6. Refugio

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Ambos fueron conscientes del camino al principio, incluso de las rutas que tomaba el speeder. Con el paso de los minutos se volvió errático y para cuando los bajaron de una literal patada en el culo, tirándoles la caja encima, estaban perdidos.

El maestro se quitó la venda, sacó los sables de la caja y fue junto a Anakin para entregarle los suyos y comprobar su estado.

—Gracias a las estrellas. Creí que tardaríamos más en salir de ahí... ¿Estás bien? —preguntó preocupado.

Anakin cogió sus armas y se le quedó mirando con cara de poker.

—No entiendo nada —dijo con un hilo de voz ronca.

—La señora del crimen que nos ha retenido te robó el sable cuando te escapaste del templo. En el acuerdo al que hemos llegado se estipulaba que te lo devolviera —le explicó Obi Wan. Le agarró el rostro y le miró los ojos, luego palpó sobre la túnica como si buscara lesiones y le miró el cuello, con ese gesto severo y preocupado de cuando se hería siendo su padawan—. Tenemos que ver a Vokara, hemos recibido demasiadas descargas y la droga letal no es inocua...

—¿Por qué vas vestido de bailarín?

Anakin tosió al forzar la voz.

—Me desperté así en una habitación de la villa —respondió Obi Wan. Una vez se hubo asegurado de que no había daños notables en Anakin, sacó su ropa de la caja y empezó a quitarse el ridículo atuendo para ponerse la túnica y los pantalones—. Daesha pretendía mantenerme drogado y convertirme en una suerte de... cortesano. Por suerte acabó viendo lo mala idea que era.

—Oh. —Anakin miró alrededor. Estaban en algún polígono industrial, en una zona de próxima construcción rodeada de enormes fábricas de hormigón—. ¿Están ahí los comunicadores? —susurró.

Obi Wan terminó de vestirse, calzándose las botas en último lugar. Luego buscó los comunicadores y le tendió el suyo a Anakin con la mano temblorosa.

—Nos ha devuelto todo el equipo. Dile a R2 que venga a recogernos.

Anakin se quedó mirando el aparato.

—¿Tenemos que volver ya?

—¿A dónde quieres ir? Necesitamos revisión médica y hay que dar parte de lo ocurrido.

Anakin se encogió de hombros. No tenía ganas de soportar un interrogatorio en esos momentos, ni de ver a nadie, en realidad.

—R2. Ven a buscarnos a estas coordenadas.

La mano del maestro se posó sobre el aparato, interrumpiendo la comunicación. Intuía las razones del recelo de Anakin y tal vez no era la mejor idea volver al templo sin haber hablado antes sobre lo ocurrido.

—Podemos... buscar un lugar para descansar antes de regresar y poner en orden nuestros pensamientos. A primera vista no tenemos nada de extrema gravedad.

—Estamos lejos de todo. Es un nivel industrial —dijo Anakin dejando que se quedara con su comunicador. El maestro asintió y lo activó de nuevo para enviar las coordenadas a R2.

El droide respondió con un par de pitidos aprobatorios, alegrándose de volver a escucharles, y les comunicó que llegaría en media hora. Obi Wan suspiró y se acercó a Anakin para abrazarle, aliviado al tenerle de vuelta de una pieza.

—Siento haber tardado tanto, sé que no lo has pasado bien en esa celda...

Anakin no dijo nada. Se dejó querer sin apenas devolver el gesto, con la mirada perdida en el humo de las chimeneas. Había olvidado la celda, pero al mencionarla volvieron a su mente el plato de fideos y el brazo partido. Había hecho una buena escabechina de guardias y eso resultaba reconfortante. La preocupación de Obi Wan creció ante la falta de respuesta. Había visto a suficiente gente en estado shock para saber lo que ocurría. Le mantuvo contra su cuerpo unos largos instantes, pasando las manos por su espalda para que le sintiera más cerca. Al erguirse para mirarle apartó el pelo de su rostro y le acarició las mejillas.

Esclavo de la ira (Obikin 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora