Vegetta era un hombre sencillo. Le gustaba comenzar por el inicio, no se complicaba la existencia con pequeños obstáculos, si algo en su cabeza gritaba por una prioridad, él la cumpliría sin pensarlo mucho; no había nada que le quitara de sus ideas, estaba al tanto de todo, conocía como hacer las cosas para que estas salieran bien, y lo haría indudablemente, podría ser catalogado como el héroe más aburrido de Karmaland por ello, mas eso no era algo que realmente llegara a molestarlo, porque realmente, él era el único que al llegar la noche, no tenía la necesidad de correr y pedir ayuda por los monstruos. En conclusión, podría ser aburrido, pero no estaba en peligro constante como sus compañeros; ¿Estaba mal regocijarse en aquella diferencia de poderes entre él y sus congéneres? Si, indudablemente lo estaba, aunque no se arrepentía de aquello, después de todo, Vegetta podrá ser superior en muchos aspectos, pero nunca renegaria de la humanidad que todos poseían en ese pueblo.
Sus ideales eran firmes, su voluntad y objetivos inamovibles, y su fuerza implacable; era tan poco humano que algunas veces asustaba, nunca fue capaz de cometer más que un simple desliz, Vegetta estaba tan cercano a ser lo que muchos catalogaban a un Dios, que a cierto punto, se perdió a si mismo. Nunca había nada que pudiera desestabilizarlo, no había preocupaciones que duraran más que unos simples minutos, era muy difícil impresionarlo (de forma verdadera, pero no había pecado en fingir sorpresa para sus amigos), no existía ningún tipo de relleno que pudiera reparar las grietas de soledad que los años cincelaron en su gran y débil corazón.
Porque apesar de su perfección, Vegetta se sentía irremediablemente solo.
Con el pasar del tiempo, Vegetta lentamente se fue hundiendo en un espiral de monotonía, del cual nunca pudo escapar; porque al escalar con la ayuda de las ocurrencias de sus amigos, volvía a hundirse al ver como ellos rápidamente lo dejaban en una agonizante soledad. Y no, nunca los culparía, ya que él mismo fue víctima de la voluble naturaleza humana, aquella de aventurarse a lo desconocido sin entender lo que depararía el mañana; en algún punto de su vida, Vegetta aprendió a obtener, atesorar y luego dejar en libertad, ya que esa es la única forma en la que él podría vivir bien con sigo mismo. En la total sabiduría de sus amigos volverían a él por voluntad propia, aunque sus días o semanas de tardanza provocaran una asfixia interminable en su ya dañado corazón.
La soledad era el sentimiento más aberrante que el humano jamás hubiera conocido, la antorcha del calor humano era la cura más agonizante nunca antes creada; y al conciencia plena de saber de la existencia (de haber poseído, de haber perdido) del mismo, era el ciclo interminable de la locura de ser humano; quizás ese era su único arrepentimiento, el estar conciente de que, en algún punto de su vida, fue su culpa el distanciamiento con aquél paraíso que alguna vez fue su vida.
Vegetta era tan perfecto, que el simple hecho de ser humano, era su estaca en el corazón.
Obtener, atesorar, perder (dejar en libertad). Adoraba a sus amigos, pero ellos no podrían darle lo que necesitaba; ya que ellos siempre serían libres, tan libres que nunca regresaban a él por voluntad, y eso era doloroso, porque en su corazón tan grande, ellos ocupaban un pequeño compartimiento especialmente diseñado para ellos, cada uno con el mismo tamaño, porque él los adoraba por igual. Un pequeño compartimiento para Luzu, uno para Alexby, uno para Willy, Fargan, Staxx, Juan, Lolito, Mangel y el último, e incluso un poco más brillante que los demás, era para Rubius.
ESTÁS LEYENDO
Vegetta el protector| [Luckity+ Vegetta]
FanfictionVegetta era un hombre recto, responsable, amable y empático; pero pese a sus virtudes, Vegetta tenía una pequeña debilidad (que no podía ser catalogada como nada menos que humanidad), era demasiado apasionado por ayudar a los indefensos. ¿cuándo sal...