Mi única historia. 4

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Capítulo cuatro: Momentos simplemente bellos.

No todo en la vida son momentos bellos, momentos felices,  hay momentos en los cuales no parce existir color que cambie el tono gris del ambiente. Pero son estos momentos los cuales se deben agradecer de vez en cuando. Aunque la pases mal en muchas ocasiones, son esos instantes los que harán de los momentos bellos, momentos aún más bellos.
-Tesoro, lo siento, pero no voy a poder estar contigo este año. De verdad que me duele mucho.
 Si supiera cuanto me duele a mí escuchar eso cada año.
Era lo único que podía pensar en ese momento. Mi madre me dejo cuando era un niño para trabajar en un refugio de animales en alguna parte de Brasil. Me llama constantemente, pero simples llamadas no cubren todo el afecto de una madre.
-Está bien madre, papá y yo buscaremos la forma de distraernos...
-Lamento decirte que "papá" tiene que trabajar hoy en la noche- me interrumpió mi padre –Lo siento.
-Ahora todos tienen excusas ¿Saben lo feo que debe ser celebrar la noche buena sin pa...?- algo interrumpió mi pregunta. Un pensamiento, algo tan fugaz que apenas me dio una imagen y me decía "Ella".
-¿Qué pasa hijo?- Pregunto mi madre por el teléfono.
-Lo siento mamá, debo colgar.
Tome mi celular y pensé en llamarla, pero en ese momento  parece que alguien se me adelantó .
-¡Hijo! ¡Te llama tu novia al teléfono!- creo que los vecinos estaban al tanto de mi vida social gracias a los gritos de mi padre.
 Tome el teléfono y guardando mi celular en el bolsillo, escuche su voz.
-Hola cariño, me preguntaba ¿Tienes planes para hoy en la noche?
-¿Comer pavo seco a solas cuenta?- En ese momento, luego de mucho tiempo, la escuche reír nuevamente. Escuchar de nuevo su risa fue como sonar una bella melodía en un volumen muy bajo justo en mi oído. -¿Qué tienes en mente?
-¿Quieres cenar con mi madre y conmigo?- no me tome mucho tiempo en pensarlo, es más, la decisión ya estaba tomada.
-¿Pavo?
-Como te encanta.- Dijo en un tono coqueto.
-¡Está bien! allá estaré.

Y nuevamente allá estaba, tal y como la primera vez, un ramo de flores, unos chocolates y esta vez mi orgullo ni se molestó en ocultarse en aquel traje azul aguamarina. Mi padre tiene un gusto extraño en cuanto a trajes.
Pero al igual que la primera vez mi corazón salto nuevamente al ver ese bello rostro, con esa sonrisa resplandeciente que extrañaba tanto, flotar por arriba de un hermoso vestido carmesí.

Estábamos sentados en la mesa, esta vez solo cuatro. Todas las cenas de noche buena siempre tuvieron cuatro, para ellas, pero aun así ese puesto vacío a la izquierda de ella y la derecha de su madre difícilmente podrá llenarse.

Después de la cena nos sentamos en la sala de estar alrededor de la chimenea , su madre abrazaba a su hermana mayor en un sillón mientras le contaba historias al oído, ella simplemente se sentó a ver el fuego.
En ese momento solo podía verla, ver sus ojos, verla siendo ella misma, verla sin que tratara de ser importante, verla sin que tratara de impresionar a nadie, solo estaba ahí, contemplando el fuego.

-¿Por qué me miras?- interrumpió mi transe de repente.
-Porque lo disfruto. Porque me gusta. Porque me gustas.
-voy a necesitar una mejor razón- Dijo mientras se acercaba a mi sillón.
-está bien...- suspire. Eso significa que se acercaba algo cursi –A partir de hoy recuerda esto cada vez que te mire: Te miro para que recuerdes que pienso en ti, para que sepas que mis ojos buscan los tuyos. Te miro para que sepas que quiero cuidarte. Te miro porque quiero hacerte sentir.

-¿Qué quieres hacerme sentir?- pregunto con una sonrisa y voz temblorosa.
-Quiero hacerte sentir que vales mucho para mí.

Nunca en la vida, hasta ese punto de ella, había  sentido algo tan dulce como sus labios esa noche. Fue la mejor noche buena que me pudieron dar. Y me la regalo ella.

¿Nunca han sentido como se les revuelve el estómago cuando llega algo que han estado esperando durante mucho tiempo?

 Bueno, esa era mi situación.

Viejo, desde donde sea que estés viéndome, aunque digas que me odias, sé que estas orgulloso de mi.

Mis pensamientos no dejaban de ser cada vez más felices.  Después de todo, Después de la larga espera, por fin llego ese anhelado día:

¡Por fin era 8 de abril nuevamente!

Ese día fue pensado por mí durante mucho tiempo, sería el día en el que ella tomaría todo de mí.

 Después de todo cumplí con mi promesa ¿no es cierto viejo?

Resumiré un día repleto de tantos momentos lindos, de tantos besos apasionados, de tantos abrazos que decían: "es el primero, el primero de todos los años que vendrán a tu lado".
Al final del día, cuando el sol se ocultaba en el horizonte, dando ese toque anaranjado al cielo que tanto me encantaba, viendo como las aves cruzaban atreves de los rayos de luz. La lleve a un bellísimo puente que colgaba arriba de un lago, reflejaba la luz del sol y dibujaba arcoíris en las rocas que lo rodeaban. Los cisnes se acariciaban unos a otros formando corazones blancos que flotaban en el lago. Pero lo más bello que vi en ese momento era ella, radiante, sonriente y hermosa, igual que siempre.

-Es la vista más hermosa que pude pedir para nuestro aniversario- Dijo ella mientras contemplaba en paisaje.
-Aun así no se compara a ti en belleza- Note como sus mejillas se sonrojaron a la perfección y se iluminaron sus ojos.

¡Este es el momento!

Metí mi mano en uno de mis bolsillos y mientras me acercaba a ella comencé a hablar.

-¿Sabes que te amo?

-Me lo dijiste muchas veces. Yo también te amo.

-¿Sabes que quiero estar a tu lado el resto de mi vida?- una risita nerviosa se escapó de su boca.

-Sí, me lo dijiste exactamente un año atrás.

-entonces te repetiré todo- me puse de rodillas en aquel puente, mientras con ambas manos sostenía esa pequeña cajita abierta, que adentro tenía esa cuerda que nos ataría para siempre: un anillo. Mi mirada clavada en sus ojos, y mis labios secándose de los nervios, tanto que apenas podía hablar.

-En el momento que me digas que sí, en el momento que me aceptes, en ese momento no estarás corriendo el riesgo de perderme. Me estarás atando a ti para siempre.

Eres el amor de mi vida.

¿Te quieres casar conmigo?

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