Reflejos de agua, escamas de un pez.

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Capítulo 7. – Reflejos de agua, escamas de un pez.


Heechul mordisqueaba un trozo de pan mientras pasaba un horrible lienzo por la pequeña mesa donde cada noche el hombre que lo cuidaba se ponía a beber. Pensaba en sus pequeños ahorros y en un regalo para su dulce amigo.


Podía comprarle un libro, o algún bonito muñeco de peluche.


Pero tenía tantos.


Se acercó al rincón, hurgando debajo de su cama, donde tenía escondido en un pañuelo todos sus ahorros. Eran las monedas que la abuela le daba. Las contó haciendo una mueca. Muy poco dinero para comprar un regalo lujoso.


No sintió los pasos y por eso su sobresalto fue mayor cuando le fue arrebatado el pañuelo. - ¡Miserable sabandija! ¡Así que estás robando mi dinero!


Por la emoción, no tuvo la precaución de cuidar que el hombre no lo descubriera. Negó, sabiendo lo que le esperaba. Una bofetada que dejó ardiendo su piel fue suficiente para hacerle callar que era dinero ganado a costa de su trabajo. – Pensaré que hacer contigo. Debo obtener algo por alimentarte. - Vio al hombre marcharse con sus ahorros, entendiendo de sobra en lo que serían gastados, mientras él, perdía toda esperanza de un regalo lindo para su Dorothy Green.


**


- Papá, ¿puedo invitar a alguien más? – Cómo cada cumpleaños, la lista de invitados fue realizada por su padre, pero esta vez Saeng quería tentar a la suerte.


Atento a unas hojas aburridas, relativas a su trabajo, su padre murmuró. - ¿Al hijo de los Choi? Ya lo hice. Esas amistades son las que te convienen. Es una buena familia. – Y se enfrascó de nuevo en las hojas. Young Saeng, detrás de su padre, hizo gestos de vomitar. Choi Siwon. Podría venir de la mejor familia del mundo, pero ese niño era un pesado. Y él sólo quería a su dulce Heenim.


Cumplía nueve años y era una gran edad. Y quería tener al mejor de los amigos a su lado, pero era algo que su padre jamás entendería.


**


Fue a buscar a la abuela, para descubrir que no estaba en casa. Por ser sábado, él no iba de aprendiz, pero ahora lo necesitaba. Los sábados eran días dedicados a Saeng, con excepción de aquél, en el que estaba muy ocupado con los preparativos de su cumpleaños. Heechul, caminando por la acera, llevaba el rostro agachado para ocultar su mejilla rosa, para evitar poner al descubierto sus ojos llorosos. Pateaba piedras mientras las esperanzas de un regalo para Saeng ya se habían perdido.


**


- Bueno, el hijo de los Heo no se podrá quejar. Llevas un regalo muy exclusivo.


Siwon torció la boca. Todo era idea de sus padres. Los Heo era una familia adinerada y por eso papá y mamá se habían empeñado en que asistiera a la fiesta de cumpleaños de Young Saeng. Con la abuela, habían desperdiciado parte de la mañana buscando un buen regalo. Bah. Se cruzó de brazos y miró por la ventanilla del auto, al hacerlo, descubrió a Heechul caminando por la acera. La abuela también lo vio, dándose cuenta de su estado de ánimo. – Nuestro Heenim parece tan triste.

Dorothy GreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora