Capítulo 1

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El simple acto de besar.

Las personas se besan con otras personas todo el tiempo, a todas horas, en cada momento. Si habláramos estadísticamente...bueno, no lo haremos porque eso implicaría un esfuerzo por estudiar la cantidad de personas -estadísticamente hablando- que se besan por segundo alrededor del mundo. El caso es que besar no debería suponer algo malo ni ocasionar catástrofes globales, besar es un acto casi natural y se da por el simple hecho de querer hacerlo, es decir, siempre y cuando sea consensuado por ambos seres humanos. Existen muchas razones para besar a alguien, por deseo o gusto que sería mi favorita, por cumplir una meta de número de personas besadas en una noche y después exponerlo delante de tu grupo de amigos, por monotonía al besar a tu pareja antes de dormir o saliendo a las prisas para llegar a tiempo al trabajo, entre muchas otras.

Besar no abre paso a ningún riesgo, a no ser que estés besando a Louis Tomlinson, un solista extremadamente famoso, antes miembro de una banda pop ultra famosa con miles, sino es que millones de fans por todo el mundo en el baño del salón de eventos del cumpleaños de tu hermana menor donde la banda fue exclusivamente reunida e invitada especial -por exigencias de nuestro padre- el dueño de la discográfica donde está firmado el chico y mantiene una buena relación con los otros cuatro ex miembros de la banda.

Un beso no debería partir el mundo en dos...acostarse, acostarme con Louis Tomlinson si lo haría y no me importó un carajo.

Debió de importarme más, sé que debí utilizar todo mi razocinio cuando me invitó a su habitación de hotel esa noche y negarme, pero no me importó -sobre todo porque me tenía hipnotizada con el color de sus ojos y su sonrisa- y ahora tenía que atenerme a las consecuencias de que mi padre me había asignado un trabajo por primera vez en mis veintiséis años de vida y sería nada más y nada menos que como SU letrista y además...por si fuera poco, atenerme a lidiar con lo embarazoso de la situación yo sola, porque él muy cabron, el cantante más egocentrico de todo Londres no recordaba nada de aquella noche en absoluto.

Hace un mes, cuando se dieron los hechos, se despertó tan malditamente fuera de si que casi me empujó fuera de la cama y me pidió, con su acento forastero y una muy limitada amabilidad, que si había tomado fotos de su cuerpo desnudo las borrara inmediatamente de mi teléfono celular. El imbecil pensó que era una groupie, o como sea que se les llame, pensó que me había metido yo solita en su cama y lo había desnudado para ¡Aprovecharme de él!...como si yo necesitara de esa mierda.

Evidentemente yo lo mandé al carajo al segundo, me puse la ropa y me fui con la poca dignidad que me quedaba en el cuerpo aún patéticamente tembloroso por lo ocurrido en esa habitación no sin antes gritarle en la cara sus malditas verdades, entre ellas: arrogante, cínico, patan, porquería de ser humano, etc, etc.

No soy una persona grosera, tampoco utilizo demasiado las palabras altisonantes y soy, en la mayoría de los casos, una persona decente y civilizada, pero recordar ese desafortunado suceso con ese muy afortunado sujeto saca lo peor de mi y por ello, no puedo dejar de sonreír con maldad pura cuando el señor Walls, en la junta con la banda me presenta como Isla Walls, su hija y colaboradora más prometedora y puedo -finalmente- saborear la dulce venganza cuando observo con solo una mesa de distancia como se le desencaja la mandíbula, se ahoga con su propia saliva y se le olvida respirar.

-¿Te sucede algo? Parece que viste un fantasma. -Le preguntó su amigo y bajista, Matt Alejarra, con preocupación.

He de admitir que me sentía insegura por aceptar el trabajo, no es que tuviese la opción de negarme porque mi padre es duro de persuadir, pero lo intenté, de verdad lo intenté, le dije que era joven y que me estaba dando un cargo demasiado importante, le dije que una cosa era escribir canciones que sabía que nunca serían cantadas a hacerlo profesionalmente para un grupo...no le importó, dijo que era buena y con esa idea se quedó. Pero ahora me sentía dichosa de haber firmado, maté dos pájaros de un tiro y quizás no tenía fotos de Louis Tomlinson desnudo para publicarlas en redes y volver locos a los fans y los medios, pero me hubiese encantado tomarle una en este momento, me atrevería a decir que el peor momento de su vida y a su vez, el mejor momento de la mía.

Songs about you |Louis Tomlinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora