Preparativos 2/2

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...

La luz anaranjada del atardecer bañaba la modesta vivienda de Kurt, y ambos muchachos guardaban las botellas de vuelta en las cajas, ahora todas inyectadas discretamente de suero tranquilizante.

–Oye Kurt.

Llamó su atención Gabe.
Kurt volteó a mirarlo para encontrarse con su amigo abriendo una de las botellas y llevándosela a la boca a modo de broma.

–NO, NO.

Corrió riendo hacia él para quitarle la botella de las manos, en lo que ambos comenzaron a forcejear y jugar como hermanos cachorros.

–¡Tengo sed, Kurty!

–NO–reían ambos–. GABRIEL HASTH, NO.

Gabe se puso serio y dejó de forcejear al escuchar su nombre completo.
El silencio volvió a reinar y ambos se miraban a los ojos aún sosteniendo la botella.
Kurt poco a poco imitó la expresión seria de su amigo, arrepentido de haber dicho aquello. Parecía ser algo simple, pero la verdad es que llamar por su apellido a Gabe la mayoría de las veces terminaba en llanto y una extensa ley del hielo.

Gabe-

El mencionado, con la mirada perdida, se retiró a trote indignado y pensativo hacia la habitación de Kurt, dejando a éste solo en el patio trasero y medio vacío a excepción de las dos sillas y la mesa que estaban usando hace un momento.

Kurt se quedó mirando a la nada por unos segundos solo para finalmente entrar a la casa con calma y cerrar la puerta tras de él.
Se dirigió a su habitación esperando encontrarse a Gabe sentado en un rincón o algo así, pero en lugar de eso su amigo estaba sentado frente a la PC buscando en Maps algo ilegible desde la distancia.

Kurt pensó un momento antes de entrar a su habitación, tomando primero dos latas de cerveza de la nevera para luego armarse de valor e ir con Gabe.
Preguntó con cautela.

–¿Qué haces?

Su amigo no quitó la mirada de la pantalla. Tenía el ceño fruncido y su actitud ahora era más seria.

–Busco en Maps.

–Y, ¿qué buscas?

Gabe rotó la silla giratoria para mirar a Kurt, expresando fastidio en su rostro, apenas notable ya que se había puesto la gorra amarilla con intención de ocultar sus ojos.

Kurt lo miró de vuelta, sonriendo con dulzura y ofreciéndole una de las cervezas, a lo que su amigo reaccionó aceptandola y volviendo su atención al computador después de mirar reprochante a Kurt.

–Busco lugares donde podamos esconder los cuerpos. Serán accesibles, poco sospechosos y absurdos si es que la policía quiere buscar en algún lugar.

Kurt asintió, mirando a su compañero como si lo estuviese analizando, y no solo a él, sino a cada palabra que salía de su boca.

Gabe se levantó de la silla de un momento a otro, tumbándose en la cama de Kurt y abriendo la cerveza, misma que burbujeó y se derramó sobre su pecho y parte del colchón.

–Uy. Perdón, hermano.

Tuvo que levantarse e ir al cuarto de baño para limpiarse. Mientras tanto, Kurt se quedaba mirando a la nada, la boca un poco abierta y el hombro derecho recargado en el marco de su puerta, pensando en quién sabe qué.

Después de varios segundos así, tomó unas tijeras grandes que estaban en su escritorio y caminó sigiloso hacia el cuarto de baño, asomando medio cuerpo por el marco de la puerta.

Allí estaba Gabe, limpiándose con la camisa sucia y agua.

Kurt, con las tijeras en su mano derecha, que yacía escondida detrás de la pared, miró de arriba a abajo al contrario, con el cabello cubriéndole los ojos vagamente.
Con voz ronca y tranquila preguntó.

–¿Por qué?

–¿Por qué qué?

–¿Por qué quieres ayudarme?

Gabe miró el reflejo de Kurt en el espejo. Parecía un fantasma. Pálido y cansado.

–¿Qué clase de pregunta es esa? Porque eres mi amigo. Quiero que llegues a las seis cifras, tal vez más...

Se pudo notar emoción en los ojos de Gabe y orgullo en la manera en la que se secaba el pecho.

La respiración de Kurt era casi imperceptible. Su puño estrujaba el mango de las tijeras a tal punto de temblar.
Pensó en acercarse a su amigo pero, lo que había dicho le hizo cambiar de opinión. Se limitó a asentir con la cabeza y retirarse sin antes decir algo para su amigo.

–Gracias.

Y regresó a su habitación.

Silencio.

Calma.

Minutos después, Gabe estaba de regreso en la habitación y se tumbó en la cama a un lado de Kurt, que ya estaba volteado hacia la pared y aparentemente durmiendo.
Gabe tuvo más cuidado al acomodarse, recostandose hacia el lado contrario que su amigo y cerrando los ojos para dormir.
Mientras su consciencia se preparaba para descansar, pudo sentir como Kurt rodaba sobre su costado para voltearse en la misma dirección que su compañero. Se escuchó un corte y posteriormente cómo dejaba algo en la mesa de noche. Aún así, Gabe no abrió los ojos y dejó a Kurt en paz, ya que éste volvió a acomodarse mirando hacia la pared y de ahí lo demás fue silencio e inmovilidad.

Ambos se rindieron ante el sueño esa noche.

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Lo prometiste || SpreeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora