Prólogo.

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15 años atrás.

-El, no vayas tan rápido que te vas a caer y a quien van a regañar es a mí por no haberte cuidado.- Cada vez fui escuchando la voz de mi hermano más lejana a medida que pedaleaba. Llevaba un año practicando con las rueditas laterales y solo 4 días manejando sin ellas. Según papá lo hacía muy bien y se sentía orgulloso de que aprendiera tan rápido. Habíamos estado pasando las últimas tardes manejando bicicleta por el parque los dos juntos aprovechando que había acabado las clases, pero papá no tenía vacaciones como yo y debía seguir trabajando. Es precisamente por esa razón que hoy no había podido venir, y en su reemplazo había mandado al muermo de mi hermano para que me acompañara.

-Mira lo bien que lo hago, Tanny.- grité al aire mientras esquivaba un basurero con agilidad. Al no recibir respuesta de su parte, intenté girar la cabeza hacia atrás para ver si seguía detrás mío, pero no lo encontré.- Mándale un video a papá para que me vea.- Nada. Volví a girar la cabeza hacia atrás y lo siguiente que sentí fue un golpe seco seguido de un ardor en mis extremidades.

Tardé un segundo en reaccionar, pero después de ser consciente de que había chocado contra algo y, por ende, había perdido el equilibrio, aparté hacia un lado la bicicleta de encima mío y apoyé los brazos en el suelo intentando incorporarme. Mis intentos por levantarme se vieron truncados cuando un dolor agudo empezó a crecer en una de mis palmas . No sabría decir si se trataba de la derecha o de la izquierda, siempre las confundía, pero eso no era importante ahora. El punto es que ardía, y mucho. 

Dirigí la vista a la fuente de mi dolor y al ver un poco de sangre en ellas empecé a asustarme. Iba a morirme. En las películas, siempre que había sangre ocurría algo muy malo. Mordí mi labio al sentir un sollozo venir y las lágrimas nublar mi vista ahora que el dolor se había expandido por el resto de mi cuerpo y mis rodillas. Bajé la vista a estas y, a pesar de no poder enfocar bien a causa de las lágrimas que se estaban arremolinando alrededor de mis ojos, pude visualizar más sangre sobre mis piernas por el color, y no pude evitar retener más el llanto.

-Merda.- La voz de un chico a mi lado distrajo mis pensamientos del creciente dolor en mi cuerpo. Había olvidado que había chocado contra algo, o bueno, al parecer alguien. Estaba en el suelo también, pero se arrastró rápidamente hacia mí apoyando una de sus manos en mi hombro para verme mejor. No podía focalizarlo muy bien, pero por la voz y el tamaño sabía que se trataba de un chico más grande que yo.- Stai bene? Mi dispiace di non averti visto, ero distratto.- su voz fue lo primero que llamó mi atención. Me atrapó por completo su acento, tanto así que intenté disminuir el sonido de mis sollozos para poder escucharlo mejor. No entendía qué me estaba diciendo, pero el comprenderlo no era tanta una prioridad para mí como seguir escuchándolo hablar.- Davvero, mi dispiace tanto. - Sentí sus dedos posarse sobre mi rostro para apartar las lágrimas y, como por arte de magia, estas dejaron de caer al sentir el contacto de sus dedos contra mis mejillas. 

Parpadeé un par de veces intentando deshacerme del último rastro de llanto que pudiera quedarme en los ojos, intentando enfocar mi vista en el chico contra el que había chocado. Finalmente, mis sollozos dejaron de escucharse debido a la repentina falta de aire de mis pulmones. Era el chico más guapo que había visto en mi vida, y eso que había visto a muchos en Disney Chanel. Tenía los ojos azules acompañados de unas pestañas muy largas. Y su cabello, de rulos castaños, me provocó un cosquilleo en las manos que rogaban por tocárselo. De hecho, estiré la mano con la intención de hacerlo, pero al  volver a ver la sangre de mis palmas, un nuevo nudo empezó a formarse en mi garganta.

-Non piangere più, per favore.- Volví a perder la respiración al sentir sus manos tomando mi brazo y su vista dirigirse a mi herida. Parecía asustado. Desvió la mirada de mi palma y empezó a ver a nuestro alrededor, seguramente buscando a alguien que pudiera ayudarnos, pero no habían muchas personas cerca. A esta hora no solía haber mucha gente por el parque, por eso a papá le gustaba venir a esta hora, porque no molestábamos a nadie.- C'é qualcuno che possiamo chiamare?- Su mirada volvió a fijarse en mí, y yo volví a perderme en sus ojos. 

Te la dedicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora