Capitulo VI

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Respira profundo, exhala lentamente.

De pronto todo se tornaba un poco borroso, y la brisa helada del teatro calaba sus huesos. Era muy diferente estar sobre el escenario dando indicaciones a estar entre los telones a punto de salir a bailar.

Es solo el primer ensayo.

Dos años habían pasado desde la última vez que había bailado en un escenario, con una audiencia, y mientras Zatanna guiaba las posiciones de las alumnas en el espacio, Raven sólo podía pensar en el cosquilleo recorriendo la punta de sus dedos.

A lo lejos pudo distinguir el pie que marcaba su salida. Corrió a colocarse en su posición, Damian la siguió por detrás.

Caminaron por el espacio, solo marcando el trazo de la coreografía, asegurándose de llenar el escenario correctamente, sólo con la voz de Zatanna cómo guía, pero su voz se escuchaba lejana y su cuerpo se movía por inercia guiado era el ritmo que marcaba el pie de Zatanna contra el piso, y las manos de Damian llevándola de un lado al otro.

"¿Estás bien?"

El sonido llegó a sus oídos como una granada que la regresó al presente. Por unos instantes, la bruma de sus propias emociones había hecho olvidar el disgusto con su compañero.

Raven soltó abruptamente el agarre de su mano, casi como si este le quemara. "Estoy bien."

"Raven..."

Estoy bien.

Repitió como un mantra mientras se alejaba al fondo del escenario, ignorando la mirada de Damian. Como le irritaba. Después de su discusión, ella se había propuesto no dejarse afectar pero, oh, era un descarado y quería asesinarlo.

No tenía ningún derecho a mirarla con esos ojos de arrepentimiento. Ja! Eso no era posible, se repetía, aunque era difícil creer sus propias palabras cuando había sentido todo el ensayo su mirada pegada a ella. Y ella había luchado con todas sus fuerzas para no girarse y gritarle que la dejara en paz.

Había tenido la oportunidad de arreglar las cosas y la desperdicio. Maldición, ni siquiera él sabía que había dicho mal, y eso fue lo que la hirió aún más, como para que ahora él llegara a aturdirla con su mirada que hacía parecer querer romperla en pedazos hasta dejar su alma expuesta y sus barreras reducidas a escombro.

No.

No le iba a dar ese placer. Solo debía tolerarlo dos semanas más y luego todo acabaría. Aunque, cada vez que repetían el pas de deux era casi imposible ignorar el volcán de emociones hirviendo dentro de ella.


El roce de su mano con la suya era fácil de ignorar a diferencia de cuando se veían frente a frente. Siempre terminaba desviando la mirada al piso o al pequeño lunar negro justo a la mitad de su cuello para evitar encontrarse con sus ojos y su carita de falsa tristeza.

Primero le reprochaba sus decisiones de vida, y luego pretendía actuar como si la víctima fuera él.

Quería estrangularlo.

Especialmente cuando olvidaba querer hacerlo. Eran momentos muy breves, como cuando giraba la cabeza y lo encontraba ahí antes de recargar su rostro contra el suyo, haciendo que el olor a especias y sudor, mezclado con el aroma de la madera vieja y telas empolvadas hicieran girar su cabeza en una bruma de nostalgia.

La música se detuvo y la sensación de la sangre corriendo hacía su cabeza junto con unas cuantas gotas de sudor que resbalaban de su cuello y mejilla la distrajo por un segundo, lo suficiente para recuperar su centro y tranquilidad.

De pronto, el eco de unas palmadas llenó el espacio y en un instante, la atención de todos giró hacía las butacas centrales, donde un hombre pelinegro aplaudía con entusiasmo.

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2022 ⏰

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