso su mano con suavidad en el hombre de la chica, la deslizó ligeramente a la espalda, dió un par de palmadas y la miró a los ojos, ella también dirigió sus bellos iris oscuros hacia él y permanecieron un momento en esa posición, donde casi pareció qué el tiempo había decidido dejar de correr, regalándole el obsequio de poder seguir apreciándose el uno al otro.

-Entiendo lo que se siente.

Le murmuró finalmente, él tenía tandos deseos de abrazar al muchacho, al huérfano que sentía lástima de él, que es un niño rico al que no le habían hecho falta tantas cosas a lo largo de su infancia más que claramente el amor de su madre.

-Ella se llamaba Dalia, como la Flor. Y por eso es que acabé llamándome Jazmín aunque sea un nombre poco ortodoxo para un ho- se interrumpió a si mismo tosiendo para cubrir el hecho de que casi se le escapaba hablar de más, ya que el otro muchacho tenía la mano en su espalda aún, dió golpecitos preguntándole si estaba bien, a lo cuál el príncipe simplemente contestó afirmativamente.

-¿Flores?

-Si.

-¿Cómo las de los cactus?

-sí, ¿En la ciudad acaso no hay flores? De esas plantas sale el té, también están los árboles de dónde son las frutas, o incluso hay otras raíces que hacen crecer alimentos en la tierra.

-Aqui llegan los frutos solamente, de los que se cosechan en los campos que son propiedades de los comerciantes mayores, los que trabajan ahí podrían ver cosas como esa, o los árboles, es la zona del Oasis, nosotros por nuestra parte solo conocemos la arena y las plantas con espinas. Pero son buena fuente de agua, nadie lo niega.

-Ojalá todos pudieran verlo.

-Algun día espero que cada parte de la ciudad sea ideal para todos los que vivimos aquí.

-yo también.

Mi mayor deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora