Capítulo Tres: Una noche de miedo.

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—No se preocupe por nada, Señora Matsuno, traje pizza para los tres, así usted no tiene que hacer ningún esfuerzo. —Hablaba entrando por la puerta principal de la casa, sujetando son una mano dos cajas de pizza, una colocada sobre la otra. —¡Y palomitas junto a una película para ver después de cenar! —Señaló la pequeña mochila que llevaba a sus espaldas con el pulgar.

—Eres un verdadero encanto, Ryusei. Pero no quiero molestaros, tendréis muchas cosas de las que hablar. —La madre de Chifuyu rechazó la invitación acompañándolo al salón de la casa.

—Oh, ¿ya se va a dormir? Entiendo, que pase buena noche. —Dijo con una sonrisa, dejando las cajas de pizza sobre la mesita situada en el medio de la habitación.

—No estéis hasta muy tarde despiertos, ¿okey? —Advirtió la mujer al ver a su hijo entrar al lugar, poniendo las manos sobre las caderas.

—Sí, Mamá. —Respondió perezoso Chifuyu.

Antes de irse y dejarlos solos, la adulta sonrió melancólica. 

—Pensaba que sería algo imposible que te vieras más lindo, pero con el pelo así lo has conseguido. —Halagó Ryusei a Chifuyu, el cual aún tenía el cabello algo mojado ya que hacía poco acababa de ducharse.

Por mucho que Ryusei se encargase de recordarle cada media hora lo lindo que era, aún no se acostumbraba a eso de recibir piropos y menos si eran de otro chico. 

—¿Trajiste pizza? —Cambió de tema, intentado disimular su sonrojo cubriendo parte de su rostro con la mano. 

—Así es, son de la pizzería de un familiar, así que me salieron gratis. —Informó sonriendo victorioso. —Traje dos pensando que tu madre cenaría con nosotros. Me dijo que eras un exquisito con la comida y que solo te gustaba la pizza de cuatro quesos. —Continuó sentándose en el sofá al lado de Chifuyu.

—¿Solo hablasteis de eso? —Interrogó el de ojos azules, quería saber exactamente el porqué su madre confiaba tanto en él.

—Correcto, estuvimos dos horas hablando de pizzas. —Contestó sarcástico. —¡Oh! ¡La ratita fea! —Exclamó al ver como el gato azabache se subía al sofá y se posaba sobre él.

—¡Excalibur! ¡Mal! No te acerques al enemigo. —Regañó a su mascota.

—¿Excalibur? —Repitió el nombre del gato con tono burlesco.

—Sí, así se llama, ¿algún problema? —Infló sus cachetes con aire y frunció el ceño en forma de protesta.

—Mejor te llamaré Ratita, ¿qué te parece? —Le preguntó su opinión al propio gato, el cual maulló y restregó su cabeza contra él.

—Dice que no le gusta, es un nombre de mierda. —Se inventó la supuesta traducción al maullido que había soltado el felino.

—No mientas. Yo estudié por cinco años idioma gato y no ha dicho eso. —Le replicó acariciando al animal. —Quizá no te vendrían mal unas clases particulares, yo podría ser tu profesor. —Propuso con una sonrisa, guiñándole un ojo.

—Cállate... —Murmuró  cruzándose de brazos. —La pizza se enfriará si no la comemos. —Habló mirando hacia las cajas sobre la mesa que tenían enfrente.

—¡Cierto! Ratita, ¿tú también quieres pizza? —Le ofreció al gato, abriendo la tapa de la caja de su pizza.

—¡Qué no le llames así! Y no le des comida basura. —Protestó el rubio, imitándolo, abriendo también las suya.

Comenzaron a comer luego de eso. La conversación fluía bien, estaba siendo una cena sorprendentemente agradable. 

Durante todo ese día Chifuyu estuvo pensando en lo horrible que sería soportar a Ryusei toda una noche, pero no estaba siendo la tortura que esperaba después de todo.

¡Chico Lindo! | RyufuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora