Después de conseguir la llave que habría a gran y última puerta del templo del bosque, me dirigí de vuelta a puerta, y cuando llegué me detuve ante ella para observar su gigantesco tamaño... "si la puerta es así, imaginaté lo que hay en su interior" me dije a mi mismo, tenía miedo, de un suspiro me desplomé en el suelo, me encogí y comencé mirar agujereado el techo del templo donde la luz luchaba por entrar y la maleza que había crecido por salir y mientras admiraba esa batalla pensé en la mía, planteandome preguntas como "¿Qué pasará si no la salvo?", "¿Y si muero? " o "¿Y si Zelda no está aquí y todo esto ha sido una perida de tiempo?". Entonces recordé su sonrisa, todos los buenos momentos que pasamos juntos y que debía encontrarla, porque... yo, Link, estaba enamorado de Zelda y si es necesario, removería cielo y tierra solo por escuchar su dulce voz entonar la balada de la diosa.
-¡Zelda, te juro que te encontraré!-grité-.
Mi voz resonó por toda la sala espatando a algunos pájaros que estaban en las ramitas escondidos. Me levanté y metí la llave en la cerradura, está se abrió y ahora tenía dos posibilidades, volver a Altárea con el rabo entre las piernas y con las manos vacías o bien entrar y enfrentarme con mi destino, por su puesto escogí la segunda opción y empujé la puerta para abrirla.
Lo que me esperaba detrás de aquella puerta no era otra cosa que una sala octogonal muy parecida a las anteriores en las que había estado solo que esta era más alta que las otras y estaba inundada por el silenció, aguanté la respiración para ver si podía escuchar algo, por que la sala estaba completamete vacía y la puerta se había cerrado a cal y canto estuve así duante un par de segundos hasta que pude escuchar algo detrás mío.
-¿Quién anda ahí? -pregunté.
-Jujuju, al fin tengo la suerte de conocer al niño el cielo- dijo una voz masculina que ahora parecía estar en delante.
Comencé a dar vueltas sbre mi posición con la esperanza de encontrar al hombre que me hablaba pero, era como si hablara un fantasma pues estaba solo en la habitación.
-Disculpa, que descortés por mi parte, no me he presentado- dijo él- mi nombre es Grahim, soy el señor de los demonios, tú debes de ser Link.
Justo cuando acabó de hablar una explosión de diamantes y brillo apparecio en frente mio, me cubrí los ojos hasta que al final la luz cesó y ante mí apareció ese tal Grahim, un hombre joven de piel grisacea, el pelo liso y blanco le tapaba el ojo izquierdo, el derecho era grande y de color negro, decorado con una sombra de ojos morada, su nariz era fina y sus labios gruesos pintados de color blanco, llevaba una capa roja y debajo lo que parecía una malla blanca.
-Efectivamente, mi nombre es Link y estoy buscando a una amiga...
-¿Te refieres a la chica rubia?-mepreguntó Grahim mientras, caminaba hacia mí muy lentamente.
-Sí...- Asentí y comencé a retroceder, huyendo de ese ser.
-La tengo bien guardada- rió de una manera maligna- nos encargamos muy bien de ella, mis secuaces se desahogan en ella... Es bastante estrecha por lo que me han dicho y que siempre anda lloriqueando y diciendo que si un tal Link vendrá a salvarla... Lo dudo mucho.
-¡PERO SERÁS MALNACIDO!- grité mientras corría con la espada a golperarle- ¡¿CÓMO TE ATREVES A TOCARLA?!
Grahim desapareció dejando otra explosión de diamantes y esquivó mi golpe, no lo vi pero lo oí, volvió a aparecer detrás mio, por eso me giré, sabía que tenía otra oportunidad pero el con dos dedos logró parar mi espada.
-Querido Link, como ya te he dicho, se la dejo a mis secuaces, yo prefiero a los jovencitos como tú... Por eso apartir de este instante te convertirás en mi esclavo, se que te negarás pero Zelda sigue siendo virgen y si me dices que no me encargaré de que la pierda y ya sabemos todos tus sentimientos por la chica, sería una pena que no fueses tú el que hiciera ese trabajo...
Yo, ser su esclavo...
-Haré lo que sea pero por favor déjadla- conteste, no quería que la hicieran daño-.
-De acuerdo.
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En el Templo del Tiempo [Ghiralink]
FanfictionLink está en el templo de la contemplación, apunto de abrir la puerta donde se supone que se haya Zelda, pero cuando entra no es a ella a quien encuentra sino a un hombre de pelo blanco... (Grahim)...