dos ; dessert.

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con ligeros toques y caricias lumine recorría el instrumento, la punta de sus dedos paseándose por cada rincón de madera tintada de negro, se sentía fascinada, como si no hubiera nada más que ella y el piano en el mundo

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con ligeros toques y caricias lumine recorría el instrumento, la punta de sus dedos paseándose por cada rincón de madera tintada de negro, se sentía fascinada, como si no hubiera nada más que ella y el piano en el mundo. en una pequeña bolsa que colgaba de su hombro izquierdo y reposaba a un costado de su cuerpo se escondía una carta con el sello de la academia pintado en ella; la habían aceptado, a ella y a su hermano.

tan pronto como llegó ahí, ella y el tipo idéntico a ella se habían separado para encontrarse con sus propios intereses, no sin antes ser recibidos por la recepcionista -a ellos y a unos cuantos más- quién les dió la libertad de vagar por ahí mientras el maestro llegaba. rogaba internamente para que la pusieran en el piano, a lo largo de su vida fue obligada por sus padres a aprender a tocar otros instrumentos, y aunque era buena en muchos de ellos, nada podía hacer revolotear su corazón de emoción como lo hacía el piano.

el piano era su mayor fortaleza y debilidad al mismo tiempo.

pronto se sentó en el pequeño taburete, estiró sus brazos como si sus habilidades necesitaran un calentamiento, acarició las teclas de fino ébano y marfil un poco más y, entonces, empezó a tocar cuidadosamente una melodía, cualquiera lo haría en ayuda de una hoja con las notas plasmadas en ella, pero lumine no la necesitaba, era como si las notas de esa melodía en específico vivieran dentro de su mente, de su corazón.

el romántico sonido del piano resonaba por los pasillos cercanos a la sala en la que se encontraba la rubia y, casualmente, el distinguido maestro caminaba por uno de ellos. cautivado siguió la melodía hasta detenerse en la puerta y abrirla con delicadeza, ahí pudo verla de nuevo, aquella rubia que cerraba sus ojos y mantenía una expresión serena cuando sus dedos se paseaban ágilmente por las teclas del piano. se recargó en el marco de la puerta y observó atento hasta que la canción terminase para poder hablar con ella, viendo la escena como un artista a una completa obra de arte, como una persona a otra que había hecho su corazón latir como solo la música había logrado.

cuando la canción llegó a su fin, los ojos de la rubia se abrieron con sorpresa al escuchar la voz de otra persona en la sala.— eso fue liszt, ¿cierto?—pronunció childe a sus espaldas, haciendo que la chica volteara y se sonrojara al descubrir quien había estado escuchando su recital. el pelirrojo se acercó un poco más a ella con cautela.

—lo-lo siento.

el maestro se recargó sobre el instrumento de forma coqueta involuntariamente.—¿por qué te disculpas? tocar el piano de esa manera no es un delito, además, ya eres una de nosotros, ¿no es así? este piano ahora te pertenece.—lumine dejó de mirarlo para mirar el instrumento encantada, aún con sus mejillas sonrosadas y con brillo en sus ojos, un poco más de lo usual.

—¡sabía que estarías aquí!—una voz masculina exclamó detrás de ellos y lumine se levantó rápidamente mientras que la sonrisa de childe se borraba y volvía a su semblante habitual, el de maestro. la rubia se dirigió hasta su hermano y ambos se inclinaron levemente ante el músico.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2022 ⏰

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the pianist ; chilumiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora