Capítulo 7: "Y cuando te vas..."

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Angie no sabía porqué, pero estaba temblando de nervios.

Quizá porque le había mentido a sus padres para que la dejaran en paz, pero claramente había salido mal.

Angie quería morirse. Una de tantas veces.

Se miró al espejo. El impecable vestido azul marino que su madre le había insistido en usar se veía hermoso. Ella intentó ignorar su visible cicatriz del pecho, intentó ignorar que esa era la principal razón por la que nunca dejaba su pecho al descubierto. Si no lo veía, no había ocurrido nada.

Dio una tortuosa vuelta y suspiró, acomodando su auricular.

No podía creer que en serio iba a salir a cenar con su doctora… en su casa… con su familia. Sí, definitivamente debería de ser una pesadilla y una horrible, por cierto.

Y para rematar: le empezaba a atraer su doctora. Ahora, era cierto que se veían seguido -por las lecciones, ellas no eran amigas- y la manera cariñosa con la que Brisa la trataba, era… sería inhumano no caer en sus redes.

Era como la ingenua versión de Tara y Darcy pero, uhm, ¿amistosa?

¿Es que siquiera eran amigas? ¿Eran más que simples conocidas?

Angie, tontamente, creía en las almas gemelas.

Y, por suerte, tontamente creía que quizá Brisa era su destino. O sencillamente se estaba creando una vida alterna con alguien que la trataba amablemente por compromiso.

Jaja.

Ja. Ja.

Negó con la cabeza, sintiendo el nudo en la garganta.

─ ¡Angie! ¡Ya viene la doctora!

No había tiempo para llorar, se dijo.

Echándose una última mirada para corroborar que todo marchaba bien, decidió salir de la cueva a enfrentar el mayor problema de su vida.

Podría ser el nuevo batman ─ contuvo una risa ante su propio chiste.

Bajó glamorosamente las escaleras, había leído que para tener autoestima debía mentirse hasta creerlo.

«Puedo escuchar, puedo escuchar.»

───

La cena iba relativamente bien, si es que las insinuaciones que hacían sus padres sobre ser una linda pareja contaba también.

Afortunadamente, su hermana pudo retenerlos a hacer más comentarios incómodos. Al menos, un poco.

─… Y por eso decidí estudiar medicina ─ terminó de contar Brisa, sonriendo ladinamente ante la familia que la acompañaba.

─ No caben dudas de que es asombrosa, doc ─ Claudia fue la primera en hablar.

─ Quizá pueda ayudar a Angie a encontrar los colores del mundo otra vez ─ agregó Ubaldo risueño, sonriendo inocentemente.

Entonces rió con cortesía, tapando su boca y entrecerrando los ojos.

─ Ya veremos ─ respondió con humor.

Angie inmediatamente sintió su corazón acelerarse ante el ligero tono de burla en su voz.

Lucia lo notó, y sin embargo, terminó uniéndose a la risa.

Angie se dio cuenta de que estaba en una batalla sola, con su familia siendo el enemigo principal. ¿O sus confusos sentimientos eran el enemigo? Y si ese era el caso: ¿Quién era el héroe de su historia?

─ Sin embargo, Angie es… es perfectamente capaz de encontrar los colores por su cuenta. Quizá y llegue a ver cosas más allá de lo que vemos, su mente debe ser más poderosa de lo que creemos ─ ahí estaba. El príncipe azul. El héroe de su historia.

Había un brillo inexplicable en sus ojos, que hizo recorrer chispas de emoción a través del pequeño cuerpo de Angie.

Al corresponder su mirada, entonces, supo que no quería ver su espalda yéndose, quería que se quedase. Incluso si no había nada qué decir, simplemente… apoyándola en silencio, como siempre hacía.

─ Es verdad ─ apoyó su hermana. Al contrario de la doctora, ella tenía una mirada juguetona y se notaba en su postura, apoyándose sobre sus codos; mirada fija en Brisa. Angie frunció el ceño mientras reflexionaba.

Como si hubiera leído la señal, Angie carraspeó y se levantó abruptamente de la mesa, ganándose la mirada del resto. Lucia, en cambio, alzó una ceja a sabiendas, sin embargo la dejó ser mientras se giraba a halagar la comida a Claudia.

Aprovechando la distracción, la peliazul miró a Brisa y le indicó con la cabeza que la siguiera.

¿Cómo Brisa iba a negarse a algo que Angie le pedía?

SUNSETZ ─ [ BRANGIE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora