✦Preludio

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Tokio, 13 de octubre, 10:45 pm

El susurro nocturno inundaba su sistema auditivo. Las aves nocturnas ululando a la luna, seres escondidos en las sombras observando en silencio... Serpenteando como víboras al acecho de almas desafortunadas en la fría cortina que revestía ese lado del mundo a esas horas.

La noche era joven.

Y ella también lo era, cuando vio por primera vez a una genuina bestia salida de las entrañas de las tinieblas. Se regodeaba, se burlaba de ella. De su vulnerabilidad, la tenía completamente a su merced, casi pudo acariciarle con sus afiladas y grotescas garras de demonio.

El corazón le galopaba en el pecho, asustada. Sus manos se aferraron a la tierra mientras sus ojos permanecían fijos en los horripilantes orbes que le escrutaban con apetito. Las lágrimas querían descender de sus cuencas, y el pánico se hizo dueño de su diminuta fisionomía.

Pero tan pronto como vino su oportunidad de devorar el corazón fresco de una niña de nueve años, se le escurrió como agua entre los dedos en un soplar del silencioso viento.

Su pecho se incendió con las llamas celestiales, un chillido agónico escapó de sus fauces siendo atravesado por un arma celestial al momento de luchar contra el ser que osaba interrumpir su banquete de esa noche.

Tan veloz, tan ágil... Tan grácil. Se desplomó en el suelo con un ruido seco, su cuerpo convulsionó en violentas sacudidas, hasta convertirse en genuinas cenizas que se llevó el viento. No quedaron siquiera los huesos.

La pequeña miró con ojos grandes el sitio donde la bestia debió estar, habiéndose esfumado después de resplandecer en llamas blancas. Sintiéndose confundida.

La figura de un ser ahora apoyado en la copa de un árbol, dos extensiones aparecieron tras su espalda, el fulgor de la luna le impidió ver con claridad su rostro.

Más sin embargo ella no temía, algo en la energía que irradiaba le impedía sentirse en desconfianza. Se levanto del suelo, con sus rodillas raspadas y sucias de barro y sangre seca sobre éstas.

Al momento que la figura descendió de forma delicada, casi como si fuese ingrávido. Un aleteo le acompañó al apoyar los pies sobre el suelo y el aire le revolvió el cabello.

Él se acercó, y ella lo dejó.

—¿Quién eres?

Los ojos del desconocido viajaron hasta los de ella, se hincó sobre una de sus rodillas a la altura de la infante.

—Un caballero que aguarda por tu seguridad, pequeña

Su voz se oyó como la clave más afable que alguna vez haya oído.

—Caballero... —dudó ella, mirando por sobre el hombro del susodicho. Contempló las extensiones replegadas. —¿Con alas?

El muchacho ladeó la cabeza, una sonrisa encantadora le acompañó mientras asentía suavemente.

—Con alas —reiteró, con una clave baja.

Sus manos se acercaron a las rodillas de la niña, sin tocarla, sólo con sus palmas extendidas a una corta distancia, un resplandor fungió para sanar sus heridas en cuestión de segundos.

La niña, asombrada y complacida. Agradeció al alado con dulzura. El ángel volvió a estar sobre sus pies completamente erguido, e intuyó lo que la niña pensaba cuando sus ojos pasivos lo miraron.

—¿Te irás? —musitó, con desilusión.

El de cabello negro miró a la niña.

—No, yo siempre estoy aquí... —su mano sujetó la de la pequeña con suprema delicadeza. Guiando esta a su pequeño pecho, luego con su índice clavó su yema en medio de su frente.

La pequeña asintió, sintiéndose satisfecha con la respuesta. Sintiéndose protegida por ese encantador caballero alado.

El silencio permaneció entre ellos. La niña sonrió, viendo al alado devolvérsela. El de cabellos negros entornó los párpados, seguido de un susurro mediado por sus labios.

—Duerme

Y en un segundo ella se desvaneció. Cayendo como una hoja seca en otoño entre sus brazos. Viéndose tan frágil como el pétalo de una rosa, su respiración acompasada, sus párpados caídos, y su rostro dormido con una sonrisa inconsciente. La cargó.

Desplegó sus alas, batiéndolas con firmeza, antes de desprenderse del suelo. La luna derramó por última vez su luz sobre ellos, antes de perderse entre las nubes.

Y el destello de un alma, hizo mella en el cielo, vestido de estrella fugaz.

Y el destello de un alma, hizo mella en el cielo, vestido de estrella fugaz

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Enamorada de la portada, gracias a Gummipink por tan hermoso trabajo.

𝔓𝔩𝔞𝔶𝔦𝔫𝔤 𝔴𝔦𝔱𝔥 𝔣𝔦𝔯𝔢 ✯ 𝔎; &𝔱𝔢𝔞𝔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora