Tianlang-jun x Shang Qinghua

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Shang Qinghua después de casi ser asesinado por Mo Bei Jun y luego de nuevo pero por Linguang-jun decide dejar de humillarse.

No lo apreciaron en su propio pico, su rey nunca vio a través de sus acciones y era evidente que no devolvía sus sentimientos. El tío de éste no era alguien mejor.
Ya era tiempo de tener algo de amor propio y dejar que otros lo pisoteen cómo sino valiera nada.

Estaba solo pero estaba bien, se tenía a si mismo. Y les demostraría a los demás quién era él. No lo quisieron cuando fue bueno, cuando fue leal, cuando brindo apoyo y amistad. Estaba bien, no volvería a ello.

Por sus meses vagando entre poblados, se encontró cerca de cierta montaña. Dónde sabía quién se resguardaba en él.
¿Que podría perder?

Pero Shang Qinghua era un cultivador astuto y muy inteligente. Se ganó rápidamente la confianza de Zhuzhi-lang y posteriormente la de Tianlang-jun. Lo ayudo a recuperar la vitalidad y calidad de su cuerpo de manera mucho más rápida, lo ayudo hacerse más poderoso.

Shang Qinghua tenía el poder sin saberlo hasta ahora, de decir quién tendría el verdadero trono.
Habría hecho esto por su rey, le habría dado el mundo entero, le habría la carta para ganar incluso contra Luo Binghe. Pero ya era tarde. Binghe aún no salía del abismo.

Tianlang-jun por otro lado, también era bastante astuto.
Le gustaba jugar con el cultivador. Lo primero que aprecio fue su inteligencia, su astucia.
Observó en él un magnífico potencial.
Sabía que parte del interés de éste humano en particular por ayudarlo se debía a venganza, este nunca lo negó y al contrario le pareció algo justo.
Ambos compartían cosas en común.
Había ayudado mucho incluso a Zhuzhi-lang.
El muchacho parecía haberse hecho amigo del humano. Teniéndole paciencia y enseñándole cosas.

Lo que más curiosidad tenía era el como ese humano podía saber tantas cosas al respecto, cómo sabía incluso que tenía un hijo que ahora estaba en el abismo y como este se apoderaria del mundo, fusionandolo.
Pero ese joven solo era un mestizo.

Él era Tianlang-jun. Un demonio de sangre celestial.
Hubo sorpresa al saber que tenía un hijo con su antigua amante. Pero no hubo más.
No sentía nada al respecto.
Al menos no por ese joven que ahora sabía era su hijo y todo lo que había pasado.

Los siguientes meses fueron interesantes y exploratorios.
Tianlang-jun empezó a tener un interés peculiar en ese cultivador. Uno que no tenía desde que era un joven demonio....
Pero era muy diferente a lo que alguna vez sintió.
Se sentó bajo un árbol meditando al respecto.
Percibió los pasos suaves de Qinghua.
Los murmullos bajos, el olor a tinta.
Abrió los ojos y lo miró, al atardecer le dió un aura diferente.
Éste al ver a Tianlang-jun sonrió.

Oh... Así que era eso.

Bien, ambos se habían cuidado uno al otro. ¿No era momento de recuperar su posición?

Se levantó y le ofreció su brazo a Qinghua quien acepto mientras comenzaba a platicarle sobre su día.

Solo un año después tenía a Qinghua sobre su regazco con unas tunicas finas y transparentes mientras comía algunas semillas de melón.

Lo sujeto del rostro y lo besó sin reparos.
El gemido del humano lo hizo sonreír.
La mirada perdida del humano después del beso lo hizo sentirse orgulloso.

Cierto demonio de hielo apretó los dientes mientras miraba la escena.

Todo lo que Qinghua había hecho en equipo con Tianlang-jun, obteniendo el reino del norte y del sur, derrotando a Binghe y suprimiendo su lado demonio sin la posibilidad de recuperarse, devastando a todos los picos y los líderes que fueron cayendo uno por uno con facilidad.
Habían arrasado con todo.

El rey del norte se dió cuenta entonces que no solo había perdido a un hombre leal sino también un amor puro.

Qinghua alguna vez murmuró que él podía sentarlo en el trono y sería el siguiente Mo Bei Jun. Y lo hizo, le dió información con facilidad aún cuando debía ser imposible de saber, le obsequio artefactos legendarios. Le dió todo y él... ¿Él que hizo? Tomar y tomar todo, humillandolo, despreciandolo. Y ahí estaban los resultados.

Había otro hombre con el poder absoluto. Pero sobre todo, con el corazón de Qinghua.

La ira ardió en él no por ser degradado a un mero sirviente sino en como aquellas manos se posaban en la cintura de Qinghua y recorrían una hacia sus piernas y otra a su espalda. En como Qinghua se arqueó para él y lo besó.

Los sonidos de aquellos besos lo estaban matando.

Tianlang-jun se daba cuenta de todo.

-¿A quien pertenece A-hua?- pregunto con voz seductora

- A ti- murmuró Qinghua entre besos - A mi máximo señor. A mi rey.

Mo Bei Jun cerro los ojos, sintiendo un dolor en el pecho.

Mi rey.

Él alguna vez tuvo ese placer y honor de ser el rey de Qinghua.

Las finas tunicas fueron rotas por el demonio y un jadeo de sorpresa por Qinghua.

En presencia de todos en aquella sala real, los gemidos de Qinghua eran escuchados, ellos eran vistos mientras Qinghua tomaba en su cuerpo a Tianlang-jun mientras esté dejaba mordidas y le daba de beber su sangre, reforzando cada vez el vínculo con el humano.

Los sollozos de placer se Qinghua calaban dentro de Mo Bei Jun.
Aquellas caricias que no eran para él.
Aquellos gemidos y placer que no eran producidos por él.
Aquellas tiernas palabras de amor ya no serían profesadas nunca más por Qinghua para él, para Mo Bei sino para otro demonio.

El cuerpo sonrojado de Qinghua recibía con sonidos de súplicas por más y más de ese demonio que lo llenaba y lo hacía sentir el cielo en el cuerpo.
Shang Qinghua era amado, apreciado y respetado por Tianlang-jun, este demonio amaba con todo su corazón tener un amor recíproco, ese humano era todo lo que él necesitaba.

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