¿Moshang?

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Shang Qinghua sabía perfectamente cómo lo percibía la gente.

Cómo cobarde.

Pero no lo era. No en realidad. Ningún cobarde habría llegado tan lejos como él.
Nadie sabría mejor como manipular y dejar las cosas a su favor de acuerdo a su conveniencia sin lo que los demás lo notaran.

Tras su imagen de hombre débil y tembloroso se escondía un hombre capaz, determinado y con sus propios principios.

Solo astuto con astuto podrían identificarse entre sí.

Aquella noche después lanzar los primeros misiles contra el reino del sur, derrotando casi a el primer pelotón del reino enemigo, Shang Qinghua volvía cansado y herido.
Mo Bei tenía que mostrar su valía entre sus ocho hermanos y él estaba dispuesto ayudarlo. Para que él fuera el próximo rey.

Tras su llegada no fue llevado como de costumbre con Mo Bei sino con el padre de éste.
Lo primero extraño que notó.

Los sirvientes abrieron las pesadas puertas para él y luego de entrar al despacho, las puertas se cerraron rápidamente.

Un trueno iluminó mejor la estancia con algunas velas, en el centro estaba el rey del norte.
Con porte y gracia, con una atractiva belleza masculina, ¿Viejo de dónde? No parecía que fuera a perecer pronto pero más de cien años ya pensaban en ese rey y era hora de pasar a la siguiente generación.

No es que el rey no se hubiera dado cuenta de que todos sus hijos, uno de los menores parecía ser capaz de dirigir mejor el reino.
Pero no todo era obra de su hijo, sino de alguien atrás de él o mejor dicho a su lado.
Pues algo tan sencillo como caminar al lado de alguien con la sangre real de los Mo, era exclusivo entre "familia". Pero ese joven de orígen humilde estaba a la par de su hijo y éste se lo permitía dándole poder, autoridad y autonomía.

Lo evaluó, hizo una reverencia para él, se notaba cansado, pero estaba erguido cómo debía. Noto heridas en su cuerpo y como se agarra al costado.
Otro trueno iluminó y pudo notar mejor la apariencia de aquel joven.

Era atractivo. Pero no sé enfocaba en relucir su apariencia sino más bien pasar desapercibido.
Era alto entre el promedio pero no con la fuerte genética de los Mo.
Delgado pero con un cuerpo bien formado.
No portaba las típicas tunicas que lo hacían ver más pequeño y débil sino como los demás guerreros, una armadura especial.

Con su poder iluminó la estancia en prender todas las velas.
Camino hasta él y lo tomo del rostro.

—Estamos solos aquí. Por lo que puedes dejar de fingir —dijo con seriedad el rey— puedes engañar a mi hijo porque es estúpido pero no aún hombre como yo.

Qinghua entonces lo miró a los ojos y bueno, tenía razón ¿Que caso tenía fingir ante un hombre como él?
Dejo su semblante de preocupación por uno serio. Indiferente.

—¿Para que estoy aquí? —dijo directo. Sin vacilar, sin temblar.

—Has estado ignorando mis obsequios, mis citas — dijo alzando una ceja — ¿Quién te crees que eres para rechazarme?

—Nadie, su majestad.— dijo irónico — ¿Quien podría ser yo? Aunque la verdadera incógnita es ¿Porque el rey del norte estaría perdiendo su tiempo con este humilde?

La mirada con sorna que le dijo Qinghua al rey, lo enojó.

—Te juraste ante el reino del norte. Tu lealtad me pertenece.— dijo alzando la voz y acercándose al rostro del chico.

—¿Ah sí? ¿Cuando?— fue Qinghua quien sonrió — ¿Yo lo hice?

El rey apretó el cuerpo de Qinghua, provocando un gemido de dolor y éste miró la rabia por un momento en el chico.

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