La cabaña

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    Mi día jueves transcurrió muy lento. A pesar de que quería pasar tiempo con Jimin, también tenía cosas qué hacer con respecto a la compañía, y no solo eso, sino viajar 4 horas hasta donde alquilé el sitio para nosotros.

Esperaba de todo corazón que le gustara.

Cuando la noche cayó, esperé pacientemente a que cómo cada día llegase a despedirse de mí, y así fué.

Mi sonrisa no podía ser más genuina, lo abracé y lo besé tratando de que sintiera lo mucho que me hizo falta durante el día.

¿Han sentido alguna vez qué quieren tanto a alguien qué les dan ganas de llorar? ¿No? ¿Solo yo? Bien, quería llorar de felicidad por al fin, después de un día tan pesado, poder tenerlo entre mis brazos.

— ¿Cómo te fué hoy, amor mío? — pregunté sentándome en la silla de mi escritorio para que él hiciera lo mismo en mis piernas.

— Estuvo bien, la obra va avanzando muy rápido, pero estoy algo cansado — puchereó y aproveché para darle un beso.

— ¿Estás listo para mañana?

Su cara cambió a una hermosa sonrisa — ¿Cuál es el plan?

— Es sorpresa, no te pediré que lleves un bolso con ropa porque podría ser sospechoso, lo compraremos en el camino.

— Oh mi Dios, estoy muy emocionado — sostuvo mi cara entre sus manos y me dió un largo beso que se vió interrumpido por su celular, era su marido llamándolo. No mentiría, me molestó. No quería seguir compartièndolo, y menos con ese bastardo.

Se levantó de mis piernas para hablar — ¿Estás abajo? — me miró preocupado, en el tiempo que llevaba trabajando aquí ni un solo día había venido por él — Bien, sí... Ya bajo — colgó — creo que hoy no me podrás llevar, Namjoon está en el estacionamiento esperándome.

— ¿Estarás bien? — pregunté tomándolo por la cintura.

— Lo he estado durante 6 años, ¿A qué hora debo estar aquí?

— A las 8 está bien — nos volvimos a besar, no quería dejarlo ir, pero debía — Te quiero... descansa — dije antes de que cruzara la puerta, me regaló una última sonrisa y salió.

Inhalé hondo, jamás en mi vida me había sentido así.

Me sorprendió no ver a Baekyung en casa. Varias de sus cosas ya no estaban, y la mitad del closet estaba vacío. Fué un sentimiento raro para ser sincero: una mezcla de alivio y vergüenza.

Tomé una ducha sonriendo como idiota y a las 6 AM ya estaba despierto.

   En una pequeña maleta de mano metí: dos toallas, crema y cepillos de dientes, shampoo y varias cosas de uso personal para ambos.

Tomé otra ducha rápida y me vestí para echar una buena cantidad de gasolina y esperar por Jimin en la empresa.

A las 7:55am lo ví bajar de un taxi, miró a los lados buscándome hasta que vió mi auto y se adentró en el copiloto. Me causó gracia que venía con ropa formal y yo tenía un pantalón deportivo y una camisa manga corta — Buenos días, bebé — dije cuando cerró la puerta.

— Te ves muy bien así vestido.

— Gracias, amor, vayamos a comprar algo para tí.

    Comenzamos el día con un beso para mezclarnos entre las calles, conduciendo hasta un lugar apropiado dónde bajarnos a comprar comida y ropa cómoda para Jimin.

El camino fue muy divertido, nos reímos todo el tiempo, nos tocamos y besamos en cada oportunidad que tuvimos, hasta que estábamos cruzando por un espeso trayecto lleno de árboles — Ya veo porqué compramos comida y todo, aquí no hay civilización.

— En efecto, mi amor, es un lugar donde vamos a estar solos —  guiñé el ojo colocando mi mano libre en su muslo y minutos después llegamos a una cabaña que se ubicaba cerca de un lago. Se podían ver muy, muy a lo lejos otras cabañas a la distancia.

El lugar era de un hombre cuyos padres le heredaron el sitio completamente privado, pero habían muerto y él rentaba la cabaña para ganar algo de dinero.

Nos bajamos y el pequeño chico a mi lado veía todo emocionado — Esto es hermoso, Kook, nunca había salido de la ciudad — confesó y pensé que tenía aún tantas cosas por ver y conocer.

— Es todo nuestro por hoy, mi vida — sonreímos mutuamente antes de bajar mi maleta y las bolsas con lo que habíamos comprado.

Por dentro era igual de hermoso, todo hecho de madera y perfectamente cuidado, una cocina amplia y un patio que daba una vista preciosa al bosque con un jacuzzi incorporado para dos, creando un ambiente romántico de ensueño — ¡Me encanta! — gritó emocionado, cubriéndose la boca de inmediato al oír como su voz creó un fuerte eco — lo siento — se disculpó.

— Está bien, bebé, puedes gritar todo lo que quieras y sentirte libre en este lugar, hoy seremos solo tú y yo, ¡Te quiero!









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       A este capítulo le puse imagen para que visualicen mejor como es el sitio donde están 💜

Brown eyes - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora