One-shot #1: Alucinación

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Advertencia: Contenido sexual explícito

Black Sabbath apenas estaba comenzando a tomar impulso. Pronto grabarían su primer disco, pero antes debían hacer algunos conciertos en pequeñas ciudades. En una de ellas, Tony Iommi aclaró que tendrían que pagarle el 15% de sus ganancias a una banda local; a cambio, esta les facilitaría los mejores lugares para tocar. Aunque en un principio objetaron, luego de una larga discusión todos se resignaron a la idea. O eso parecía.

Antes del primer trabajo que harían en un bar muy concurrido, se encontraron con la banda local en el sitio en cuestión. Se trataba de cinco chicas enfundadas en pantalones campana, con blusas ajustadas y largos cabellos de princesas. Se veían más refinadas de lo que cabría esperarse en alguien que cantaba rock, al menos en aquella época. La mayor de ellas tendría la misma edad que el guitarrista de Black Sabbath. Era de rubio cabello rizado, grandes ojos azules, cuerpo esbelto, pechos turgentes y fumaba un cigarrillo con aire relajado.

—Así que ustedes son los chicos de la nueva banda esa —soltó sin más, repasándolos con la mirada—. Recuerden el 15% que deben pagarme.

—¿Por qué coño tenemos que pagarle nada a esta mujer? —protestó Ozzy, seguramente un poco achispado por la bebida.

—Ozzy, ya lo hemos hablado —masculló Tony con expresión de cansancio.

—¿Ozzy? Qué nombre tan estúpido —se burló la chica—. Tony, ¿de dónde sacaste a este afeminado?

—Sí, supongo que luzco femenino en comparación contigo —contraatacó Ozzy—. Cuando te vi, pensé que eras un travesti mal arreglado.

—Pues yo estoy a punto de llamar al circo, para que vengan a buscar al payaso que se les escapó.

—De paso podrías llamar a un putero, porque se les fue una puta.

Geezer se echó a reír ante las ocurrencias de ambos jóvenes; pero Tony y Bill permanecieron serios, porque presentían que las cosas podrían salirse de control. Y no se equivocaban. Tras unos segundos de retarse con la mirada, ella se puso de pie y le asestó un bofetón que le hizo girar el rostro. En menos de un minuto, no se vio más que una maraña humana rodando por los suelos. La chica, convertida en una tigresa, llevaba la delantera en la pelea a base de puntapiés y mordiscos. Entre los otros tres de la banda y las chicas del grupo local hubieron de intervenir para separarlos.

—¡Fuera, fuera de aquí, animales! —vociferó ella, con el cabello enmarañado como melena de león—. ¡Y no cuenten con poder tocar en ningún antro de por aquí! ¡Me aseguraré de que no puedan tocar ni en el medio de la calle!

El guitarrista tomó a Ozzy del brazo y lo arrastró hasta un rincón.

—Felicitaciones, lo arruinaste —ironizó Tony con una expresión mortalmente seria, cruzándose de brazos.

—¡Ella fue la que empezó tocando los cojones! —se defendió Ozzy al ver que todas las miradas acusadoras recaían sobre él—. ¡Encima, es una puta gata!

—Yo vi que fuiste tú quien empezó a joder con el tema del dinero, Ozzy —añadió Bill, viendo cómo el vocalista se frotaba los brazos llenos de arañazos.

—¡Es lo justo! ¿Por qué tenemos que pagarle lo que es el resultado de nuestro esfuerzo, mientras ella está ahí rascándose el coño muy fresca? —protestó Ozzy.

—Ella también trabaja duro, Ozzy —rebatió Tony—. Deja que la veas en acción.

—¡Bah! Seguro que no vale gran cosa como cantante —dijo Ozzy fingiendo desinterés, pero curioso en el fondo por ver de qué era capaz aquella rubia.

El rincón de Ozzy Osbourne Donde viven las historias. Descúbrelo ahora