Capítulo dos: La belleza trae sus retos.
¿No es lindo el amor? Me repetí esa pregunta muchas veces, con la voz más idiota que mi mente pudo crear. Creo que ya sabrás lo que ocurrió luego de aquella tarde en la que vi mis labios ser violados por el amor de mi vida. No quiero entrar en detalles de cómo fue el beso, podría llegar a ser humillante.
-Espero que esto sea suficiente para atarte a mí para siempre- Dijo alejándose de mis labios.
-Mientras tu así lo quieras, mientras tu así me lo permitas, mientras aun me quede un suspiro, yo estaré a tu lado- Juro que era la primera vez que decía algo tan cursi, pero era algo que llevaba años conteniendo en mi interior.
-Debo irme- Nunca me dolieron tanto esas palabras -Promete pensar en mi- Gritó alejándose por aquel camino entre los arboles de flores rosas.
-Lo eh hecho desde que te vi- susurre para mí mismo.
Las cosas iban como una buena película romántica, pero esas películas pueden llegar a ser muy melosas sin un segundo género, prefiero las de comedia, aunque lo que ella me dijo casi un mes después de esa tarde, te aseguro, no me hizo reír.
-¡Tienes que hacerlo!- me dijo ella, haciendo notar autoridad en su voz.
-No me siento listo- le respondí mirando el suelo de la cafetería, definitivamente no quería mirarla a los ojos -creo que es muy pronto.
-Lo sé, pero no quiero continuar sin que ellos lo sepan.
-Se lo estrictos que pueden llegar a ser ¿crees que me acepten?- pregunte, pero cualquier respuesta representaba un problema. Un "No" claramente plantearía un obstáculo para nuestra relación pero por el momento era una excusa para no tener que conocer a sus padres en un tiempo. Pero un "Sí" me dejaría sin excusas, solo tendría que seguir sus órdenes sin reprochar.
Y bueno, ahí estaba yo, con un ramo de flores, unos chocolates y mi orgullo guardado en un bolsillo de ese traje gris que me hacía parecer un vendedor de aspiradoras. Toque el timbre, trate de ignorar el hecho de que era la casa más bella había visto en toda la calle para no ponerme nervioso. Pero mi corazón casi estalla cuando ella abrió la puerta y vi su angelical rostro flotando sobre un bellísimo vestido blanco.
-Ho...Hola- apenas alcance a pronunciar.
-Hola- Me dijo sonriendo -Pasa por favor. La cena ya está servida.
En el momento que entre a la sala del comedor sentí que entraba en un matadero, o peor, directamente a la morgue.
-Tome asiento- dijo su padre, su voz tenia tono de pocos amigos y su cara hacia juego con ella.
-Buenas noches. Y gracias por recibirme- que patético me sentí. Me senté a la derecha de ella, tratando de estar lejos de su padre, quien estaba a su izquierda, en frente mío estaba su hermana mayor y a su derecha su madre. Había un silencio muy incómodo, mientras cenábamos solo podía ver el pavo decapitado en la mesa y pensar que yo podía ser el siguiente, y te aseguro que no soy igual de delicioso.
Vamos, di algún elogio, un cumplido, estornuda por lo menos ¡Lo que sea!
-Que delicioso pavo- Dije justo después de tragar -Y debo decir que su casa es hermosa.- Alcance a ver a su madre sonreír, antes de que su padre disparara contra mí.
-¿Qué intenciones tienes con mi hija?- Esa pregunta llego a mi como un fuerte golpe justo en la garganta, haciéndome pasar un mal trago de vino y empezar a toser.
Recobrando la postura lo más que pude lo mire esquivando sus ojos -Quiero hacerla feliz.- Mi respuesta desbordaba originalidad por cada palabra, díganme ¿A quién se le ocurriría responder eso? Dejando fuera el sarcasmo, ni yo me creí lo que paso después.
-¿No crees que ya es feliz?
-No señor, No quise deci...
-¿No crees que ya tiene suficiente felicidad aquí?
-No seño...
-¿No crees que yo pueda hacerla feliz?
-¡No quise decir eso!- Grite. Me sentí repentinamente aliviado.
-Entonces ¿Qué quisiste decir?- pregunto con una sonrisa que inquietaba de lo falsa que era.
Luego de ese grito sentí que no tenía nada que perder -No quiero poner en duda que tan feliz la hace usted- Me tome mi tiempo para pensar mi siguiente jugada, un golpe de autoridad -Pero si la vida sigue su orden natural, algún día ya no podrá hacerla feliz.
¡Perfecto! Lo llamaste viejo y le dijiste que esperas el día de su muerte.
Definitivamente mi valor me hacía un idiota.
-¿Qué acabas de decir?- pregunto con un tono serio.
-Lo que escucho señor- Me puse de pie -Usted podrá ser su padre, pero tenga por seguro que no es lo único que la puede hacer feliz- ¿"lo"? ¿Acabas de llamarlo "lo"? ¿Le dije que era una cosa? -Y si lo único que va a hacer es molestarme, será mejor que me vaya. Gracias por la cena señora estuvo deliciosa.- Puede parecer que estaba escapando, pero no sabía cómo lidiar con sus acusaciones. Me dirigía a la puerta y justo antes de abrirla ella me detuvo abrazándome por detrás.
-Por favor no- no podía creer que ella llorara nuevamente por mi culpa -no puedes irte así- pronuncio cada palabra con ese tono triste que me rompía el alma.
Nos quedamos un rato hablando afuera de su casa, hasta que me convenció de volver, entre nuevamente y fui al comedor, pero estaba vacío, me dirigí entonces a la sala de estar esperando toparme con él. Y sí, ahí estaba sentado en el sillón leyendo un libro. Me puse en pie justo en frente de él.
-No sé qué fue todo eso de hace poco- Dijo sin apartar la mirada del libro- Pero debo decir que me sorprendió la forma en la que me encaraste.
-Lo siento señor, fue una tontería de mi parte, no...
-Sí, fue tonto- me interrumpió -Pero admirable.
¿Eso fue un elogio?
Usando un tono muy amable en comparación a los anteriores se dirigió a mí, mientras ella nos veía sonriendo desde el marco de la puerta.
-Toma asiento chico, tenemos mucho de qué hablar.
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Mi única historia.
Short Storyhola. esta es una historia de amor relatada por una persona que cuenta lo que paso únicamente desde su punto de vista, será corta y sencilla, pero les aseguro que será entretenida. espero que la disfruten.