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— Aquí tiene joven Tengen— habló el mayordomo de la casa Uzui, extendiendo un vaso de limonada al hijo de sus patrones.

— Ah, gracias Kyo— el albino estaba pendiente a su celular seguramente hablando con unos amigos, supuso el rubio.

— ¡Tengen! ¡Kyo! A que no adivinan que clase de personas acaban de instalarse en la casa de al frente—.

— No sé y ni me interesa— respondió el joven sin todavia levantar la vista.

— Oh, supongo que ya conoció a los nuevos vecinos, señorita Makio—.

La chica río— Por favor Kyo, conocerlos es lo último que quiero ¿Sabes algo? ¿Son pobres verdad? Ya sé, seguro invadieron la casa ¡Ay no puede ser, tendremos que llamar a los policías!—.

Rengoku tuvo que esperar a que Makio terminase de hablar, trabajando en esa casa desde hace algunos años, se ganó el cariño de los dos primos y lo consideraban también como un amigo, aunque seguian con sus prejuicios a la gente de bajos recursos.

Desde que los padres de Makio tuvieron que viajar por trabajo, dejaron a su hija en cuidados de su tíos, la joven aceptó gustosamente ya que no quería vivir en otro país. Ella y Tengen eran inseparables desde pequeños, aunque al albino casi siempre lo dejaba sordo por gritar y quejarse de todo.

— Exageras demasiado, supongo que donó la casa—.

— ¡Permitame hablar! nada de eso chicos— levantó la mano el uniformado— La señora Kuwajima, que en paz descanse, tenía un hermano que vivía fuera de la ciudad, seguramente el y sus nietos se quedaron con la casa—.

— Tu siempre informándonos de todo Kyo, que haríamos sin ti— al fin el joven habia dejado su celular— ¿Dices que son de afuera? Seguramente son gente corriente, ya conozco su malañas, sin ofender—.

— Idiota, obviamente nuestro Kyo es muuuy diferente a ellos— reprochó Makio.

— ¡No hay problema! Pero solo dejeme decirle que conozco a su hermano, y él es un señor muy educado ¡Seguramente sus nietos son chicos maravillosos!— exclamó el rubio.

— Si como sea, solo espero que no sean ladrones y se metan por la noche a robar algo— la chica habló mientras se sentaba en el sillón al lado de su primo que tenía su celular en manos— ¡Puerco! Al menos ten contentos a mis adorados tíos, ponte a estudiar sin tener que coquetear con cualquier compañera—.

— ¡¿Ah? Mira quien habla!— el albino se sintió ofendido por llamarlo así— Para que lo sepas primita, voy a ir a la casa de Mitsuri a ESTUDIAR— lo resaltó bien.

Odiaba admitirlo, claro que si quería ligarse a una pelirrosada que era una compañera de universidad, pero para mala suerte ya tenia pareja y era unos de sus amigos, no podia perder amistades que recien conocía.

— Por eso vas quedarte solo o con el pene caído por tanto choque y fuga— sacó la lengua riéndose— Kyo me prepararas un jugo de pera y lo subes porfi— se levantó para dirigirse hacia las escaleras.

— ¡Enseguida!— respondió aun aguantándose la risa del comentario de la joven.

— Ey no te rías— entrecerró los ojos el albino.

Llegó la tarde y Zenitsu ya había acabado sus labores en la casa, podrán tener ahora una casa enorme pero la realidad es que no tenian mucho dinero para contratar a alguien que se encargue de los quehaceres, no se consideraban de alta sociedad com...

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Llegó la tarde y Zenitsu ya había acabado sus labores en la casa, podrán tener ahora una casa enorme pero la realidad es que no tenian mucho dinero para contratar a alguien que se encargue de los quehaceres, no se consideraban de alta sociedad como los demás de aquí.

Se sintió mal al pensar que tal vez llegasen a molestarlos solo por ser gente de pueblo, claro que no le importaba sobre él, si no de su abuelito. Aunque recordaba que tenía un fuerte carácter y no escuchaba las chismoserias malas de los demas.

Sumergido en sus pensamientos, el ruido de un auto encendidose lo hizo mirar hacia la ventana de la cocina donde provenía el sonido, siendo una residencia pituca, era muy silenciosa comparada a donde antes vivía.

Era un auto muy brillante y supuso que demasiado caro para pagarlo, no pudo ver quien era el que conducía ya que tenía las lunas poralizadas, pero vio que estaba estacionado en la casa de aquella chica que saludó hace rato.

Le restó importancia, que caso tenia conocerlos si supuso que sería los típicos que se creen superiores por cuanto dinero tienen en la billetera.

— ¿Ya esta la cena pichón?

— No todavía no, te dije que me dejes de llamar así— volteó a ver a su hermano molesto.

— Tranquilo pichón, viendo como búho la casa de al frente parece que ya te interestaste en alguien— sonrió divertido el pelinegro.

— Ay ya cállate, rápido ayudame a poner los platos ya que andas muy vago—.

A golpecitos tuvo que obligar a su hermano a ordenar la mesa antes de que venga el abuelo quien se habia ya ido a trabajar a su nuevo empleo.

Todo parecía andar bien, Jigoro les mencionó en la cena que le daban buena paga y que ahorraría de ahora para que pueda inscribirlos en una buena academia.

Los hermanos asentían en todo lo que decia el anciano, le tenian mucho respeto y no eran quien para negarse a lo que pedía y decía.

Recogieron los platos y los dejaron limpios para ya irse a dormir, mañana tenían que levantarse temprano para ir a visitar algunas tiendas para comprarse con sus ahorros guardados algo de ropa y cosas para la casa.

Zenitsu seguía algo incómodo, ahora que estaba solo no podía ocultar lo que sentía, extrañaba su antigua casa, a sus amigos y vecinos que seguro eran mas amables que los que tendría ahora.

Vió por la alcoba que había un pequeño parque a unos metros, tal vez respirar aire fresco y pasear le haría bien antes de acostarse.

No le dijo nada a su abuelo ni a Kaigaku ya que no quería molestarlos, supuso que estaba ya dormidos por las luces apagadas en sus habitaciones. Bajó silenciosamente y cerró con cuidado la puerta principal, obviamente tenía la llaves que su abuelo dublicó para darselo a cada uno.

Creo que no fue buena idea salir, el abrigo de lana amarillento pastel que tenía puesto era algo delgado y el viento traspasaba un poco haciendolo tener frío.

Cruzado de brazos caminó observando todo alrededor, sin duda era un barrio muy elegante.

Piso la vereda de la casa mas grande del lugar, obviamente era la de esa chica de la mañana. La recordó de nuevo, sin duda era muy bonita y esos mechones amarillos le daban un look perfecto, en su pueblo la gente no era de pintarse el cabello, tal vez la de esa chica era natural, sería un regalo de Dios nacer así.

Sonrió y se tocó el cabello, sin duda le gustaba mucho su rubio natural aunque aveces le hacian burla, bostezó cerrando sus ojitos mientras cruzó la calle para llegar al dichoso parque.

Lástima que nunca le puso un pie encima porque no esperó a que un auto salvaje lo embista a tal punto de hacerlo perder el conocimiento.

Genial, primer día en su nuevo hogar y ya lo atropellan ¿Qué casual no?

Genial, primer día en su nuevo hogar y ya lo atropellan ¿Qué casual no?

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y te vi [uzuzen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora