¿Te parece?

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Mal, mal ¡Mal!

Izumo quiso golpearse por lo estúpida que fue.

Ella ni siquiera se llevaba bien con Rin Okumura. Es decir, no tenían una mala relación pero tampoco eran cercanos, así que por supuesto no podía ir y pedirle como buenos amigos, algo como hacerse pasar por su novio un par de meses mientras Shiemi y Shima desaparecían de su vista.

Bufó con desgano rayando en la molestia, mientras caminaba y su cuerpo se encorvaba apretando un par de libros contra su pecho.

A lo lejos divisó el dormitorio de chicos dónde residían los gemelos Okumura, Yukio había sido muy amable prestándole sus enciclopedias de referencias para una investigación la semana pasada, así que ella no pudo ignorarlo cuando preguntó por ellos de vuelta, ofreciéndose a si misma en llevarselos como gesto de agradecimiento. A pesar de arrepentirse un poco ahora.

El murmullo de la gente resonó desde su izquierda. Sin poder evitarlo, quiso regresar sobre sus pasos en una racha de humo para no ser vista, pero ya estaba aquí de todas maneras. Se armó de valor como si nada hubiera pasado dando largas zancadas hacia el edificio. Ignorando la presencia de todos siguió su camino tomando más confianza hasta que por desgracia se encontró con el club de kendo viniendo en su dirección. Y como no podía tener peor suerte, Rin venía en medio de todo el lote con un bokken al hombro y su maleta de gimnasia en la otra mano.

Sintiéndose descubierta de quién sabe qué, se quedó parada viendo en todas direcciones, buscando algún bote de basura o arbusto para esconderse.

—Ah... Cejas —. No. Tal vez era mejor ir a golpearlo con estos libros para que dejara de usar ese ridículo apodo. Se volteó en su dirección encontrándose con el chico a una distancia perfecta para captarle con esa expresión de relajación perpetua, recargando el bokken en su hombro —¿Vienes para ver a Yukio?

—¿Eh? —. Por un momento no pudo procesar sus palabras. —Si, vengo para devolverle estos libros —contestó mostrando ambos objetos.

—Yukio está en el dormitorio. Si quieres se los doy por tí —ofreció el Okumura mayor.

Izumo realmente quería entregarlos al joven delante suyo y marcharse de ahí, pero su sentido de la responsabilidad le ganó a su conciencia culpable, haciéndola decir.  —Oh, no. Yo los llevo —dijo dispuesta a continuar su camino.

—Entonces te acompaño —. Rin le otorgó una sonrisa brillante para pararse a su lado, mientras se despedía de sus compañeros de club. —Nos vemos después chicos —. Ajustó  las correas de su maleta emprendiendo sus pasos.

Sin otra opción, Izumo se puso al corriente, intentando ignorar las miradas poco discretas que algunas personas a su alrededor les enviaban. Por alguna razón quiso saber ¿Se veían como una pareja de verdad?

Inmediatamente sacudió la cabeza, reprochandose por tales disparates. Enfocó sus pensamientos en la distancia que les faltaba para llegar al sitio de los hermanos Okumura. Entretanto subían las escaleras se le escapó un suspiro de resignación. No importaba cuanto lo intentara, en su lengua cosquillaban las palabras "Oye ¿Te importaría fingir salir conmigo por un mes o dos?"

Debido a su debate interno, apresuró la caminata tomando cierta ventaja. Con velocidad tocó la puerta de la alcoba hasta donde llegaron, deseando entregar los libros a Yukio y marcharse. Desafortunadamente la suerte se hallaba en su contra. —¿No dijiste que tu hermano estaba aquí? —cuestionó casi molesta al girar para verlo, como si Rin a propósito la hubiera engañado.

—Debería estar dentro —respondió él sacando una llave de su bolsillo. —Tal vez esté dormido —explicó abriendo la puerta.

La habitación de todos los estudiantes era igual, con dos camas individuales, armarios y escritorios para dos personas. Sin embargo, el lugar de los gemelos no era ni de cerca común. Empezando por el hecho de que ambos extremos del dormitorio eran un contraste absoluto.

Por un lado estaba Yukio, con su cama ordenada y tendida, sus estantes de libros, gavetas, buró e incluso su pequeño tapete estaban libres de polvo, ni una mota podía verse. Sus paredes conservaban el tono amarillo crema original dando incluso una sensación de tranquilidad al verlo.

Sin embargo, al otro costado era una feria de objetos donde las pantuflas mal ordenadas sobre el tapete, las sabanas hechas una maraña que le daría un buen susto a alguien si fuera de noche, los libros abiertos sobre el escritorio hacían un carnaval con los restos de borrador usado, las virutas del lápiz, un par de hojas hechas bollo e incluso un vaso de jugo a medio acabar. Ni hablar de la pared, que fue tapizada con pósters de samuráis y guerreros portando una espada.

Casi como un foco iluminando su cabeza, la idea se formó tan pronto vio esas imágenes. Luego volvió la vista a Rin, parado en el marco de la puerta aún con sus cosas en la mano. ¡Eureka!

—No está —habló él con cierta incomodidad, no era su intención mentirle. De verdad creía que su hermano menor estaba aquí. —Puedes dejarlos en el escritorio de allá, yo le digo que viniste.

Izumo casi no escuchó sus palabras debido a las descabelladas ideas cruzando sus pensamientos. De alguna manera se las arregló para caminar algunos pasos extra, depositando ambos libros sobre la madera. Giró el rostro para ver al Okumura mayor dejar sus pertenencias en la silla de su costado, contemplando su espalda de forma indefinida.

Con el valor que le dio su grandioso plan, se acercó despacio. —Okumura —llamó su atención, escondiendo las manos tras la espalda.

—Dime —respondió Rin de inmediato.

—Por casualidad ¿Has visto el blog de la escuela?

El joven alzó las cejas, adoptando una expresión meditabunda. —No ¿Hay algo que deba ver?

Izumo vaciló entonces ¿Por eso la trataba con tanta normalidad? ¿Porque no había visto los post en la web escolar? —Bueno... Más que eso. Había algunas cosas que tal vez, te habrían parecido hilarantes —término diciendo. Casi ocultándose como una tortuga miedosa. —Si llegas a ver algo raro, no te lo tomes tan a pecho. Ya sabes cómo la gente ama inventar chismes.

—¡Oh! ¿Te refieres a lo que dicen de nosotros?

¡Entonces lo sabía! Pensó Kamiki. Asintió lentamente con la cabeza esperando oir algo más.

—Muchos alumnos me estuvieron preguntando hoy, hablaban de las fotos en el blog pero yo no las he visto. Aunque no te preocupes, les dije la verdad.

¿La verdad? Por alguna razón, Izumo se sintió decepcionada. La verdad era que ellos a penas intercambiaban saludo por la mañana.

—Eso es bueno.

—Espero que no te hayan molestado con el tema. Ya que yo te llevé a la enfermería ese día, en cierta parte fue mi culpa.

Observando su reacción inesperadamente tímida, Izumo golpeó mientras el hierro estaba caliente. —Ja, ja. A mi también me preguntaron por todas partes, fue difícil incluso hacer mi tarea con tantos mensajes llegando a mi ordenador. Me mandaron bastantes fotos —mintió cruzando los brazos como si se tratara de un tema absurdo. —No puedo creer que a los demás solo les importe con quién salen otros. Deberían enfocarse en sus estudios —. Rin asintió varias veces para demostrar que estaba de acuerdo con sus palabras. —Sobre todo ¿Qué tiene de grandioso? Nosotros bien podríamos fingir una relación para que nos dejen en paz.

El muchacho seguía asintiendo de forma efusiva hasta que oyó esa frase. —¿Perdón? —cuestionó casi ahogándose con su saliva.

Izumo fortaleció su coraje. Ya había llegado hasta aquí como para echarse atrás. Se aclaró un poco la garganta antes de seguir. —Si. Ya sabes. No tengo tiempo para estar aclarando tantas preguntas una por una. Si lo piensas detenidamente, decir que estamos saliendo haría que dejen de especular —. Incluso sus oraciones le sonaban ridículas ¿Quién sabía que Rin en verdad lo consideraría?

—¿Te parece? —. Lo escuchó preguntar más con asombro que escepticismo.

—Absolutamente —afirmó segura. —Quizá es lo que deberíamos hacer. Fingir que salimos, para deshacernos de los metiches —ofreció acercándose unos pasos a él. Al verlo dudar, decidió abrirle el apetito. —Te gustan las katanas ¿No? En mi casa tenemos algunas reliquias antiguas, entre ellas una bonita espada de verdad. Si me ayudas a bloquear todas las distracciones hasta después de los exámenes, te la obsequio ¿Qué opinas?

Continuará...

 ¿Están saliendo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora